Béla Ferenc Dezsö Blaskó (tal su nombre original) nació el 20 de octubre de 1882 en Lugos, una ciudad pequeña que en ese momento pertenecía al Imperio Austro-Húngaro. Esa ciudad hoy se llama Lugoj y pertenece a la provincia de Banat, en Rumania, al sur de… Transilvania.
Béla era magyar, el último de los cuatro hijos de István, empleado de banco, y Paula, que era serbia y se ocupaba de las tareas de la casa. A los 12 años le dijo a su padre que quería ser actor; a su padre no le gustó nada la idea, y la relación con su familia empezó a resquebrajarse.
Combatió en la Primera Guerra Mundial como teniente de infantería y fue herido tres veces. Sus heridas, la más grave de ellas en una de sus piernas, nunca se recompusieron del todo, y lo llevaron a padecer un dolor crónico que lo acercó al consumo de opiáceos, de los que llegó a tener una necesidad sintomática permanente; no era un adicto con una dependencia psíquica de la morfina, pero la necesitaba para calmar sus dolores y no se privaba de ella. Terminó su paso por el ejército antes del fin de la guerra, con el grado de capitán.
Comienza su vida como actor de teatro, con el nombre de Arisztid Olt. Hizo casi todas las obras de Shakespeare y también incursionó en el cine, actuando en 29 películas en Europa.
En 1917 se casa con Ilona Sznik, de quien se separa tres años después. Ya como actor consumado, comienza a participar en política y adopta una ideología de izquierda; es uno de los fundadores del sindicato de actores, y eso empieza a generarle problemas. Empieza a recibir acusaciones y ese tipo de persecución ideológica que hace difícil la vida cotidiana, sobre todo si uno tiene una profesión de exposición pública. Cada vez consigue menos trabajo. Eso lo lleva a decidir exiliarse en Alemania en 1919, donde filmó algunas películas. Pero estaría poco tiempo allí: en 1920 consigue trabajo como marinero en un barco carguero, con toda intención de llegar al otro lado del océano. Así, llega a Estados Unidos (más precisamente a New Orleáns, Louisiana), destino final del barco.
No le resulta fácil (nunca lo es, generalmente) asentarse en el ambiente teatral norteamericano. Hace papeles menores en obras de teatro de segundo orden, pero finlamente lo logra: su primer éxito visible es en 1927 en Broadway, haciendo… Drácula. Su fisonomía (tez pálida, rasgo europeo marcado), su físico (medía 1,85m), su voz clarísima y gutural a la vez con acento húngaro lo hacen perfecto para ese rol, y la obra es un éxito.
A pesar de haber encarnado al famoso conde en más de mil representaciones teatrales, no es elegido para el papel de conde Drácula en cine. El director elegido, Tod Browning, elige a Lon Chaney. Pero al famoso actor le diagnostican cáncer de garganta (lo que lo llevaría a la muerte poco después) y desiste del papel. Béla tampoco es la segunda opción, ya que convocan al actor alemán Conrad Veidt, de gran éxito como protagonista de El gabinete del doctor Calegari, en 1920. Pero Veidt rechaza la propuesta aduciendo que no quiere viajar a Estados Unidos porque prefiere seguir su carrera en Europa (cambiaría de idea varios años después, ya que filma sus últimas películas en Hollywood). Así que… bueno, llamemos a Béla. Y así fue como Béla Lugosi (que a esta altura ya se ha cambiado formalmente el apellido, adoptando el de su ciudad natal más el agregado de una “i”) es la tercera y definitiva elección para el papel del conde Drácula, papel que ya conoce a la perfección por su actuación en Broadway, y que lo haría inmortal.
El papel de Drácula influyó más de lo deseable en la vida de Béla. Encasillado por el público en ese rol, le costó muchísimo salir del rubro “cine de terror” en el que tan rotundamente había incursionado. Mejor dicho: no logró salir de él. Intentando diferenciarse, rechazó el ofrecimiento del director James Whale para interpretar el rol de “la criatura” en la película “Frankenstein”, basada en la novela de Mary Shelley. Ese papel fue interpretado finalmente por Boris Karloff, y también fue un éxito impresionante; así que entonces había dos actores íconos del cine de terror: Boris y Béla.
Boris (y su representante, o ambos, vaya uno a saber) mostró mucha más habilidad para conseguir papeles principales y, sobre todo, mejores remuneraciones económicas. Eso generó, según algunas versiones, cierta competencia y hasta resentimiento en Béla. Sin embargo, Béla lo niega; sin ser amigo de Boris, se refiere a él con respeto y de hecho tuvo una buena relación con él, con quien compartió algunas películas: “El gato negro”, “Black Friday” y “El hijo de Frankenstein”, en la que hizo el papel de Ygor, papel que repetiría en “El fantasma de Frankenstein”, con Lon Chaney Jr.
A todo esto, Béla no podía con su genio: volvió a intervenir activamente en las actividades del sindicato de actores en Hollywood y a poner sobre el tapete sus ideologías. Eso no gustó mucho en Hollywood (más bien nada), y una vez más el trabajo, alejado ya su período de gloria, empezó a escasear. Durante muchos años, más de diez, Béla alternó en papeles secundarios o bizarros de películas de clase B, todas del género terrorífico. Así, llego a actuar en 74 películas de Hollywood.
Mientras tanto, se casó cuatro veces más (y van cinco…) siendo Lilian Arch la mujer con la que más convivió (20 años) y la madre de su único hijo.
Béla volvió a interpretar el papel de Drácula en la película “Abbott & Costello meet Frankenstein” en 1948, en una etapa de su carrera en la que ya era su figura era un recuerdo cercano al olvido para el gran público consumidor de cine.
Béla era un actor que ponía su máxima intensidad en cada trabajo, por pequeño que fuera el personaje. Solía definirse a sí mismo como “un lobo solitario”; era retraído, huraño y alejado de las relaciones sociales, tan necesarias en Hollywood. No asistía a fiestas o eventos, sus dolores lo retraían aún más, y “la maldición de Drácula”, como él mismo la definía, le fue afectando el carácter. El personaje fue invadiendo al actor, al revés de lo habitual… y de lo deseable. Rehuía de la luz del sol, a veces se maquillaba para aclarar su rostro, usaba capas aún en su casa y utilizaba su penetrante mirada aún para pedir el desayuno.
Su amigo Ed Wood Jr. comenzó a filmar una película en 1956, “Plan 9 from Outer Space”, que recién pudo terminarse en 1959 y que fue considerada, un poco folklóricamente, la peor película de la historia de Hollywood. Ante la muerte de su amigo Béla en 1956, decidió homenajearlo incluyendo escenas de Lugosi filmadas en la casa del luchador sueco Tor Johnson, que actuaba en la película. El “homenaje” resultó bastante bizarro ya que el torpe director intentó prolongar el supuesto papel de Lugosi (para entonces ya fallecido) en la película con otro actor que no solo no se le parecía en nada sino que se tapaba la cara con una capa permanentemente.
Béla Lugosi posee una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood, en el 6430 de Hollywood Boulevard, desde febrero de 1960. Como quedó dicho, Béla Lugosi fue enterrado con la capa del conde Drácula. Pero no con la que utilizó en la famosa e inolvidable película de 1931. La capa original la conserva su hijo, Béla George Lugosi.