El origen del Truco

Los orígenes del truco parecen enfocarse en el mundo árabe, y se asegura que hay registros escritos y pictóricos de que se jugaba este juego en Asia en el siglo XV. Sin embargo, hay varias versiones y juegos de palabras que tratan de explicar el origen del término y del juego de truco en sí.

Los juegos de naipes (nahipi, en árabe) fueron llevados a Europa desde el mundo árabe en el siglo XII, probablemente por los caballeros que volvían de las Cruzadas, y se popularizaron de inmediato. En 1331 el rey Alfonso XI prohibió jugar a los naipes a los Cruzados, lo que da también la idea de que los naipes tendrían origen islámico y por eso la prohibición. A esto se agrega que algunos juegos de naipes habían llegado al mundo árabe procedentes de Oriente (China e India), como fruto de las transacciones comerciales con los árabes, mientras que los árabes también diseñaron sus propias barajas que a su vez llevaron a Oriente.

Yendo al juego del Truco en particular, se afirma que truco o truque (en valenciano, truc) proviene del término árabe truk y que ese juego fue inventado por los moros introducidos en España y de allí traído a América.

Otra versión dice que el término “truco” remite a truchiman (del árabe “truyuman”), que significa “intérprete”; personas inescrupulosas de la época que se aprovechaban de su conocimiento de varias lenguas para obtener ventajas mediante engaños. Esta consideración nos acerca a lo que es la esencia del truco, pues más allá de sus reglas y del valor dado a las cartas es, en lo fundamental, un juego en el que lo que vale es la habilidad para el engaño.

Así, parece que fueron los árabes instalados en la península ibérica en la Edad Media quienes hicieron conocido el juego allí. En la península ibérica el truco (o su predecesor) se jugaba en Castilla, Galicia y parece que sobre todo en Valencia, cuya versión sería la que llegó a América a través de los colonizadores españoles. Poco a poco lo aprendieron tanto los pueblos originarios como los criollos; todos fueron agregando y modificando reglas, códigos y maneras de jugar. Como fuera, lo cierto es que ha ido cambiando con los años, hasta hacerse popular en Argentina y en Uruguay, Brasil, Paraguay, Chile, Colombia y Venezuela.

La historia cierra bastante bien. Pero hay otra versión más “latina”…

En la Edad Media ya se usaba el verbo en latín “torquere” (torcer, dar vuelta), que luego sufrió una transposición de la “r” pasando a “troquere” o “trocare” (trocar, cambiar o intercambiar cosas). El acto de trocar es el trueque, un sistema de uso más que extendido durante la Edad Media, sobre todo entre campesinos y burgueses, aunque en ocasiones también en la nobleza.

De acuerdo a esta perspectiva, la clásica división en cuatro “palos” de la baraja (oros, bastos, espadas y copas) caracteriza las ocupaciones de los hombres destacables de aquellos tiempos: aquellos que se destacaban por su fortuna (oro), los guerreros u hombres de armas (espada); los funcionarios de la corte, cuyo símbolo de poder era el bastón (bastos); y las variadas interpretaciones sobre las copas, que van desde el arte y el buen vivir hasta el comercio.

Entonces, en plena Edad Media y con estos elementos habría nacido el juego de cartas o naipes del troque que luego se llamaría truque, y finalmente truco. Esta sería digamos, la versión “anti-árabe”, ya que los cristianos de la Edad media tenían resistencia a utilizar términos de origen árabe (como “truk”, el que ya vimos) y preferían bucear en orígenes más “europeos” y en palabras de origen latino.

Por ese lado viene también, dicen en esta misma versión, la palabra envido, del verbo latino invitare (de “in vita”, entrar en su vida), que deriva en envidare y finalmente en envido. Esa “invitación” puede ser aceptada o no por el contrincante; si tiene valores o posesiones que considera superiores, aceptará; si no, pasará al “trueque” (truco) directamente.

Se presenta entonces el desafío a trocare. Se exagera (como en todo trueque) el valor de las posesiones propias y se apela a la mentira o el engaño para ganar el juego si el oponente se asusta. Al ocultar el verdadero valor de lo que uno tiene, se está “trucando” ese valor. De ahí, el paso de “trueque” o “troque” a “truque”, usando el verbo “trucar” como “engañar” o falsear un valor determinado.

Como vemos, si bien ambas versiones remiten al mundo árabe como origen del Truco, las versiones difieren en la etimología y el origen de las palabras involucradas en el juego.

El gran Jorge Luis Borges llegó a decir que el truco “es el más ingenioso y complejo juego de cartas creado por el hombre”. Y el poeta y escritor oriental Bartolomé Hidalgo, uno de los creadores de la poesía gauchesca, escribió: “con picardía y creatividad, nuestros antepasados innovaron las reglas del “truk” árabe, un entretenimiento milenario basado en el cálculo matemático, la memoria, el humor y… el engaño”.

 

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