Domingo Matheu

Comerciante, militar y funcionario, Domingo Matheu nació en Mataró, Prov. de Cataluña (España), el 4 de agosto de 1765. Fueron sus padres don Pablo Matheu y doña Antonia Chicola.

Cursó sus estudios en las Escuelas Pías de Mataró, y se orientó a través de las matemáticas hacia la náutica, diplomándose de piloto de mar afuera, a los 22 años, después de realizar viajes a las Islas Barlovento.

Durante tres años, surcó los mares con su nave, amasó una fortuna apreciable, sin dejar de participar de los problemas de su país.

Educado en un hogar democrático, se volcó hacia el liberalismo, y como era separatista prefirió expatriarse. En 1791, solicitó a sus padres autorización para radicarse allende el océano, eligiendo Buenos Aires.

En ese año abrió por su sola cuenta una casa de consignaciones y negocio de ramos generales y al por mayor, en la calle Merced (hoy Perón, entre San Martín y Reconquista).

Su giro comercial se extendió a toda América y puertos de España, adquiriendo una vasta clientela. Fue así, como su nombre, en alas de un crédito creciente adquirió mayor notoriedad y simpatía. La firmeza de su negocio al por mayor lo dan las cifras del balance realizado en 1802, pues con respecto a las cuentas con su hermano Miguel, superaban los 780.000 pesos fuertes.

Gozando de sólido prestigio como vecino afincado en Buenos Aires, actuó como consiliario del Real Consulado desde 1804 a 1810, donde tuvo ocasión de alternar con Saavedra, Belgrano, Castelli, Escalada, Vieytes, Moreno y otros patriotas. En su actuación, puso de manifiesto sus ideas partidarias del libre comercio, y en la reunión del 17 de septiembre de 1806, solamente acompañado por Vidal se opuso al monopolio contra 61 de las más conocidas personalidades del Virreinato.

Cuando se produjo la primera Invasión Inglesa en 1806, Matheu fue un ardiente defensor de Buenos Aires. Más aún: formó un cuerpo de voluntarios catalanes, cuya campaña financió con su propio dinero y por su decisión y coraje en los combates fue ascendido a teniente en octubre de ese año.

Dirigió la Compañía de Miñones en los combates del Riachuelo y Miserere. En 1807, fue ascendido a teniente primero de la Segunda Compañía de Miñones, asistiendo a la defensa, en ocasión de la Segunda Invasión en la que le tocó reemplazar por enfermedad a Larrea, capitán del cuerpo.

Colaboró con Álzaga en la formación de los cantones, mandando en el de la azotea de Balbastro (hoy Perón y San Martín) donde se apoderó de un cañón y 10 ingleses.

Ascendido Liniers al cargo de virrey, Matheu no le fue adicto, y a pesar de su íntima amistad con Álzaga, no participó en la conspiración del 1ero de enero 1809. Sin embargo, su casa fue allanada, siéndole requisadas todas las armas que tenía. Su presencia de ánimo y la amistad con varios oficiales del Cuerpo de Patricios evitaron que fuese llevado preso.

En reconocimiento a los servicios militares prestados, el Rey de España, por Real Orden del 13 de enero de ese año, lo confirmó como teniente del Batallón de Voluntarios Urbanos de Cataluña. Pero la Revolución estaba en marcha, Matheu apoyó la participación del pueblo en los sucesos políticos. Invitado a concurrir al Cabildo Abierto del 22 de mayo de 1810, votó de acuerdo con las ideas de Juan Florencio Terrada por la cesación de los poderes del Virrey y la designación de una Junta, quien, adhiriéndose a su vez a lo formulado por Cornelio Saavedra, lo hizo con el agregado de que debía tener el voto activo y decisivo el Síndico Procurador.

Matheu figuró en todos los sucesos y reuniones que se desenvolvieron durante los históricos días 23 y 24 de mayo.

Su casa fue centro de importante agitación política, a la que asistieron numerosos delegados de barrios y de grupos de vecinos, registrándose la presencia de Terrada, Alberti, Ortíz de Ocampo, Núñez, Chiclana, Pereira, el doctor Echevarría, entre otros.

En la tarde de ese día decisivo, se elaboró un trascendental documento de extraordinario valor histórico, siendo sus principales autores Chiclana, Alberti y Matheu. Es un verdadero plan político, de carácter democrático que lleva por título: Forma de gobierno que debemos adoptar. En él, se establece un gobierno de siete miembros y dos secretarios, que se debían reemplazar cada cinco años, elegidos por los representantes de las ciudades y villas de todo el territorio. Este documento sirve para demostrar que no se llegó a la constitución de la Primer Junta de una manera improvisada, sino con un claro y firme propósito de independencia.

No obstante ser Matheu uno de los redactores, se excluyó para participar en el gobierno revolucionario, ya que no se encontraba incluido en los términos que el documento exigía, pues era soltero y con solo 20 años de residencia en Buenos Aires. Grande debió ser su prestigio para ser designado como vocal de la Junta. Desde entonces su participación representó en todo momento actitudes decisivas para la marcha de la revolución.

Prestó importante ayuda financiera, vendió dos barcos suyos, y con el producto de dicha operación, costeó la mayoría de los gastos ocasionados por la expedición al Alto Perú, al tiempo que hizo renuncia a sus sueldos.

Fue también Matheu, quien equipó la flotilla que burló el bloqueo impuesto por los realistas sobre Buenos Aires, y prestó importantes servicios a los elementos revolucionarios de Montevideo.

El 6 de abril 1811, fue llamado a formar parte del tribunal que debía juzgar la conducta del general Belgrano al frente de sus operaciones en el Paraguay primero y después en la Banda Oriental, tacándole absolverlo con todos los honores.

En los meses siguientes, desarrolló una actividad febril en el gobierno. Ante el viaje de Saavedra al norte para reorganizar el ejército derrotado en Huaqui por la impericia de Castelli, fue nombrado vicepresidente del gobierno, desde el 26 agosto. Días más tarde de haber asumido la primera investidura pública, el 6 de septiembre, se hizo cargo de la presidencia de la Comisión Militar destinada a preparar orgánicamente las fuerzas de guerra, acompañándolo en tales funciones y en carácter de secretario. El general Ortíz de Ocampo.

El 23 de septiembre decretó la constitución del Triunvirato, encargando a ese organismo el ejercicio del Poder ejecutivo.

Fue designado director de la Fábrica de Fusiles, el 29 del mismo mes y año, cabiéndole confeccionar los planos de la mencionada fábrica. La organizó de la manera que se lo permitieron los escasos recursos materiales que tuvo a su alcance, y exhaustas las arcas fiscales, buscó dinero en las fuentes donde pudo hallarlo, llegando incluso, a dar una corrida de toros y una función teatral cómica que se llevó a cabo el 25 de mayo 1812, las que produjeron un a cifra nada despreciable.

Matheu

Durante su gestión que abarcó un período de casi dos años, la producción de la fábrica fue importante en armas enteramente nuevas. Encargado de la administración del ramo de guerra, proveyó los ejércitos del Norte, Paraguay y Uruguay, construyó cuarteles, levantó baterías y hasta armó y equipó nuestros primeros buques.

En 1812, se le encomendó la misión de tasar las propiedades embargadas a los españoles. Esta intensa labor le valió un título tan singular como honroso. El de “Ciudadano Americano del Estado de las Provincias Unidas del Río de la Plata”.

Otro nombramiento que recibió fue el Inventor de la Lotería, el 10 de septiembre de dicho año, pero su actuación fue breve, aunque útil.

El 2 de octubre, resultó elector de diputados a la Asamblea; Presidente de la Comisión de Aduanas, y Director de la Comisión redactora de reglamentos para las Aduanas de Mendoza y Corrientes, con fecha de 13 de noviembre siguiente.

En 1813, fue declarado “Protector de la Fábrica de Fusiles”, porque según el decreto del 4 de septiembre, decía que, “con su sola firma y bajo su responsabilidad ésta tenía siempre lo que necesitaba sin limitación alguna”. El 1ero de diciembre del mismo año, se le asignaron las funciones de Comisario general de Vestuarios (hoy Dirección General de Intendencias).

En 1814, cooperó con Alvear en la formación del padrón de milicianos, desempeñándose como comandante del cuartel 8vo, cargo que tenía desde las Invasiones Inglesas.

Su mal estado de saludo lo llevó en 1817, a presentar su renuncia como Comisario General de Vestuarios, y el 27 de septiembre de 1820, el entonces gobernador general Marcos Balcarce lo designó teniente Primero del Batallón de Imaginarias.

El 6 de junio de 1821, se lo nombró con la misma jerarquía agregado al Regimiento de Infantería del Orden.

Alejado de la vida pública por su enfermedad, y recluido en su hogar de la calle Florida, falleció el 28 de marzo de 1831.

Su hijo, el doctor Martín Matheu, que alcanzó una edad centenaria, se ocupó durante más de cincuenta años en elaborar la Autobiografía (sic) de su padre. Contaba para ese objeto con todo el archivo de don Domingo, y además numerosos documentos que había conseguido reunir con no pocos esfuerzos. Produjo una obra de dos gruesos volúmenes que constituyen un verdadero fárrago de datos y noticias. Con ese título se publicó por el Senado de la Nación en el tercer tomo de la “Biblioteca de Mayo”. En un estilo no del todo claro formula serios cargos para Saavedra, y destaca las tendencias pacificadoras del padre, como hombre de orden en todos los aspectos de su vida. Según su hijo, era de genio festivo y de carácter recto, de figura alta y proporcionada, esbelto, de rostro bello, cráneo fino y modelado, con una mirada franca y abierta, de fijeza templada. En cambio, en los apuntes que poseyó Blanes, se dice que Matheu “era flaco, alto, cano, tieso, aire vulgar y que su fisonomía no decía nada”. Su retrato al óleo pintado por J. Goulú se conserva en el Museo Histórico Nacional.

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Firma de Domingo Matheu.

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