El conde RazumovskI

Quizás algunas personas conozcan la frase de la Virginia Woolf que da nombre a su ensayo Una habitación propia. Pero probablemente desconozcáis la cita completa (como yo hasta hace un momento): «una mujer debe tener dinero y una habitación propia para poder escribir novelas». De manera que lo que esconde el título de su obra es la primera parte, la del dinero. Y los mecenas han venido a poner remedio a esta primera cuestión pecuniaria.

En el caso que nos ocupa, el conde Andréi Kirílovich Razumovski era embajador ruso en Viena desde finales del siglo XVIII. Allá por los comienzos del siglo siguiente, estableció un cuarteto de cuerda fijo en casa y él mismo tocaba el violín (pero no en el cuarteto). Incluso parece que tañía ¡una especie de tiorba ucraniana!

Fue él quien en 1806 encargó a Beethoven los tres cuartetos de cuerda que comentamos, los op. 59, que acabaron recibiendo el apellido de su mecenas: los cuartetos Razumovsky. Hay quien dice que el diplomático pidió incluir melodías rusas en las composiciones y hay quien explica que va fue el peculiar homenaje del compositor a su patrón.

La realidad es que los temas son de origen ucraniano en los dos primeros cuartetos mientras que todavía no queda claro el origen ruso de ninguno de los temas del tercero.

El primero de los cuartetos de la serie es una obra que me deja sin palabras, con una personal carga emocional. Como publicó la prensa en el momento de su impresión: «la concepción es profunda y la construcción excelente, pero no son fáciles de comprender».

Esta que sigue es mi parte preferida, el trino del primer violín que hace de enlace entre el movimiento lento (en este caso, el tercero, que es de una intensidad abrumadora) con el cuarto, que es donde Beethoven desarrolla un tema ruso (así lo indica en la partitura) de una contrastante sencillez, a pesar de las intrincadas variaciones que lo envuelven:

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Beethoven le dedicó al mismo conde la Sinfonía núm. 5, una dedicatoria conjunta con su cuñado (el del conde), el príncipe bohemio Joseph Franz von Lobkowitz). Aunque la Quinta la había pagado otro conde, Franz von Oppersdorff, que no volvió a encargarle nunca nada más a Beethoven… Estos otros personajes dan también para hablar una buen rato del mecenazgo..

Texto extraído del sitio: http://www.pepereche.com/es/2019/06/05/mecenazgos-1-el-conde-razumovsky/

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