La historia de Las Trece Rosas, mujeres que plantaron cara al franquismo

La madrugada del 5 de agosto de 1939 fueron fusiladas en el cementerio de la Almudena de Madrid trece jóvenes mujeres conocidas como “Las Trece Rosas”. Este hecho histórico tuvo una gran repercusión tanto en España como en el extranjero.

La Guerra Civil española (1936-1939) enfrentó a los habitantes de España y a varias potencias extranjeras, que combatieron en suelo español para apoyar a uno de los dos bandos: republicanos o nacionales. Tras finalizar la guerra, Francisco Franco se convirtió en el caudillo del país e impuso una dictadura autoritaria, conocida como Franquismo.

Madrid fue la última ciudad en ser conquistada. Tras el fin de la guerra, el 1 de abril de 1939, las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU), organización juvenil de izquierdas contraria a Franco, quisieron organizarse clandestinamente para rechazar la ocupación de la ciudad.

Sin embargo, sus líderes fueron descubiertos y aprisionados, y se buscó a aquellas personas que tenían contacto con la organización para reprimirles. Entre ellas había “Las Trece Rosas”, mujeres jóvenes republicanas. Tenían entre 18 y 29 años.

Las jóvenes f ueron detenidas y torturadas antes de ser conducidas a la cárcel de mujeres de las Ventas de Madrid. Con la represión que siguió el final de la guerra, en la cárcel había muchas más reclusas de las que el edificio había sido diseñado para acoger.

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Condenadas a muerte

Los hechos se precipitaron tras el asesinato del comandante Isaac Gabaldón. Un explosivo acabó con la vida del alto cargo franquista, la de su hija de 16 años y con la del conductor del vehículo el 27 de julio de 1939 mientras circulaban por la carretera.

Aunque no se sabía con claridad quién era el culpable del ataque, el régimen lo consideró un desafío y se decidió castigar a personas que formasen parte de grupos contrarios al régimen, se tuvieran pruebas o no de su culpabilidad .

El régimen pensó que su muerte era un desafío y que debía castigar a los verdaderos culpables, o a aquellos de los que se sospechase, de forma ejemplar. Aunque todo parecía indicar que había sido obra de algún grupo de antiguos soldados de la República, o de huidos —no era la primera vez que se producía un atentado contra un vehículo en marcha en los alrededores de Madrid—, el régimen lo atribuyó a una supuesta red comunista de grandes dimensiones.

El 3 de agosto de 1939, el fiscal del Consejo Permanente de Guerra concluía y sentenciaba a muerte a 56 personas, y las culpabilizaba como “responsables de un delito de adhesión a la rebelión”. Entre ellos había 43 hombres, conocidos como L os 43 Claveles, y 13 mujeres, que pasarían a la historia como Las Trece Rosas.

Estas mujeres fueron elegidas al azar de entre las reclusas que se encontraban en ese momento en la cárcel de Las Ventas de Madrid.

Trece mujeres con trece historias

Sus nombres eran Carmen Barrero Aguado, Martina Barroso García, Blanca Brisac Vázquez, Pilar Bueno Ibáñez, Julia Conesa Conesa, Adelina García Casillas, Elena Gil Olaya, Virtudes González García, Ana López Gallego, Joaquina López Laffite, Dionisia Manzanero Salas, Victoria Muñoz García y Luisa Rodríguez de la Fuente.

A ellas se le sumó Antonia Torre Yela. Se conocería como la Rosa número 14: fue condenada el mismo día que el resto, pero no fue fusilada hasta el 19 de febrero de 1940 a causa de un error de registro.

En el momento de ser fusiladas, nueve eran menores de edad. La mayoría de edad se alcanzaba a los 21 años. Muchas de estas mujeres desempeñaban varios oficios: había varias modistas, una pianista, una secretaria y una sastre.

Antes de morir, se les permitió escribir una carta con motivo de despedida. Fue relevante la carta de Julia Conesa, quién dedicaba sus palabras en especial a su madre y de dónde se reconoció una de las frases más conocidas de este hecho histórico: «Tu hija que ya jamás te podrá besar ni abrazar… Que no me lloréis. Que mi nombre no se borre de la historia».

Una historia conmovedora

Su historia ha servido de inspiración para cineastas y escritores. Destacan libros como Las Trece Rosas de Jesús Ferrero o T rece Rosas Rojas del periodista Carlos Fonseca.

El documental Que mi nombre no se borre de la historia, dirigido por Verónica Vigil y José María Almela en 2004, buscó reflejar en el título la frase que dejó escrita una de las mujeres antes de morir. La película Las 13 Rosas, del director de cine Emilio Martínez, estrenada en 2007, también busca rendir homenaje a las mujeres fusiladas.

Su historia también ha sido adaptada a otros formatos. El espectáculo de danza Las 13 Rosas, de la compañía Arrieritos, ganó dos Premios Max de las Artes Escénicas.

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A día de hoy y desde 1988, la Fundación Trece Rosas sigue conmemorando cada aniversario y velando por la memoria histórica de estas trece mujeres que murieron fusiladas bajo el régimen franquista.

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