122 años después de que se sumergiera en el Canal de la Mancha la primera bañista, Maria Carolina di Berry, se inventaba el bikini. O al menos eso se han disputado toda la vida los franceses Jacques Heim y Louis Réard. Este último es precisamente el responsable del día 5 de julio sea el Día Internacional del Bikini.
Esta celebración conmemora la presentación en París del primer bikini en 1946. El evento tuvo lugar en la popular pileta del Hotel Molitor y, ante varios espectadores asombrados, la stripper francesa de origen italiano Micheline Bernardini desfiló con la escueta prenda.
Réard, sabiendo los ríos de tinta que haría correr su diseño, lo estampó con lo que simulaban ser páginas de periódico. ¿Y el nombre? Bikini, en honor a las pruebas con bombas nucleares que pocos días antes se celebraban en el atolón con el mismo nombre de mitad del Pacífico.
Por su parte, Heim desarrollaba también un prototipo de la prenda aquel verano y lo promocionaba como “el traje de baño más pequeño del mundo”. Aunque en realidad eran más pequeños los cuatro triángulos de su competidor quien anunció el suyo como “más pequeño que el traje de baño más pequeño del mundo”.
El furor por el escueto traje de baño que prácticamente no dejaba marcas se contagió pronto a las italianas: Lucía Bosé se alzaba con el título de Miss Italia en 1947 y con un bikini.
A popularizar -todavía más- el bikini en los años sesenta, contribuye Brigitte Bardot y toda la industria cinematográfica que encuentra en esta prenda un recurso más para atraer al público. Ursula Andress, en 1962, se convirtió inmediatamente en un icono tras protagonizar la salida más sensual del mar. El bikini blanco, responsable en parte del éxito, se subastó en Londres a principios de este siglo por unos 60.000 euros.