Jacques Lacan, el monstruo contemporáneo del psicoanálisis, falleció el 9 de septiembre de 1981, en París, a los ochenta años de edad, víctima de un tumor abdominal. Su lectura de Freud, original y discutida, o hizo célebre en el mundo entero. Tras la desaparición de Jean Paul Sartre, Francia, con la de Lacan, perdió a uno de los mitos que más ha influido en la cultura francesa, y ello tanto por la admiración ciega que despertaba en sus admiradores corno por la fobia mortal de sus detractores.«Si yo desapareciera pensad que ello tendrá por objeto ser otro, por fin». Fue un año antes de su muerte, en medío de la tormenta que desencadenó la disolución de su Escuela Freudiana, cuando Lacan pronunció esa frase que, en definitiva, resume su obra, su vida, su noción del psicoanálisis, sus raíces surrealistas y su personaje intelectual, anti-intelectual y mundano. Todo esto, en efecto, fue Lacan: un teórico del psicoanálisis que renovó a Freud, un riguroso del lenguaje y de las ideas, un dogmático en consecuencia, un práctico en el mejor y en el peor sentido del vocablo.
Por todo ello, un escandalizador de su época, venerado como un dios que ofrece la salud mental, es decir, la salud total, y odiado como un demonio por quienes no soportaban, en un país racionalista y moralista como Francia, que un intelectual se permitiese intentar poner en práctica sus ideas.
El psicoanálisis le sirvió de anzuelo, lo practicaba explicándolo de manera muchas veces incomprensible y cobrándoles a sus clientes. Era una fulana execrable para los unos y un ser humano gigantesco para los otros. Publicaba libros para las minorías del mundo entero y, hace pocos meses aún, con su chochez a cuestas, se le podía observar en el Vivarois (uno de los tres estrellas de la nueva cocina francesa) camelando a una señora treintañera impresionante que le embobalicaba con satisfacción aparente.
Era a la vez un loco libertario y un dictador, como todos los que se consideran protagonistas de su vida y que también saben que un día desaparecerán para «ser otro, por fin».
En 1932 hizo su tesis de «La psicosis paranoica », el gran tema de su vida. Luego pasó por todas las escuelas psicoanalistas y de todas le expulsaron o se fue él por su propia voluntad. En 1953 inició sus célebres seminarios psicoanalíticos en el hospital de Sainte Anne, de París, para continuarlos después en la Escuela Normal Superior.
En el mismo año fundó la Sociedad Psicoanalítica de París a partir de un texto célebre en el que afirma que el psicoanálisis debe interpretarse como un hecho lingüístico. Pero Lacan se hizo universal cuando creó la Escuela Freudiana, en 1964, tras una escisión de su sociedad. En 1980 se produjo, a su vez, la disolución de la escuela.
Lacan fue un psicoanalista, un filósofo, un fenómeno sociológico, un personaje del mundo, fue la revolución de las ideas que estallaron a finales del siglo XIX, la revisión de mayo del 68 y también fue un vividor de la vida entendida como placer. Alguien dijo sobre él: «No separar nunca sus ideas de la práctica de las mismas».