Franz Liszt, biografía de un virtuoso del piano

“Llevo una profunda tristeza en el corazón que de vez en cuando debe estallar en sonido”.

-Franz Liszt-

Franz Liszt fue uno de los más grandes pianistas de todos los tiempos. Pero no solo eso, también fue un gran ser humano al que Beethoven besó en la frente cuando era apenas un niño y de quien el gran Richard Wagner dijo que: «sin él, ustedes nunca habrían escuchado una sola nota de mi música».

Tenía una salud y una personalidad frágiles. Al mismo tiempo, una extraordinaria inteligencia y una afabilidad natural. Vivía arrebatos místicos con cierta frecuencia y por eso fue paralelamente un hombre profundamente religioso y un seductor incorregible.

A diferencia de otros de sus contemporáneos, Franz Liszt no tenía debilidad de estar por encima de los demás. Celebraba los triunfos de otros músicos y les ayudaba a que crecieran, siempre que le fuera posible.

La infancia de Franz Liszt

Franz Liszt vino al mundo en Raiding, Hungría, el 22 de octubre de 1811. Desde que nació, tuvo una salud muy frágil. Sufría accesos de fiebre frecuentemente y además se mostraba extremadamente nervioso. Pasó mucho tiempo en cama, hasta que cumplió 6 años y alcanzó cierta estabilidad.

Quizás, precisamente por eso no era un niño como los otros. Desde muy pequeño desarrolló una especial sensibilidad musical. Comenzó a tocar el piano a los 7 años, guiado por su padre que también era músico. Las primeras composiciones de Liszt datan de cuando tenía 8 años.

A los 9 años, dio su primer recital y dejó asombrada a la audiencia. Su padre lo llevó entonces a Viena y allí le encomendó la educación musical de su hijo a Czerny y a Salieri. Dicen que los maestros le preguntaron qué quería ser cuando fuera adulto. Franz Liszt, sin dudarlo, apuntó a una foto de Beethoven y dijo: “¡Ese!”

Un genio de la música

Franz Liszt tuvo un éxito apoteósico en Viena. Fue allí donde, ante 4.000 espectadores, Beethoven subió al escenario, después de oírlo tocar y le dio un beso en la frente. Esa fue una señal de aprobación que consagró desde el principio a este magnífico pianista.

Más adelante su padre lo llevó a París. Allí obtuvo triunfos considerables y a los 15 años ya se le consideraba uno de los grandes intérpretes de la música. También hizo varias giras por ciudades europeas. Esto quebrantó su salud y de repente tuvo una crisis mística. No hacía más que orar, ayunar y pensar en Dios.

Su padre entonces lo llevó a descansar en el sur de Francia. Allí recuperó la estabilidad, pero también tuvo que sufrir la muerte de su padre. Volvió entonces a París, donde se hizo cargo de los gastos de la familia, con tan solo 16 años de edad.

Amores tormentosos

Franz Liszt sobrevivía, en gran medida, de darle clases de música a los nobles. Así conoció a Carolina de Saint-Cricq y se enamoró perdidamente de ella. La familia se opuso a la relación, que terminó pronto y dejó a Liszt en una gran depresión.

Años después, y tras muchos amoríos fugaces, conoció a la condesa María d’Agoult. Ella era mayor que él y estaba casada. Sin embargo, el amor floreció de inmediato y los dos huyeron hacia Ginebra en agosto de 1831. Con ella tuvo tres hijos.

Al tiempo que sus composiciones se hacían más maduras y completas, la relación con María se deterioraba. Comenzó a tener romances furtivos, uno de ellos con la célebre bailarina Lola Montes. María se enteró de esto y dio por terminada la relación. Nunca lo perdonó, e incluso quiso arruinar la reputación de Franz Liszt.

Un final triste

Franz Liszt nunca dejó de cosechar éxitos, como compositor y como intérprete. Tras separarse de María anduvo errático algunos años y luego sintió de nuevo su vocación religiosa. Decidió convertirse en abad y a partir de entonces solamente compuso música religiosa.

En 1859, murió su único hijo varón, Daniel. Tenía tan solo 20 años. Fue un gran golpe para Liszt, del cual nunca se recuperó. Lamentablemente, tres años más tarde falleció su hija Blandine. Solo quedó viva su hija Cósima, quien terminó abandonando a su esposo porque se enamoró de Wagner, quien era el entrañable amigo de Franz Liszt.

Liszt jamás dejó de trabajar en la música. Tampoco de escuchar y aconsejar a otros músicos que lo consultaban. Cuando cumplió 60 años fue víctima de una hidropesía y estuvo al borde de la muerte. Esta solo llegó 15 años después, tras un gélido golpe de viento que recibió en un tren. Murió de complicaciones pulmonares el 31 de julio de 1886.

LISZT

Artículo publicado originalmente en https://lamenteesmaravillosa.com/

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