La Segunda Guerra Mundial (1939-1945) aún se considera el conflicto más mortífero de la historia. Tras su fin, países de todo el mundo se dieron cuenta de que era necesario evitar que un desastre así volviese a tener lugar.
En ese contexto, los líderes mundiales decidieron sentarse a negociar y trabajar en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) la aprobó el 10 de diciembre de 1948, tres años después del fin de la guerra.
El documento recoge los derechos fundamentales de todas las personas del mundo, independientemente de su procedencia, género y clase social. El texto no hubiera sido posible sin el liderazgo de una mujer: la política y activista Eleanor Roosevelt.
Una vida de política y activismo
Anna Eleanor Roosevelt fue la 34a primera dama de los Estados Unidos, y la que más años ha ocupado el cargo. Era la mujer del presidente Franklin D. Roosevelt, quien gobernó el país desde 1933 hasta su muerte, en el año 1945.
No fue una primera dama al uso. Hasta entonces, las mujeres del presidente no se involucraban en la vida política. Pero Roosevelt no se conformó: fue una escritora y activista de los derechos humanos muy enérgica que utilizaba los medios a su alcance para expresar su opinión.
Durante su etapa de primera dama, fue portavoz en algunas ruedas de prensa en la Casa Blanca e impulsó la creación de programas sociales de apoyo a los más desfavorecidos, además de ser una fiel defensora de los derechos de la comunidad afroamericana y la clase obrera.
También fue una pionera del movimiento feminista y de la defensa de la mujer. Colaboró con la Liga de Comercio Sindical de Mujeres y la Liga de Mujeres Votantes. También escribió artículos sobre igualdad en la columna My Day, ‘Mi día’, en español.
Roosevelt, delegada de la Asamblea Nacional de las Naciones Unidas
En 1946, tras la muerte de su marido, Eleanor Roosevelt fue nombrada delegada de la Asamblea General de las Naciones Unidas. Fue la primera mujer de la historia en ocupar este cargo.
Un año más tarde se convirtió en la presidenta de la Comisión de los Derechos Humanos. Su contribución fue crucial para redactar la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Fue la responsable de coordinar al grupo de delegados que trabajaban en el documento. Según relató posteriormente en sus memorias, trabajó día y noche sin descanso durante dos años.
El camino hasta la aprobación del borrador de la Declaración Universal de los Derechos Humanos no fue fácil, según explicó Roosevelt en el libro. Debatieron “La Carta magna de la humanidad”, tal y como la bautizó la activista, palabra por palabra. Finalmente y gracias al empeño de Roosevelt, fue aprobada por la Asamblea General de la ONU el 10 de diciembre de 1948.
Lejos de finalizar su lucha, Eleanor Roosevelt continuó batallando porque todos los derechos recogidos en el manifiesto se cumplieran sin excepción hasta su muerte. Falleció en 1962 a causa de una tuberculosis.