La bailarina británica Margot Fonteyn falleció el 21 de febrero de 1991 en un hospital de Panamá a consecuencia de un cáncer generalizado. Margot Fonteyn residió los últimos años de su vida en Panamá, junto al Pacífico, en la finca de su marido, que murió en 1989. Unos días antes de su muerte, en un teatro de la capital, se le había tributado un homenaje, al que ella no pudo asistir por su gravísimo estado de salud.
Casada en 1955 con el político y embajador Roberto Arias, se dedicó a cuidarle desde que, en 1964, él sufrió un atentado por bala, que le dejó paralítico. La situación financiera de Margot Fonteyn no era buena. En 1990 se celebró en el Covent Garden un homenaje para recaudar fondos para la bailarina, en el que participaron, entre otros, Plácido Domingo, y su pareja más famosa en los escenarios, el ruso Rudolf Nureyev, 20 años más joven, con quien logro inolvidables Romeo y Julieta. “No podría imaginar mi carrera sin ella”, señaló en más de una ocasión el bailarín ruso, que actuó con ella por última vez en 1976.
Los amigos de Fonteyn donaron unos 50 millones de pesetas para una fundación con el nombre de la bailarina, que entregase becas a nuevos talentos. “Si vives demasiado”, dijo una vez Margot Fonteyn, “te quedas sin amigos y sin dinero”.
Su elegancia y calidad motivaron que se la conociese en el mundo del ballet como el Cisne. Llamada en realidad Margaret Hookham, hija de un ingeniero francés y de una brasileña, estudió en Estados Unidos y China.
Carrera
Empezó su carrera en 1934, con una sólida base de aprendizaje con figuras rusas como Goncharov, Serafina Astafieva o Alicia Markova. Sus primeros triunfos los cosechó en el Sadler’s Ballet, de solista en Giselle o El lago de los Cisnes. A los 17 años ya se había convertido en toda una primera figura, y siguió siéndolo hasta los 60 años.En cine, interpretó Me gusta danzar en 1972, y fue la estrella de una serie televisiva británica sobre la historia del ballet. En 1986 realizó una gira por EEUU, como solista de La bella durmiente.
Nota publicada en https://elpais.com/diario/1991/02/22/cultura/667177201_850215.html