La inhabilidad del Felón

Después del trienio liberal que puso límite al absolutismo borbónico, Fernando VII buscó la ayuda de la Santa Alianza para recuperar su poder (octubre 1823).

No dudó en invadir su país con fuerzas extranjeras, los Cien mil hijos de Luís para dar comienzo a la Década Ominosa. Se cerraron periódicos, y Universidades, además de ejecutar la famoso guerrillero Juan Martín Díez, el llamado Empecinado, un incansable luchador contra el poder francés durante las guerras de Independencia. Fernando VII trató de ganarlo para su bando ofreciéndole una fortuna para que se uniese a los Cien mil hijos de Luís, pero el Empecinado se negó, “si no hubiese querido la Constitución no la hubiese jurado”, le contestó al monarca.

Aunque Fernando contaba con el apoyo popular por el empoderamiento de la Iglesia, tenía resistencia de la burguesía que se alzó en Tarragona. La nueva revuelta liberal fue reprimida con ayuda de los franceses. En 1830 se desbarató otro intento de invasión liberal acaudillada por Espoz y Mina, y al año siguiente otra proveniente desde Gibraltar conducida por Torrijo.

El decaimiento físico de Fernando era evidente. Su estado era tan desesperante por la insuficiencia renal que ordenó la liberación del Dr. Pedro Castelló Ginestá, un confeso liberal para que lo curase. Como Fernando mejoró notablemente, lo nombró médico de la Corte.

En 1832, estando muy enfermo en La Granje, firmó un decreto derogando La Pragmática para que su hermano Carlos lo sucediese, pero con la mejoría de salud, el Ministro Cea Bernárdez, logró la restitución de La Pragmática. Don Carlos marchó a Portugal desde donde intentó de varias formas posibles cambiar las leyes, pero sin suerte. Cuando en junio de 1833 Fernando cae en un estado de estupor, se decide a inhabilitarlo y suplantar su poder por una Junta Tripartita constituida por Valdés, Asnicar y Vigodet, quienes, a pesar de las intrigas, mantuvieron la voluntad de Fernando.

A su muerte, Isabel fue nombrada Reina bajo la regencia de su madre, María Cristina, quien apenas seis meses más tarde se casaba con su edecán, Agustín Fernando Muñoz y Sánchez. Carlos daba inicio a las guerras de Sucesión y con ellas a la decadencia de España.

 

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