Pocas figuras hay en el mundo del cine y de la música tan emblemáticas como la de Carmen Miranda. Vestidos de colores llamativos; extravagantes tocados con frutas y adornos variopintos; y una forma única de bailar: divertida a la par que sensual, con las manos hacia arriba o agarrándose la falda. Miranda, que nació el 9 de enero de 1909 en Portugal y emigró a Brasil antes de cumplir un año, ocupa, sin lugar a dudas, una posición en la lista de los brasileños más conocidos del mundo.
Con una carrera meteórica, Carmen Miranda murió joven, a los 46 años, víctima de un intenso ritmo de vida, marcado por el abuso de somníferos y estimulantes que acabaron con su organismo. Entre 1930 y 1950 vivió entre Brasil y Estados Unidos después de publicar su éxito O que é que a baiana tem? [¿Qué es lo que tiene la bahiana?], presentado en el musical brasileño Banana da Terra, en 1939. Fue la primera vez que la actriz apareció caracterizada de bahiana, el personaje con ropa extravagante que le catapultó a la fama mundial. Un año después, en 1940, debutaba en el cine americano con la película Serenata argentina. En total, participó en 14 producciones estadounidenses.
Durante su ascensión estelar, Carmen Miranda llegó a tener el salario más alto jamás pagado a una mujer en Estados Unidos, además de haber actuado para figuras tan importantes como el presidente norteamericano Franklin D. Roosevelt. Pero su personaje extravagante también fue objeto de críticas. Mientras su fama en el mundo no paraba de crecer, en Brasil decían que “la bahiana”, encarnada por Carmen, desvirtuaba la samba al presentar una mezcla de estereotipos latinos exóticos. Todo era para el gusto de los americanos, decían los brasileños más críticos del momento.
La presión sobre la originalidad de su figura fue tal, que cuando regresó a Brasil, en 1940, Carmen Miranda respondió a sus críticos con uno de sus mayores éxitos, la samba Disseram que eu voltei americanizada [Dijeron que volví americanizada]. En la canción, se defiende: “Mas pra cima de mim, pra que tanto veneno?/ Eu posso lá ficar americanizada?/ Eu que nasci com o samba e vivo no sereno/ Topando a noite inteira a velha batucada” [¿Pero para qué echarme encima tanto veneno? / ¿Cómo puedo americanizarme? / Yo, que nací con la samba y vivo en el sereno / Disfrutando toda la noche con la vieja batucada. Al final, si alguien quiere saber quién ganó la discusión —si ella o sus críticos—, basta con echarle un vistazo a los Carnavales de Brasil. Nunca faltan personas por las calles disfrazadas de Carmen Miranda.