Por su falta absoluta de remordimientos, su crueldad extrema y el hecho de que sus cinco víctimas eran niños, Ian Brady fue probablemente el más terrible y odiado psicópata inglés. Durante 18 meses, entre 1963 y 1965, Brady y su novia y cómplice, Myra Hindley, se convirtieron en los «asesinos de los páramos». Recogían a menores en las calles de Manchester, los subían a una furgoneta y luego los torturaban, violaban y mataban en los campos lúgubres y desiertos del páramo de Saddleworth Moor, en las afueras del Gran Manchester. Su juicio, en el que fueron condenados a varias cadenas perpetuas, conmocionó a la sociedad británica. La pareja incluso se convirtió en un lamentable icono pop con una discutible canción de The Smiths.
Brady murió a las 18.03 horas del lunes en el psiquiátrico de alta seguridad de Ashworth, en Liverpool, donde había sido ingresado en 1985, cuando los forenses establecieron su condición de psicópata. Arrastraba problemas pulmonares y cardíacos por su afición al tabaco. En 1999 inició varias huelgas de hambre para que se le dejase morir. Incluso pleiteó, pero el juez ordenó que fuese alimentado por sonda gástrica, al considerar que como enfermo mental no era responsable de sus actos.
Nacido en Glasgow como Ian Stewart, era el hijo de soltera de una camarera escocesa, que lo entregó en adopción. Conflictivo desde la infancia, fue un delincuente juvenil cruel y alcohólico. A los 17 años, la justicia ordenó que se fuese a vivir a Manchester con su madre y tomó el apellido de su padrastro. Tras cumplir dos años de cárcel por robos y abusos a mujeres, comenzó a trabajar en los almacenes Millwards de Manchester, donde conoció a Myra Hindley, una joven católica cuatro años más joven (murió en prisión en 2002, con 60 años).
Obsesionado con Hitler, Nietzsche, el Marqués de Sade y la pornografía masoquista, Brady introdujo en sus perversiones a la impresionable Hindley, a la que acabó proponiendo cometer «el crimen perfecto». El 12 de julio de 1963, Myra subió a su furgoneta a una adolescente de 16 años que iba a un baile, Pauline Reade, a quien pidió que la acompañase al páramo a buscar un valioso guante extraviado. Brady las siguió en su moto y una vez en el destino mató y violó a la chica. Fue el primero de cinco crímenes salvajes, en los que asesinó además a un niño de diez años, dos de doce y un adolescente de 17.
El 6 de octubre de 1965, la pareja invitó al cuñado de Myra, el delincuente David Smith, a asistir al asesinato a hachazos del adolescente Edward Evans, de 17 años. Aterrado ante tal espanto, Smith telefoneó al día siguiente a la policía, que hasta entonces daba palos de ciego y no veía relación entre las desapariciones. En el juicio se destapó una espeluznante grabación de audio de cómo torturaron a una niña y fotos del crimen.
Como ratificación final de su repulsiva personalidad, Brady se negó siempre a revelar donde enterró a una de sus víctimas, Keith Bennett, de 12 años, a pesar de los ruegos reiterados de los familiares del niño.
Ficha:
Ian Brady (Glasgow, 2 de enero de 1938-Psiquiátrico de Ashworth, Liverpool, 15 de mayo de 2017). Asesino sádico y extremadamente cruel, mató a cinco niños en un páramo del Gran Manchester entre 1963 y 1965. Su cómplice fue su novia Myra Hindley, que actuaba de gancho y participó en las torturas y abusos. Brady era un psicópata que jamás mostró el menor remordimiento.