Wilhelm Fabry o Hildanus no cursó ningún tipo de estudio universitario a lo largo de su vida, sino que llegó al campo médico, y al de la cirugía en especial, a través del aprendizaje como oficial de los servicios de barberos-cirujanos. Este era un caso usual en una época en la que los médicos no eran los encargados de realizar las operaciones a los enfermos, lo que correspondía a los barberos-cirujanos. Los únicos estudios que Hildanus completó a lo largo de su vida fueron los primarios. Sin embargo, siempre estuvo muy cercano al mundo médico, puesto que se casó con Marie Colinet, una famosa matrona que tenía grandes conocimientos quirúrgicos.
La importancia de Hildanus en el campo de la cirugía radica en lo revolucionario de las técnicas que utilizaba. A diferencia de otros cirujanos, siempre amputaba por el tejido sano, mientras que el resto lo hacía por la parte enferma, lo que implicaba el riesgo de que la amputación fuera inútil. Con el fin de hacer menos peligrosa la hemorragia, Hildanus solía ligar el miembro por encima de donde se había realizado la amputación. Asimismo describió un procedimiento para el tratamiento de fracturas y dislocaciones de la columna vertebral.
Hildanus marcó toda una vía a seguir en lo referente al desarrollo de los instrumentos técnicos. Uno de sus inventos más importantes fue un aparato en forma de tubo por el que se introducía un fino alambre, con el fin de poder estrangular la base de aquellos tumores que estaban localizados en zonas profundas del cuerpo humano, antes de proceder a extirparlos. Muestra de lo trascendente de esta innovación es el hecho de que dicho instrumento se utilice todavía en nuestros días, sin que haya sufrido grandes modificaciones. De igual manera, en la actualidad se ha mantenido otro de los métodos de Hildanus: el sistema de vendajes para corregir las malformaciones en las manos.
Sin embargo, Hildanus no era un revolucionario en todos los aspectos médicos, ya que en las terapias a seguir para los recién operados mantenía su creencia en métodos atávicos. Así, siguió utilizando el llamado “emplasto para armas”, un remedio que estaba muy ligado al oscurantismo de los curanderos medievales. Se trataba de una mezcla singular de polvo de momia, lombrices, óxido de hierro, cerebro de cerdo y musgo tomado del cráneo de un hombre ahorcado bajo el signo de Venus. Pero lo más significativo de esta terapia era que no se aplicaba directamente sobre la herida del enfermo, sino sobre el arma que la había causado.
Fabricius Hildanus recopiló a lo largo de su vida un archivo detallado con más de seiscientos casos clínicos. Estos expedientes fueron publicados en varios libros bajo el título común de Observationen, oder Wahrnehmungen in der Wundartzney. A través de los textos que han quedado para la posteridad, se ha podido comprobar que sus teorías sobre las inflamaciones eran muy similares a las actuales. Hildanus afirmaba, para sorpresa de muchos de sus contemporáneos, que los cuerpos extraños, los parásitos y los nervios podían tener una influencia directa en la curación de los enfermos. De igual manera, desarrolló sus propias teorías sobre la génesis de las enfermedades, sin que éstas se correspondiesen con ninguna de las que imperaban en su época.
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