El 6 de octubre de 1908 nació una niña llamada Jane Alice Peters que, años después, se transformaría en Carole Lombard, una de las actrices más importantes de la época dorada de Hollywood. Pasó sus primeros años en Indiana, pero en 1916 se trasladó con su familia a Los Ángeles y allí fue que, mientras jugaba en la calle, fue vista por el director Allan Dawn que la casteó en su película A perfect crime (1921) cuando sólo tenía 12 años.
Después de esta primera experiencia, decidida a ser actriz, empezó a circular por Hollywood y finalmente dio inicio formalmente a su carrera en 1924 cuando firmó su primer contrato con Fox teniendo sólo 16 años y adoptando el nombre que la haría famosa. En este estudio Lombard – que era hermosa, rubia de ojos celestes – era básicamente apreciada por su belleza y, encasillada como “la chica linda”, llegó a aparecer en roles muy menores en algunas películas de 1925. Todo eso, sin embargo, se acabó abruptamente cuando en octubre de ese año estuvo en accidente automovilístico al que sobrevivió de casualidad, pero que, al chocar su cara contra el parabrisas, le produjo cortes muy severos en su cara. Su madre, sabiendo lo importante que era su carrera cinematográfica, llevó a Lombard a quien supuestamente era el mejor cirujano plástico de la ciudad y la hizo someterse a un procedimiento experimental que, aunque se realizó sin anestesia, finalmente logró reducir la visibilidad de las marcas.
Así y todo, desde Fox, sea porque sólo les interesaba su belleza o porque realmente no se la consideraba una buena actriz, se decidió cancelar su contrato. Lombard, sin embargo, no se dejó amedrentar y se pasó el siguiente año aprendiendo sobre fotografía, maquillaje, poses y peinados nuevos que le permitieran disimular sus cicatrices en cámara, algo que llegaría a hacer con maestría. Finalmente, después de un año sin trabajo, atrajo la atención de Mack Sennett, el “rey de la comedia”, que necesitaba una bomba rubia para aparecer en traje de baño en sus películas. Esta alianza, dudosa al principio, le permitió salir de donde estaba encasillada explorar sus dotes cómicos y hacerse un nombre en el ambiente de finales de la década del veinte, llegando a protagonizar algunas películas de Pathé.
Con el advenimiento del cine sonoro, pudo hacer la transición indemne e, incluso, consiguió un contrato de siete años de Paramount. Allí realizó todo tipo de géneros y, en el rodaje de Man of the World (1931), conoció a quien sería su primer esposo: William Powell. Él, actor sumamente reconocido de 38 años, se casó con ella cuando Lombard sólo tenía 22, elevando aún más sus niveles de reconocimiento. Pero debido a sus personalidades tan dispares, el matrimonio no estaba destinado a durar y se divorciaron en 1933.
En este punto, no sólo su vida personal no parecía estar yendo a ningún lado, sino que su carrera también estaba bastante parada. Ninguna de las películas que había hecho había perdido plata, pero – como bien indicó la historiadora del cine Karina Longworth – si Lombard se hubiera retirado en esos años hoy nadie se acordaría de su nombre.
Su primer rol memorable, el gran momento de su carrera, llegó cuando el mítico Howard Hawks (su primo segundo), la contrató para protagonizar la comedia 20th Century (1934) junto con el veterano John Barrymore. El director la había visto en una fiesta tomando, riendo y diciendo malas palabras, y quedó hipnotizado por el “Ángel Profano”, como la llamaban. Según él la recordaría luego como “hilarante y desinhibida y justo lo que el rol demandaba”, pero cuando Lombard se presentó a los ensayos esa personalidad no salió a relucir. Para solucionar esta dureza, en lo que sería una de las anécdotas más famosas de Hollywood, parece que Hawks se acercó a Lombard cuando estaban repasando una escena en la que el personaje de Barrymore se sobrepasaba con ella y le preguntó cómo reaccionaría si alguien la trataba así realmente. Ella, directamente, le respondió “le daría una patada en las bolas”. A esto Hawks replicó “Ok, vamos a volver a hacer esta escena y vos pateá y hacé todo lo que tengas que hacer que sea natural, pero dejá de actuar. Si no parás, esta tarde te despido”. Aparentemente, Lombard respondió bien a la dirección y, con esa patada, hizo historia.
20th Century fue muy bien recibida por la crítica y ayudó a reorientar la carrera de Lombard, algo que ella se encargó de realzar a través de una calculada campaña de prensa. A partir de ese momento se especializó en la screwball comedy (subgénero de la comedia romántica caracterizada por la exageración y los enredos), llegando a ser una de las actrices mejor pagadas de Hollywood y a ser declarada como la “reina” del género, algo que queda claro en películas tan graciosas y maravillosamente subversivas de finales de los treinta como My Man Godfrey (1936) y Nothing Sacred (1937), su única aparición en Technicolor.
En paralelo a este gran momento profesional, Lombard también conoció a quien sería su segundo esposo, alguien que era tan famoso que simplemente era conocido como “el rey” en Hollywood: Clark Gable. Aunque el seguía casado con su segunda mujer, Rhea Frankiln, desde 1936 tuvieron un tórrido y publicitado romance que, luego de varias críticas en los medios por la irregularidad de la situación, se formalizó cuando Gable se divorció y se casó con Lombard en marzo de 1939. Su relación, como tantas del viejo Hollywood, fue complicada especialmente por las infidelidades de “el rey” que Lombard toleraba como parte de quien era él. Sin embargo, para finales de la década ella estaba al borde del colapso.
En 1937 el contrato de Lombard con Paramount había llegado a su fin y ella decidió mantenerse como independiente, participando en películas que no replicaron los éxitos del pasado. En lo personal, ella había deseado formar una familia pero, después de dos abortos espontáneos y de múltiples tratamientos de fertilidad, terminó por convencerse de que no podría hacerlo. Finalmente, terminó regresando al mundo de la comedia y filmó dos de las películas más recordadas de su carrera: Mr. & Mrs. Smith (1941), dirigida por Alfred Hitchcock, y To be or not to be (1942), comedia oscura que transcurre en la Polonia ocupada por los nazis, dirigida por Ernst Lubitsch. El gran comeback, no obstante, terminaría por llegar a su fin, como tantas veces había pasado en la vida de Lombard, de la forma más trágica posible.
Luego de que se confirmara su muerte, Lombard recibió todo tipo de homenajes oficiales. Roosevelt le otorgó la Medalla de la Libertad póstumamente y la recordó como “la primera mujer en morir en acción en defensa de su país en esta guerra contra los países del Eje”, además de ser conmemorada en 1943 cuando un barco de la marina fue bautizado con su nombre.
Gable, aparentemente, nunca se recuperó del todo. Muchos vieron su decisión de unirse al ejército en 1942 y participar activamente en misiones peligrosas como una tendencia suicida y, aunque volvió a salvo y se casó dos veces más luego de la muerte de Lombard, cuando falleció en 1960 fue enterrado junto a ella.