* Este artículo fue publicado el 29 de noviembre de 1994
Legalmente estaba condenado a cadena perpetua, pero los hechos han demostrado que sobre su cabeza pesaba una condena a muerte. Jeffrey L. Dahmer, el carnicero de Milwaukee, el joven con cara de ángel que mató a 17 chicos en crímenes con ingredientes de sexo y canibalismo, fue asesinado ayer en la cárcel de Portage (Wisconsin). Un preso le destrozó la cabeza cuando estaba limpiando un cuarto de baño. Dahmer ya había tenido un primer aviso en julio, en la capilla de la cárcel, cuando otro recluso trató de cortarle el cuello con un cepillo de dientes convertido en punzón.
Jeffrey Dahmer, de 34 años, fue detenido en julio de 1991 en Milwaukee. Llevaba una apacible y discreta existencia: trabajaba en una fábrica de caramelos y vivía en un apartamento del que, en ocasiones, salían ruidos extraños que los vecinos no sabían identificar. Después de la jornada de trabajo, hacía sus incursiones en bares de homosexuales y contrataba servicios de chicos muy jóvenes. En su casa, les dormía con somníferos y les mataba. Después, desmembraba los cuerpos y llevaba a cabo solitarias orgías de sexo y canibalismo.En una ocasión, un chico consiguió escapar. Atendiendo su denuncia, dos policías fueron al apartamento: el olor que salía era desagradable e inquietante. Dentro, lo único inocente que hallaron fue una bolsa de patatas fritas. En la nevera había una cabeza humana. En un cazo se encontraban manos y genitales. Otros restos se repartían por diversos lugares. En enero de 1992, en un juicio televisado en directo, para deleite de los aficionados a la casquería, el horror y la degradación, Dahmer dio con toda serenidad detalles de sus aficiones y confesó haber matado a 17 jóvenes en un plazo dé 13 años.
‘El exorcista’
La defensa alegó sin éxito desequilibrio mental. Su abogado dijo que Dahmer quedó atrapado en el mal cuando vio la película El exorcista. Todo el mundo llamaba el carnicero de Milwaukee al rubio asesino caníbal que se sentaba en el banquillo con su mono naranja sin alterarse nunca, ni cuando la hermana de una de sus víctimas le dijo que el diablo estaba dentro de él. Fue condenado a 15 cadenas perpetuas, porque en Wisconsin no hay pena de muerte. Pidió perdón a las familias y dijo que rezaría todos los días por sus víctimas, pero en una entrevista con una cadena de televisión, un año después de la condena, dijo que volvería a hacer lo que hizo si tuviera oportunidad.
La fascinación con el horror de su proceso y con su inocente y delicada apariencia atrajo cartas, regalos y donaciones para Dahmer. Una mujer de Illinois le mandó una Biblia “para que aprendiera cosas sobre Jesús” y 350 dólares, porque había tenido una revelación según la cual estaba llamada a ser su madre espiritual.
Su perseverancia hizo que Dahmer recibiera el bautismo en la cárcel en mayo de este año. Una monja de 74 años que había recibido dos libros de arte de Dahmer le envió 10 dólares para gastos de correo y dijo: “Ha hecho cosas horribles, pero en el fondo no es un mal chico”.
Desde África del Sur, Francia e Inglaterra llovieron también las donaciones para Dahmer, que se gastaba el dinero en revistas, tebeos y música, canto gregoriano y sonidos de ballenas. Los familiares de sus víctimas protestaron por la farsa de la beatificación y por el uso del dinero, después de que Dahmer no pagó ni un centavo de los 80 millones de dólares en indemnizaciones a que fue condenado.
En la cárcel, Dahmer dio muestras de un macabro sentido del humor: en una ocasión advirtió a los guardianes que tuvieran cuidado con él, porque mordía. Otra vez llamó desde el boletín de la prisión a formar un grupo de “caníbales anónimos”.
Comía a sus víctimas para sentirlas parte de él
Sin mostrar señales de remordimiento, Jeffrey Dahmer, conocido como El carnicero de Milwaukee, condenado por 17 asesinatos, apareció en una entrevista difundida por televisión en la que revela detalles de unos crímenes que Figuran entre los más horribles de la historia de EE UU. Explicó, por ejemplo, por qué se comía a sus víctimas: “Era una manera de sentir que eran parte de mí”. Dahmer habló con un tono tranquilo y desprovisto de emoción. Los asesinatos empezaron en 1978, cuando mató y desmembró a Steven Hicks, de 18 años. Fue el primero de los 17 asesinatos por los que fue recientemente condenado. Dahmer tiene hoy 32 años y cumple una condena de 999 años de cárcel en una prisión de máxima seguridad en Portage, en el Estado de Wisconsin.
“Siempre supe que estaba mal, pero conforme pasaban los años y la compulsión se volvía más fuerte, matar empezó a ser el principal objetivo de mi vida”, explica.
Durante nueve años después del primer asesinato, Dahmer estuvo en el Ejército y no cometió más crímenes. Los asesinatos se reanudaron en 1988, y durante tres anos siguieron un estricto ritual. Cogía a jóvenes en salas de fiesta, saunas o bares, les ofrecía dinero para llevarlos a su piso, les daba una píldora somnífera, les estrangulaba y efectuaba prácticas sexuales con sus cuerpos ya sin vida. Las atrocidades de Dahmer fueron descubiertas el 22 de julio de 1991, cuando una de sus víctimas logró huir de su piso y avisar a la policía.