Leyenda en la historia del rock, músico tan prolífico como genial, excéntrico y comprometido, disparó (este es posiblemente el verbo más adecuado) más de setenta discos cargados de soda cáustica contra las cabezas de todos los títeres que a la izquierda y a la derecha asolaban, y sobre todo aburrían, a las “víctimas” del territorio musical americano de la época. Pero su gran contribución al paisaje musical de nuestro tiempo consistió en cebar esos proyectiles con una especie de pólvora estética que aglutinaba las más diversas influencias, desde la atonalidad hasta el doo-wop, pasando por las veredas de Stravinsky, Stockhausen, el reggae de Marley o el jazz de Charlie Mingus, todo mezclado en combos tan indescifrables como asombrosos. Tanto su obstinada desobediencia como la compleja extensión de su obra lo han convertido en una pieza insustituible de la cultura contemporánea y a la vez en una especie de anomalía para las liturgias del rock reglamentario. Frank Zappa fue literalmente ex-céntrico, tocaba casi todos los instrumentos y compuso muchísima música clásica que jamás se editó. Se casó dos veces, y su segunda mujer, Adelaide Gail Sloatman, fue su compañera de vida. Tuvo cuatro hijos, Diva, Moon, Ahmet y Dweezil.
Posiblemente sean muy muy pocos los que conozcan su obra completa, y posiblemente también el mejor recuerdo de este genio único no sea solamente repasar su inigualable obra (que de comienzo a fin es tan disímil como empezar un viaje en Alaska y terminarlo en el Sahara), sino acercarnos a su personalidad anárquica (pero nada caótica, ojo) guiados por él mismo:
“Algunos científicos sostienen que el hidrógeno es el componente básico del universo. Yo discrepo; afirmo que existe menos hidrógeno que estupidez”.
Le gustaba comer tarta de arándanos, ostras fritas, anguilas fritas y sandwichs de maíz (pan blanco y puré de patatas con maíz blanco por encima).
Su ascendencia era siciliana, griega, árabe y francesa. Su padre era meteorólogo en la base militar de Edgewood, Maryland, y sus abuelos maternos tenían un restaurante. Frank (que decía que su abuelo paterno “no se bañaba” y que su padre lo hacía “de vez en cuando”) solía jugar con elementos químicos que se llevaba del laboratorio de su padre, y sobre todo le atraía el mercurio, con el cual se intoxicó de niño. Frank pasaba mucho tiempo enfermo, y su segunda infancia la pasó en California, lugar en el que su padre trabajó en una oficina estatal de balística. Descubrió la batería a los doce años, luego vino la guitarra, y en la secundaria formó su primer grupo, The Black-Outs, la única banda de rythm and blues de la zona del desierto de Mojave (donde vivía entonces), formada por tres negros, dos mexicanos, un representante de “los demás pueblos oprimidos del mundo” (Terry Wimberly) y él.
“Nunca tuve la intención de convertirme en un tipo extravagante. Fue la otra gente la que siempre me endilgó esa etiqueta”.
En 1957 conoce a su amigo y futuro colaborador, Don Van Vliet, alias Captain Beefheart, otro ilustre excéntrico del rock. Pronto Frank se integra en algunas bandas locales, como The Masters y The Soul Giants, escribiendo la música para películas de clase B. En esa época se hizo cargo del estudio de grabación al que llamó “Studio Z”. En él trabajaba también con otros artistas, y por rumores sobre grabaciones pornográficas fue detenido (luego de un engaño del departamento de detectives de la policía) y juzgado. Se rió del juez en la cara y fue condenado a seis meses de prisión.
“Definición del periodismo de rock: gente que no sabe escribir entrevistando a gente que no sabe pensar cuyo mensaje llegará a gente que no sabe leer.”
Más tarde se traslada a Los Ángeles, donde formó una nueva banda, The Muthers, que actuará por todo el estado. Cambian su nombre a The Mothers en 1965. En 1966 son fichados por Verve y editan su primer disco, un doble llamado “Freak Out!”, que permaneció 23 semanas en listas, gracias a la promoción en medios independientes. Para entonces ya eran Frank Zappa & The Mothers Of Invention, y hasta 1969 sacaron cinco álbumes.
“Solo la religión y las drogas nos trastornan más que la televisión y los padres”.
Antes de finalizar el año, Zappa disuelve la banda y lanza “Hot Rats”, con Captain Beefheart y el violinista Jean-Luc Ponty, proyecto que llega hasta el número nueve en las listas inglesas. A estas alturas, la fama de Zappa como héroe de la escena underground se extiende por todo el mundo, y reforma The Mothers en 1970.
“Detesto las letras de amor. Una de las causas de la mala salud mental de los Estados Unidos es que la gente se ha educado escuchando ese tipo de letras.”
En 1971, en una visita al Reino Unido, toca junto a Ringo Starr y Keith Moon, y, meses más tarde, actúa en directo en Nueva York junto a John Lennon. Llega uno de sus mejores momentos en 1974 con el álbum “Apostrophe”; disco que se ubica en el Top 10. Su producción comienza a ser cada vez más variada y abarca desde el jazz rock hasta las composiciones de corte clásico. De estas últimas, la primera fue un concierto con la filarmónica de Los Ángeles, dirigida por Zubin Mehta, e interpretando “200 Motels”. En los ochenta siguió en activo, compuso Joe’s Garage Act I y luego el doble Joe’s Garage Acts II & III, sin abandonar su originalidad.
“La música la hacen los compositores, no los intérpretes. Si un músico improvisa mientras está actuando, entonces se convierte por unos momentos en compositor.”
En 1988 gana un Grammy por “Jazz for Hell”, en la categoría de mejor álbum de rock instrumental. A partir de ese año, y hasta 1992, se lanzan al mercado seis volúmenes de una serie llamada “You can’t do that on stage anymore”, con grabaciones inéditas en directo y con buena parte de los dos centenares de colaboradores de músicos con los que había tocado en su carrera. Pero en 1990 se le detectó un cáncer de próstata, única circunstancia que pudo detener su genial y prolífica creatividad. Falleció el 4 diciembre de 1993, sin llegar a cumplir los cincuenta y tres años. La mejor elegía para este genio inclasificable la dijo El Gran Wyoming: “Frank Zappa sería un superventas si el mundo no fuera una mierda. Es el gran genio de la música del siglo veinte. Avergonzaos, no tenéis ni puta idea de quién es.”