El barbero, Figaro y Beaumarchais

Amante de la esposa del proveedor de la corte, con la que contrajo matrimonio en 1756, tomó el apellido Beaumarchais de una de las propiedades de ella. A los treinta años, Pierre Beaumarchais era ya escudero y consejero real. Socio del más importante banquero de su tiempo, Pâris-Duverney, sus negocios le llevaron, entre otras actividades, a proveer a las tropas españolas, traficar con esclavos para las colonias, construir carreteras y naves, convencer al rey y sus ministros de la necesidad de apoyar la insurrección estadounidense y editar las obras de Voltaire.

Dentro de esta vorágine, la literatura era sólo una de sus muchas ocupaciones. Su primera comedia, Eugenia, inspirada en un viaje que hizo a España para vengar el honor de su hermana, data de 1767. A la muerte de su socio, en 1770, la familia de éste acusó a Beaumarchais de falsificador. En 1775 consiguió ver estrenada El barbero de Sevilla, escrita en 1772. Concebida como una opéra comique, él mismo se encargó de ponerle música, como más tarde hicieron Paisiello, Rossini y Morlacchi.

En 1778 escribió Las bodas de Fígaro, protagonizada por los mismos personajes que la anterior; de una versión atenuada por el libretista Lorenzo da Ponte partió Mozart para la comoposición de su ópera homónima, estrenada en 1786. El antagonismo social que aparece en El barbero de Sevilla se acrecienta en Las bodas de Fígaro: amo y criado son puestos al mismo nivel, aunque se destaca el superior sentido práctico del criado Fígaro, y, por ende, el de su clase social. Aún seguiría una tercera parte, La madre culpable (1792), cuyo tono desengañado se corresponde con la situación creada por la Revolución Francesa.

Autores: Ruiza, M., Fernández, T. y Tamaro, E. (2004).

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