Se cumplen este 6 de mayo los 84 años de una de las mayores catástrofes de la historia, no tanto por la cantidad de víctimas fatales sino por el impresionante efecto mediático que sus imágenes lograron en un mundo que, en 1937, no contaba con teléfonos celulares ni Internet: la caída y explosión dirigible Hindenburg, en Nueva Jersey.
Con 245 metros de largo y 41 de diámetro -casi como el Titanic-, en 1931 comenzó la construcción de una de las más grandes aeronaves, el zeppelin LZ 129 Hindenburg. Realizado por Luftschiffbau Zeppelin, se lo dedicó al presidente de la República de Weimar, Paul von Hindenburg. Su estreno tendría lugar ya con Adolf Hitler al frente del gobierno de Alemania, y la figura de la aeronave había sido impulsada como una muestra de poderío y propaganda por parte del nazismo .
El zeppelin resultó un gran logro para la época, sobre todo en aquel momento en que las líneas aéreas se limitaban a llevar mercadería y correo, y casi no existían aviones de pasajeros que, además, eran ruidosos y peligrosos.
El 4 de marzo de 1936 la nave realizó el primer vuelo de prueba, de unas tres horas. El Hindenburg cubría dos rutas: unía Frankfurt con Río de Janeiro y Lakehurst, una localidad de Nueva Jersey ubicada a unos 100 kilometros al Sur de Nueva York. En su primer año de uso comercial hizo 308.323 kilómetros, transportando 2.798 pasajeros y 160 toneladas de carga y correo. Cruzó 17 veces el océano Atlántico, 10 a Estados Unidos y siete a Brasil.
El tiempo medio de viaje a Estados Unidos era de 59 horas, el regreso era más rápido, unas 47 horas. El ticket costaba entre 400 y 450 dólares, unos US$ 5.000 actuales.
La tragedia sacude al mundo
Aquel 6 de mayo de 1937 todo estaba listo en la Estación Aeronaval Lakehurst de Nueva Jersey. El dirigible alemán Hindenburg era esperado sin con viento y cielo tormentoso. Viajaban en la nave 97 personas. Nada presagiaba la tragedia.
Cuando estaba intentando amarrar en tierras, se produjeron chispas de electricidad estática en la popa, probablemente por la fricción de metales de su estructura. Algunos investigadores creen que como previamente el dirigible había estado en un tormenta eléctrica sobre el Atlántico, eso cargó su estructura con electricidad estática.
Como sea, la chispa se propagó y en apenas 40 segundos todo el Hindenburg quedó reducido a cenizas. La noticia se esparció una vez que Robert Okin, reportero de Associated Press que cubría la llegada, telegrafió un minuto después de ver el infierno.