Es curioso destacar que este líder de líderes, no poseía especial habilidad para los estudios, pero logró vencer esas y otras dificultades con su espíritu de superación. Gozaba desde su infancia de un gran sentido del humor, como lo reflejan dos anécdotas del tiempo de sus estudios de Derecho en Inglaterra. Había un profesor que le mostraba antipatía y lo discriminaba debido a su faz morena y su apariencia enclenque. Cierto día Gandhi con su bandeja de comida fue a sentarse en una mesa en donde se encontraba este maestro, el cual le dijo: ¿no sabe usted señor Gandhi que los pájaros y los cerdos no pueden juntarse?, Gandhi le contestó: no hay problema, yo me voy volando, y se cambió de lugar. En otra ocasión, el mismo profesor le devolvió su examen y al final le puso con letras grandes la palabra idiota. Cuando preguntó a la clase si había alguna duda, Gandhi le comentó: señor profesor no me puso ninguna calificación, solo estampó su firma.
Sus estudios de Derecho en Inglaterra fueron una verdadera aventura ya que en la escuela básica y en la universidad tuvo algunas materias reprobadas en su país natal. Él mismo lo confiesa: “mi inteligencia era mediocre y mi memoria frágil. Pero además era muy tímido y tenía complejo de inferioridad”. Su primera defensa como abogado fue un auténtico fracaso: “me temblaban las piernas, la cabeza me daba vueltas, no pude hacer ni la primera pregunta. El juez se rió de mí, lo mismo que los demás abogados. Me dirigí a mi cliente, le dije que no podría representarlo y le devolví sus honorarios. Salí del tribunal como alma que se lleva el diablo, así empezó mi carrera”.
Si Gandhi no hubiera superado sus fracasos, muy probablemente la India no habría logrado su independencia y Gandhi no hubiera sido un gran líder. Otros ejemplos de superación los encontramos en grandes inventores como Thomas Alva Edison, que fue expulsado de la escuela básica por retrasado mental y llegó a ser uno de los más grandes inventores del siglo XX.
Al poco tiempo, surgió una oportunidad inesperada para Gandhi, un amigo de su familia tenía negocios en Sudáfrica y necesitaba un abogado. Gandhi aceptó la oferta puesto que estaba desempleado. Compró un boleto de tren de primera clase para ir a Pretoria. Al llegar a la estación de Pietermaritzburg, un policía le pidió que cambiara de vagón, pues en primera clase solo se admitían blancos: como Gandhi se resistió, lo arrojaron a la fuerza al andén, junto con su maleta. Esta experiencia fue una de las más revolucionarias de su vida. El abogado tímido despertó, comenzó a luchar pacíficamente, se convirtió en “alma grande”: la no-violencia activa requiere verdadero valor y grandeza de ánimo. Su lucha pacífica ocasionó que el general Smuts, gobernante de Sudáfrica, lo metiera a la cárcel, allí Gandhi elaboró unas preciosas sandalias que envió como regalo al general. Este las guardó como un tesoro y exclamó: “Gandhi es un gran hombre “.
Después de algún tiempo Gandhi regresó a la India, en su patria debería de realizar lo que hizo en Sudáfrica. El éxito de la no-violencia activa fue dando frutos: primero en la protesta de la sal, luego en la huelga textil de Ahmedabad, en ella para animar a los obreros, Gandhi se puso en huelga de hambre. De allí en adelante los ayunos de Gandhi harían temblar al Parlamento inglés. A la postre, “ese faquir medio desnudo”, como lo llamaba Churchill, fue invitado a dialogar con el rey Jorge V y con la reina.
Su protesta contra la Ley Rowlatt obligó a los ingleses a conceder la independencia a la India. En suma, Gandhi cultivó la excelencia en todos los ámbitos, inspirado por las bienaventuranzas de Jesús de Nazaret y por las oraciones del Bhagvad-Gita: perfeccionó su pronunciación del inglés y del sánscrito, mandó mejorar la traducción de los escritos de Gókhale, su gurú político, reformó la ortografía del gujarati, cultivó un estilo sencillo, claro, directo, sin afectación; vivió a fondo el espíritu de la no-violencia activa. Respetó al pueblo sin caer en el populismo. Actualmente necesitamos líderes de este tipo.