Henry Wadsworth Longfellow

Henry Wadsworth Longfellow alcanzó un gran reconocimiento por parte de sus contemporáneos gracias a obras como Ultramar (1835), una narración que recoge sus viajes por Europa, y más tarde con su primera obra poética, Las voces de la noche (1839), en la que destacan los “Salmos de la vida”. A este libro le siguió Baladas, en el que alcanzó la cumbre de su inspiración poética en poemas como “Excelsior”, “El naufragio del Hésperos” o “El guerrero del pueblo”.

En sus obras posteriores se decantó hacia temas de carácter popular e histórico; así, en el poema narrativo Evangeline (1847) rememoraba el éxodo de los acadios, y en Hiawatha (1855) recurría a las leyendas y al folclor de los indios. De su producción más tardía cabe destacar La petición de mano de Miles Standish (1858), Cuentos de una hostería (1863) y una traducción de La Divina Comedia de Dante (1865-1867).

La poesía de Henry Wadsworth Longfellow, de esmerada factura métrica y rítmica, se caracteriza por una suave emotividad, sencillez y una visión romántica expresada por seres melancólicos. Ante su obra los críticos siempre se han dividido: por una parte, como hizo Edgar Allan Poe, que libró una curiosa batalla contra Longfellow, se le achacó poca profundidad histórica, escasa imaginación y demasiado lirismo y romanticismo; por otra, se le atribuye la condición de clásico de la cultura norteamericana porque sus errores como poeta son menores que la fascinación que han ejercido sus poemas en varias generaciones, sobre todo en los niños y los jóvenes. La popularidad inmensa de Longfellow ayudó al desarrollo de la poesía en Estados Unidos y al conocimiento de ésta en todo el mundo.

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Autores: Ruiza, M., Fernández, T. y Tamaro, E. (2004). Biografia de Henry Wadsworth Longfellow.

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