La favorita, Sarah Churchill (1660-1744)

Guardiana del Tesoro Privado y Dama de la Toga. Estos son los títulos con los que Sarah Churchill ejerció en la corte de la reina Ana Estuardo. Pero Sarah, convertida en duquesa de Marlborough por su matrimonio con John Churchill, fue algo más que una dama en palacio. Confidente y amiga personal de la reina desde su infancia, establecieron una estrecha relación difícil de quebrantar. Aunque no imposible. Sin embargo, durante los años que Sarah estuvo junto a la reina era difícil discernir quien de las dos era la soberana absoluta del reino.

Sarah Jennings nació el 29 de mayo de 1660 en Holysell, una pequeña propiedad perteneciente a la parroquia de Saint Albans, en el condado inglés de Hertfordshire. Hija de Richard Jennings, miembro del Parlamento, y Frances Thornhurst, Sarah tenía dos hermanas, Frances y Barbara, y un hermano, Ralph.

Sarah llegó a la corte en 1673 acompañada de su hermana Frances para entrar al servicio primero de la duquesa de York, Mary de Módena, segunda esposa de Jacobo y madrasta de Anna. Jacobo era entonces el hermano del rey, Carlos II, al que terminaría sucediendo en 1685 como Jacobo II.

Cuando Ana y Sarah se conocieron, la futura reina tenía seis años y la dama de honor diez. Por aquel entonces, Sarah recordaba que solían “jugar juntas y ya entonces expresó un particular cariño por mí. Esta inclinación creció con los años”. Tiempo después, el propio Winston Churchill definió así la relación entre ambas: “Muy pronto, de hecho, estas jóvenes vidas hicieron que esos lazos de amor, encendidos en la pasión por un lado y en el afecto y la amistad sincera por el otro, se hicieran profundos y fuertes, hasta ahora ignorados por el bullicioso mundo. Había un elemento romántico, de hecho, ardiente, en el amor de Anne por Sarah al que la niña mayor respondió calurosamente varios años antes de que se diera cuenta de la importancia mundana de una relación.” En la intimidad, no eran Anne ni Sarah, reina ni favorita en el futuro; eran una curiosa pareja que se entendía a la perfección y disfrutaba con ella. Ana llamaba a Sarah “Señora Freeman”, mientras que Sarah llamaba a Ana “Señora Morley”.

Mi felicidad o infelicidad depende totalmente de mi querida señora Freeman. Ana Estuardo

En 1675, Sarah era solamente una joven de la corte cuando John Churchill, futuro Primer Duque de Marlborough y paje del duque de York, pidió su mano. Él tenía diez años más que ella y nadie aprobaba aquella unión que tuvo que realizarse en secreto en algún momento del invierno de 1677. El matrimonio, que terminaría convirtiéndose en una de las relaciones más sólidas del reino, se hizo público cuando el primer embarazo de Sarah ya no se pudo ocultar. Harriet Churchill, que nació en octubre de 1679, no sobrevivió a la infancia. Tras ella, nacerían seis hijos más, entre ellos, Anna Spencer, de quien descenderían personalidades de la historia de Inglaterra como Winston Churchill o Diana de Gales.

Los primeros años de matrimonio, los Churchill se mantuvieron unidos ante los turbulentos acontecimientos que se sucedieron tras la muerte de Carlos II hasta que la amiga de la infancia de Sarah terminó ascendiendo al trono después de la Revolución Gloriosa y la caída en desgracia de Jacobo II que reinó brevemente y el reinado posterior de Guillermo III. Mientras tanto, Ana se había casado en 1683 con Jorge de Dinamarca y había nombrado a Sarah su Camarera. Sarah había sobrevivido a la amenaza de María II, esposa de Guillermo, quien se empeñó en intentar alejarla de la corte. Pero Ana no iba a permitir que alejaran de su lado a su querida “Señora Freeman”.

Mientras Sarah afianzaba su posición en el agitado palacio, su marido capeaba el temporal con exilio y detención en la Torre de Londres incluidos y era ascendido a conde. En 1702, Ana era coronada reina de la Gran Bretaña. Empezaba el reinado de la Señora Morley. Y el de la Señora Freeman. Lo primero que hizo Ana como agradecimiento a los Churchill fue ofrecerles el ducado de Marlborough que incluía una importante renta. La nueva duquesa de Marlborough asumió el cargo de Guardiana del Tesoro Privado y Dama de la Toga. La antigua amistad entre ambas mujeres continuó más sólida que nunca y Sarah se erigió como la favorita más influyente de palacio. No había decisión real que Ana no consultara con ella. Tampoco cuestiones privadas. La reina, que había sufrido una trágica vida matrimonial viendo morir uno tras otros a sus casi veinte hijos, había encontrado en Sarah a una fiel compañera y confidente, un hombro en el que apoyarse y verter sus lágrimas mientras veía impotente desaparecer a sus pequeños.

Así, Sarah Marlborough controlaba la política, las finanzas y el corazón de la reina. Pocos hablaban a la soberana con la franqueza y familiaridad con la que lo hacía su favorita. Pero nada es eterno. Tampoco aquella, en apariencia, inquebrantable relación. Sarah hacía un tiempo que había introducido a una prima en palacio. Abigail Hill era hija de una rama pobre de la familia Jennings y Sarah sintió que podía ayudarla dándole un cargo junto a ella. Poco a poco, Abigail fue ganando terreno en la estima real. La reina la había nombrado su Camarera en 1704 pero Sarah no podía imaginar que su prima se inmiscuiría entre ella y la soberana. Para cuando se dio cuenta y pretendió alejarla de palacio ya era demasiado tarde. Sarah Churchill recordaba que “la conducta de ambas, la reina y la señora Marsham [apellido adoptado por Abigail por matrimonio] me convenció que había cierto misterio en el Affair y entonces me puse a investigar sobre todo lo que pude. Y en menos de una semana descubrí que mi prima se había convertido en la Favorita absoluta”.

La derrota final llegó en 1711 cuando Sarah Marlborough tuvo que entregar las llaves del poder con las que orgullosamente se había hecho retratar en alguna ocasión. Había terminado su particular reinado como favorita. Abigail sustituyó a su prima en el cargo de Guardiana del Tesoro Privado.

Los duques de Marlborough abandonaron por un tiempo Inglaterra y regresaron a casa poco después de la muerte de la reina Ana en 1714 y el nuevo soberano, Jorge I restableció al duque en su cargo de Capitán General del Ejército Británico. Sarah, mientras tanto, se centró en mantener el patrimonio familiar y, a pesar de que mantuvo siempre una cordial relación con los siguientes reyes y reinas de Inglaterra, nunca más llegó a ser la todopoderosa favorita que fue.

Sarah Churchill, duquesa de Marlborough, falleció el 18 de octubre de 1744.

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