El 2 de diciembre de 1547 fallecía Hernán Cortés, el paradigma del conquistador español, el más notable y heroico, el primero en demostrar que unos pocos españoles hambrientos, con valor y determinación, podían hacer caer imperios. Cortés murió en España, adonde había vuelto después de 24 años de virreinato y 36 en las Indias, para descansar en paz con su gente. Había convertido Nueva España en una colonia próspera y bulliciosa, de agitada vida comercial y cultural, pero las suyas eran andanzas ya de otra época. Cortés deambulaba por la corte «tomando la muerte por vida». «A las doce me acuesto, a las ocho me levanto, hasta las once despacho negocios, de once a doce como, de doce a una me entretengo con truhanes o en pláticas sin fruto…», narraría. Mejor lo hubiera soportado de haber contado con la amistad sincera del emperador, pero Cortés llegaba a Madrid entre rumores e intrigas. Aun así, vivía con gran boato y trataba de frecuentar compañías selectas, dejando de lado a muchos de quienes le habían servido fielmente y a sus familias, algunas con verdaderas necesidades. Quiso casar a su hija mayor, doña María, con Alvar Pérez de Osorio, heredero del marquesado de Astorga, ofreciendo una dote de cien mil ducados, una cantidad astronómica para la época. A última hora desheredaría a su hijo, probablemente a cuenta de un disgusto por haber escogido como esposa a la hija de un enemigo suyo. Los mil ducados anuales que le dejaba de renta los donaba al duque de Medina Sidonia, uno de los hombres más ricos de España. Nada para sus viejos soldados, coba y lisonjas para la nobleza.
Sí tuvo recuerdos para México, donde tenía puesto el corazón y donde había dispuesto que le enterraran. Desde la caída de Tenochtitlán se había afanado en reconstruir la ciudad, para hacerla capital de la Nueva España, y en 1523 ya tenía título de ciudad y escudo. Hizo construir hospitales y monasterios, la dotó de una catedral, con el tiempo la más hermosa de Hispanoamérica, y por supuesto de una universidad. En su testamento legará una buena suma para la construcción de un hospital, un convento y un colegio universitario. El sueño de Cortés era crear una gran nación a imagen de España, con fuerte espíritu mestizo, y para ello debía formar en la propia tierra mexicana la clase dirigente del futuro.
Texto publicado originalmente en https://www.libertaddigital.com/cultura/historia/almanaque-de-la-historia-de-espana/1547-fallece-el-conquistador-hernan-cortes-8631/