Danton y la Revolución

Licenciado en Derecho, adscripto a un estudio de abogados en París, Georges-Jacques Danton era un próspero profesional que llevaba una vida desahogada hasta que llegó la revolución. Entonces abrazó la vanguardia radical fundando el llamado Club de los Cordeliers. Como miembro de la Convención Nacional recibió el ataque de los grupos más moderados, llamados Girondinos, quienes veían en Danton un rival peligroso por su elocuente oratoria.

En 1791 fue uno de los dirigentes de la agitación republicana que llevó a los fusilamientos del Campo de Marte. Temiendo las represalias, huyó a Inglaterra de donde volvió después de la Toma de la Bastilla. En medio de una situación caótica, Danton se hace cargo del Ministerio de Justicia y se convierte en uno de los hombres más poderosos de Francia.

Después de la conflictiva huida de Luis XVI y su consiguiente juicio, Danton junto a Robespierre votan por la muerte del ciudadano Capeto.

Danton, un hombre corpulento, de aspecto imponente y oratoria brillante, logra concitar la atención de muchos cuando propone la creación del Comité de Salvación Pública : el intento frustrado de crear una Francia idílica donde priman ideas humanitarias, el laicismo y el amor a la patria. Este comité impone el “culto a la razón”, una nueva religión creada por Jacques-René Hébert y apoyada por el poderoso Robespierre. Justamente este antiguo correligionario, un abogado conocido por oponerse a la pena de muerte, radicaliza más aún sus convicciones, que pretende imponer con el uso de la fuerza. El llamado “Incorruptible” impone el terror en Francia. Danton es testigo de estos excesos que desaprueba enérgicamente. La revolución impone una represión más furiosa que la monarquía y Danton clama por la moderación y la clemencia .Es menester que prime la cordura y la constitución. Danton propone un entendimiento con los Girondinos, promueve la indulgencia y desaconseja la ejecución de María Antonieta. No será escuchado…

Robespierre, con esa vehemencia de los conversos, profundiza la propuesta jacobina. Para triunfar debe reducir a Danton. A tal fin lo acusa de venalidad, de pactar con los aristócratas, de vender bienes de la monarquía, de hacer arreglos con los enemigos de Francia…. No hay pecado del que no se lo acusa y aun así, Danton se resiste y proclama la necesidad de volver a la cordura.

A su alrededor caen los correligionarios acusados de ser enemigos de la República. Caen los hebertistas, caen los girondinos, caen los aristócratas y finalmente el mismo Danton es acusado por el joven Saint-Just, llamado el “arcángel del Terror”, guiado por Robespierre, quien no tolera la férrea resistencia de su ayer correligionario.

La revolución se ha desnudado, se muestra impúdica, violenta y contradictoria. Por un lado el inflexible Robespierre, incorrupto e inamovible, quien luce una “pureza” que solo crea pánico. Por el otro, el venal, vehemente y elocuente Danton, acusado de actos de corrupción ( como la escandalosa venta de la “Compañía de las Indias”) que -según muchos- lo ha enriquecido. Sin embargo, Danton se erige como dueño de una dimensión profundamente humana, la misericordia ante la rígida e implacable “moralidad” de un hombre enamorado de una pureza que condena a los que lo rodean y terminará condenándolo a él mismo.Robespiere morirá en la misma máquina infernal a la que condenó a Danton …

El libro de Georg Büchner (La muerte de Danton) escrito en 1835, rescata este contrapunto feroz, reflejo de una vida que por momento pierde su sentido, y se apodera de sus personajes.

Antes de ser ejecutado, Danton exclama “No os olvidéis de mostrar mi cabeza al pueblo, merece la pena”.

 

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