El día que Hitler pidió a la Argentina el estado de sitio

“Hitler pide que el Gobierno argentino aplique el estado de sitio en favor del nazismo”. Así, textual, publicaba el diario Crítica el 26 de febrero de 1934. Y lo más curioso es que aquella afirmación, por más descabellada que pareciera, era cierta.

Durante los primeros años luego del advenimiento de Hitler, dos periódicos de Buenos Aires se opusieron fervientemente a los nazis y a sus oscuros métodos. Uno era el matutino Crítica, de los más populares de la capital, y el otro el “Argentinisches Tageblatt”, propiedad del germano Ernst Alemann; órgano de los alemanes que resistían a la desaparición de la República de Weimar y al avance de los nazis en todos los órdenes de la vida teutona.

Ambos diarios, especialmente el Tageblatt, solían mofarse de los nazis, incluido su canciller, a quien representaban habitualmente con burdas caricaturas. Sus redactores denunciaban los abusos que comenzaban a perpetrarse en contra de los judíos en el Reich, a la vez que ponían de manifiesto los métodos brutales y la penetración hitlerista en cada ámbito, organismo u organización de Alemania.

En 1933, el ministro representante del Reich en Buenos Aires, von Kaufmann, amigo personal del enviado extraordinario y ministro plenipotenciario argentino en Berlín, Eduardo Labougle, hizo una presentación judicial denunciando a ambos diarios. Los alemanes querían a todas luces que el Gobierno argentino censurara a los periódicos que se oponían su régimen. Que los obligara a abandonar cualquier insinuación contraria a las políticas esgrimidas por el hitlerismo en el Reich.

Los alemanes pretendían, sin más, que el presidente Agustín P. Justo aplicara los mismos métodos de censura que Goebbels había comenzado a aplicar en Alemania.

Para comienzo de 1934, Kaufmann había sido reemplazado por von Thermann. El nuevo representante llegaba a Buenos Aires para hacerse cargo de la Legación de Alemania y para demostrar, a diferencia de su antecesor, que estaba dispuesto a alinearse sin miramientos con sus nuevos amos nazis.

En febrero de ese año los nazis volvieron a la carga con renovado brío. Thermann presentó una descarada nota ante el ministro de Relaciones Exteriores Saavedra Lamas. El diplomático alemán amenazaba al Gobierno argentino con tomar represalias que repercutirían en las relaciones bilaterales y, como si fuera poco, recomendaba que éste se aprovechara del estado de sitio reinante para censurar a los periódicos cuestionados por los alemanes. Aún en 1934, se trataba de todo un atrevimiento impensado.

El gobierno de Agustín P. Justo era democrático, sin embargo era el resultado del golpe de estado perpetrado años antes por Uriburu. Yrigoyen fue perseguido y encarcelado. Los levantamientos provocados en todo el país a su favor dieron como resultado la aplicación del estado de sitio.

Crítica y el Tageblatt, lejos de abandonar su diatriba contra Hitler, redoblaron la apuesta. Denunciaron la carta de Thermann y repudiaron vigorosamente el atrevimiento de los alemanes al sugerir que se utilizase el estado de sitio para censurar a la prensa de un país libre.

Como es de imaginarse, el reclamo de la Legación Alemana, si bien fue judicializado, no tuvo éxito. Sin embargo, no sería la última vez en que los alemanes intentaran que los dirigentes argentinos actuasen como lo harían ellos en Alemania. Aquello fue apenas el comienzo.

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