Eran las seis de la tarde del 14 de octubre de 1977 cuando Bing Crosby dejó el palo de golf con el que había estado jugando los últimos minutos en el hoyo 18 del Club de Golf de La Moraleja, a las afueras de Madrid. Después de cuatro horas intensas en los “greens”, satisfecho, pero cansado, se despidió de sus compañeros, con los que casi todo el rato estuvo conversando, riendo y cantando: su pareja en el juego fue el campeón de España Manuel Piñero y sus contrincantes, los también españoles Valentín Barrios y César de Zulueta. “¡Un gran partido, amigos…!”, fueron sus últimas palabras, dirigiéndose hacia la sede del club social para cambiarse de indumentaria y tomarse un refresco. Pero cuando emprendía el camino, se cayó violentamente sobre el césped. Nada pudieron hacer por él en el botiquín del Club. Trasladado con toda urgencia al Hospital de la Cruz Roja ingresó ya cadáver. Informado el embajador de Estados Unidos se tomaron las medidas necesarias para que los restos mortales del gran cantante fueran trasladados a su país, una vez que su esposa, residente en Los Ángeles recibió la luctuosa noticia.
Bing Crosby solía visitar España para practicar el golf, uno de sus deportes favoritos, y lo hacía de modo discreto, al punto que los periodistas no solíamos enterarnos de aquellas estancias. En el que sería su viaje postrero tenía además un programa variado y completo. Llegó a Madrid el jueves, la víspera de su último partido. Y el viernes ya tenía la cita concertada en el Club de Golf de La Moraleja. Al día siguiente proyectaba acudir a dos cacerías. Y el domingo iba a desplazarse a Palma de Mallorca, a intervenir en otro campeonato de golf, pensando tomar un avión hacia San Francisco a las horas siguientes. Pero se le adelantó la Parca con aquel fulminante infarto de miocardio. No se tenían noticias de que estuviera enfermo. Delgado, de más que mediana estatura, solía llevar un sombrero de fieltro, de aire deportivo. No era partidario de fiestas ni reuniones sociales y para algunos, entre ellos varios de sus hijos, tenía un carácter hosco, autoritario, mezquino y hasta se comportaba con notable tacañería. Pero por lo contado al principio, en Madrid fue todo lo contrario con sus amigos españoles, con quiénes se mostró muy afable.
Las últimas generaciones es seguro que no tienen idea de quién fue Bing Crosby, que en el momento de morir contaba setenta y tres años, si exceptuamos aquellos que se hayan interesado por el jazz y la época de las grandes orquestas y los maravillosos “crooners”. Él era uno de ellos allá por los lejanos años 40 y 50 del pasado siglo. Luego están sus discos, claro, que en mayor medida en Estados Unidos y apenas testimonialmente en España se han venido reeditando en décadas pasadas. Salvo un disco que, invariablemente sigue sonando todos los años en el mes de diciembre: “Blanca Navidad”, que él estrenó. Villancico tradicional aunque moderno con respecto a su estructura musical comparándolo con los legendarios españoles, que en su voz estuvo muchos años reconocido como el disco más vendido en todo el mundo.
Bing Crosby creó un estilo, una distinta manera de cantar, de exhibir el fraseo con su tono grave y asimismo dulce con el que, interpretando melodías románticas, transportaba a la audiencia a un mundo de ensueño. Su mejor alumno y eterno admirador sería Frank Sinatra, quien solía decir, ya triunfador, que si su amigo Bing Crosby estaba considerado el número 1, él se reservaba el 2. En honor de Sinatra, digamos que nunca lo imitó, aunque en sus comienzos tomara un parecido camino, en su forma de interpretar. Bing Crosby llegó a vender más de cuatrocientos millones de discos. Rodó también la friolera de setenta y dos películas, en muchas de las cuáles se incluían sus canciones. Por encima de todo, no siendo mal actor, fue desde luego un incontestable gran cantante, a partir de su primer éxito, “Ol´man river”. Entre sus películas más recordadas se encuentran “Navidades blancas”, “Alta Sociedad”, donde tuvo por pareja a Grace Kelly, con la que vivió un rápido romance, y “Siguiendo su camino”, en el papel del simpático sacerdote padre Paul.
Cuando los periodistas se interesaban por las fechas de su nacimiento encontraban cierta dificultad, a la que contribuía el propio interesado. Y todo ello porque no conservaba su partida de nacimiento. Hasta que alguien hizo lo más sencillo: acudir a la parroquia del pueblo de Tacoma, donde había llegado al mundo, y pudo saberse que ello fue el 3 de mayo de 1903. Sus antepasados eran ingleses que emigraron a Norteamérica en el legendario vapor “Mayflower”.
Fue Bing Crosby en una etapa de su vida adicto al alcohol. Pero dejó la bebida cuando murió su primera esposa, Dixie Lee, enferma de cáncer, en 1952, con la que se había casado en 1930. Tuvieron cuatro hijos. En 1957 contrajo nuevas nupcias con Katryn Grant, a cuyo hogar llegaron otros tres hijos. Era católico y procuró no dar escándalos nunca, si exceptuamos su romance con Grace Kelly y tal vez algún otro que con su habitual discreción trataría de que pasara inadvertido. Y es que las mujeres se extasiaban al escucharlo con aquella deliciosa voz…
Texto extraído del sitio: https://www.libertaddigital.com/cultura/musica/2017-10-15/la-muerte-fue-a-por-bing-crosby-cuando-jugaba-al-golf-en-la-moraleja-1276607468/