Edward Young: Poeta de los cementerios

Pensamientos nocturnos (Night-Thoughts) es un largo poema del romanticismo del escritor inglés Edward Young (1683-1765), compuesto entre 1742 y 1745; el cual se divide en nueve partes, o mejor dicho, en noches, a lo largo de las cuales el poeta examina la fragilidad del ser humano frente a inmensa desolación de la muerte.

Pensamientos nocturnos, uno de los mejores poemas de Edward Young, se inscribe además entre los grandes poemas de cementerio, un estilo en el que abundan las referencias a la muerte, y que en cierta forma definió las principales características del romanticismo y la literatura gótica.

Debido a su extensión sólo traduciremos un breve fragmento de Pensamientos nocturnos, proveniente de la Noche I: La queja (Night I: The Complaint), el cual presenta una reflexión filosófica realmente devastadora.

Edward Young cuestiona las ideas generales acerca de la muerte. Para el poeta, existen distintas jerarquías de la conciencia; y la muerte bien podría ser la más perfecta, siempre y cuando la muerte signifique olvido. Pero si la conciencia sueña en la muerte, ésta no alcanza para borrar el dolor del recuerdo, del pensamiento, quienes transforman la realidad de ultratumba en una pesadilla de la cual es imposible despertar.

Para Edward Young, cualquier extensión de la conciencia que obligue al ser a percibirse a sí mismo, es decir, a la autoconciencia, es extremadamente destructivo; y la muerte, entendida como un estado de absoluto e irreversible olvido, es el estado más envidiable al que podemos aspirar.

Pensamientos nocturnos.

Night-Thoughts, Edward Young (1683-1765)

¡Silencio y oscuridad! ¡Solemnes hermanas!

gemelas desde la noche antigua,

que amamanta el tierno pensamiento para razonar,

y sobre la razón construye resolución,

(esa columna de verdadera majestad en el hombre)

ayúdame: te daré gracias en la tumba;

el sepulcro, tu reino: de allí caerá esta farsa,

una víctima sagrada para tu triste santuario.

Pero, ¿qué eres?

Tú, que pusiste en fuga

el primer silencio, cuando las estrellas de la mañana,

exultando, aullaron sobre la esfera naciente;

oh, tú, cuya palabra de la sólida oscuridad golpeó

esa chispa, el sol; también golpeó la sabiduría de mi alma;

mi alma, que vuela hacia tí, su confianza, su tesoro,

como avaros a su oro, mientras que otros descansan.

A través de esta opacidad de la naturaleza, y del alma,

esta doble noche transmite un rayo compasivo,

para aligerar, y alegrar. Oh, guía mi mente,

(una mente que se alejará de su aflicción)

llévala a las variadas escenas de la vida y la muerte;

y de cada escena, las más nobles verdades inspiran

menos mi conducta que mi canción;

enséñame mi mejor razón, la razón; mi mejor voluntad;

enséñame rectitud; y arreglar mi firme resolución

de sabiduría y amor, y pagar su largo retraso:

no permitas que el cuenco de tu venganza,

sobre esta cabeza dedicada, se vierta en vano.

+

Silence and darkness! solemn sisters! twins

From ancient night, who nurse the tender thought

To reason, and on reason build resolve,

(That column of true majesty in man)

Assist me: I will thank you in the grave;

The grave, your kingdom: there this frame shall fall

A victim sacred to your dreary shrine.

But what are ye?——

Thou, who didst put to flight

Primeval silence, when the morning stars,

Exulting, shouted o’er the rising ball;

O Thou, whose word from solid darkness struck

That spark, the sun; strike wisdom from my soul;

My soul, which flies to Thee, her trust, her treasure,

As misers to their gold, while others rest.

Thro’ this opaque of nature, and of soul,

This double night, transmit one pitying ray,

To lighten, and to cheer. O lead my mind,

(A mind that fain would wander from its woe)

Lead it thro’ various scenes of life and death;

And from each scene, the noblest truths inspire

Nor less inspire my conduct, than my song;

Teach my best reason, reason; my best will

Teach rectitude; and fix my firm resolve

Wisdom to wed, and pay her long arrear:

Nor let the phial of thy vengeance, pour’d

On this devoted head, be pour’d in vain.

Edward Young (1683-1765)

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