El plan era derrocar a Fidel Castro y su revolución.
En cambio, el proyecto se convirtió en una derrota humillante que arrojó a Cuba en los brazos de la Unión Soviética y ha agriado las relaciones entre Washington y La Habana hasta la actualidad.
Bahía de Cochinos es una gran ensenada aislada en la costa sur de Cuba.
Hay poco allí, aparte de mosquitos y un pantano infestado de cocodrilos.
Playa Girón, un pueblo con una pequeña pista de aterrizaje en la desembocadura de la Bahía de Cochinos, fue el primer objetivo de los invasores, quienes tenían previsto un desembarco simultáneo cerca del pueblo de Playa Larga, 35 kilómetros en el extremo de la bahía.
Planes defectuosos
Una trinchera de cemento cavada en la playa es uno de los recordatorios visibles de la batalla.
Fidel Castro había ordenado que se construyeran defensas como ésa en puntos clave a lo largo de la isla debido a que se esperaba una invasión por algún punto del país.
El plan apoyado por EE.UU. era desembarcar sin prácticamente oposición, asegurar el área, tomar un aeropuerto e introducir en el país un “gobierno en el exilio” que luego pediría el apoyo de Washington.
A la vez, el plan confiaba en un levantamiento en masa de los cubanos.
Todo salió mal: el avance de un hombre rana que encendió un faro para mostrar a los exiliados donde desembarcar también alertó a la milicia cubana de su presencia.
Un pescador local, Gregorio Moreira, quien todavía vive en la misma vivienda junto a la playa, fue uno de los primeros en dar la alarma.
Moreira, de 74 años de edad, recuerda que salió de la casa, vio una llamarada, y se dirigió a la trinchera con su padre y sus hermanos.
Otro pescador, Domingo Rodríguez, se les unió.
El grupo contaba con 11 fusiles cuando se inició la invasión.
Enseguida llegaron refuerzos, entre aviones de la Fuerza Aérea cubana.
Los exiliados confiaban en que tendrían algún tipo de apoyo aéreo, pero el presidente de EE.UU. John F. Kennedy estaba decidido a mantener la participación de su país en secreto.
Y como la iniciativa se volvió contra la fuerza invasora se retractó de la intención de proveer apoyo aéreo.
Fidel Castro se hizo cargo personalmente de la operación, y en sólo tres días la invasión fue derrotada.
Domingo Rodríguez tiene ahora 70 años de edad y problemas en la vista, pero sus recuerdos siguen siendo claros.
“Derrota yanqui”
En sus palabras, esos hechos fueron como “una gran escuela para el pueblo cubano que aprendió a no tener miedo al enemigo”.
Y después de eso “como dijo Fidel después, los pueblos de América Latina fueron un poco más libres”.
Más de 1.000 combatientes anticastristas, integrantes de la Brigada 2506, fueron hechos prisioneros.
Alrededor de un año y medio más tarde se les envió a Miami a cambio de US$50 millones en alimentos y medicinas.
Los sucesos son recordados en un pequeño museo en Playa Girón que muestra dos de los tanques usados por Fidel Castro junto a otras piezas militares.
La directora del museo, Bárbara Sierra, dice que los objetos expuestos son testimonio de la “primera gran derrota del imperialismo yanqui” en América Latina.
“El secreto de la victoria cubana fue que luchábamos por ideales. Nuestras vidas eran muy difíciles antes de la revolución. Es por eso que todo el mundo combatió”, asegura.
Entre los visitantes del museo estaba el estadounidense Peter Kornbluh, quien ha escrito extensamente sobre Bahía de Cochinos recurriendo a documentos desclasificados de la CIA.
Congreso partidista
Kornbluh describe a Bahía de Cochinos como un “fracaso perfecto” para EE.UU., que el resto del mundo se dio cuenta cuenta rápidamente de que estaba detrás de la operación.
“Se suponía que EE.UU. iba a liberar al continente de una potencial base soviética, pero empujó a Fidel Castro a los brazos de la Unión Soviética. La intención fue minar su revolución, pero realmente ayudó a su consolidación”, opina.
Medio siglo después de la fracasada invasión, esta isla del Caribe es el único país comunista en el hemisferio occidental.
A pesar de innumerables intentos de la CIA de asesinar a Fidel Castro fue la mala salud lo que finalmente lo obligó a entregar el poder en 2006 a su hermano Raúl.
No es casualidad que las autoridades hayan elegido este fin de semana para celebrar un largamente demorado Congreso del Partido Comunista, que se iniciará con un desfile militar en la Plaza de la Revolución, en La Habana.
Con el embargo comercial de EE.UU. en pie, Cuba insiste en que permanece en estado de sitio.
Si bien el encuentro deberá ratificar una serie de reformas de mercado, también reafirmará el “carácter socialista de la revolución”.
Y el cambio político en Cuba no está más a la vista de lo que estaba tras la victoria de Bahía de Cochinos.