Hoy se cumplen 116 años de la fundación del Automóvil Club Argentino (ACA). Para realizar una reseña de los orígenes es necesario evocar la aparición del automóvil en Buenos Aires. En 1892, Dalmiro Varela Castex importó un coche Benz con propulsión a caldera al igual que otros personajes contemporáneos. La idea de crear un Club que agrupara a los incipientes automovilistas fue alentada por ellos y sus amistades que se reunía con sus vehículos en el actual cruce de avenidas Del Libertador y Sarmiento al finalizar la recorrida por calles y senderos de los bosques de Palermo.
En 116 años el ACA ha desarrollado una intensa obra en todo el país: asistencia mecánica; hoteles; recreos; unidades serviciales; y cartografía La primera reunión formal se realizó en la Sociedad Hípica Argentina con el objeto de fundar el Automóvil Club Argentino encargando al doctor Nicanor Magnanini la redacción de los estatutos. Los fundadores del ACA realizaban frecuentes viajes a Europa lo que les permitió tomar conocimiento del funcionamiento de entidades similares que ya existían en Francia (1895), Bélgica (1896) o Inglaterra (1897).
El primer presidente del ACA elegido para el periodo 1904-1908 fue Dalmiro Varela Castex.
En 1905 comenzaron a circular los intrépidos entusiastas y sus vehículos por los polvorientos y fangosos caminos del interior del país cubriendo distancias que hasta ese entonces solamente lo hacían carros, diligencias o galeras. Buenos Aires–Rosario marcó un hito, popularizándose más adelante como una de las clásicas competencias automovilísticas nacionales.
La necesidad de mejorar lo caminos
El uso del automóvil iba reemplazando a los carruajes o galeras tiradas por caballos y comenzaba a erigirse como un medio de transporte rápido y seguro. La imperiosa necesidad de señalizar los caminos fue una acción casi inmediata. Si bien ya era promisoria la actividad del automovilismo deportivo, las autoridades del ACA teniendo en cuenta que el uso del automóvil se incrementaba, ya en las zonas rurales ofreciendo una diversidad paisajista, se abocaron al desarrollo del turismo y marcado de las carreteras. Para ello mediante una difícil tarea se comenzaron a realizar los primeros relevamientos de rutas para la edición de guías y planos. En 1923 queda constituida la Oficina Técnica Topográfica, que motivó que se comenzaran a ejecutar las primeras Hojas de Ruta, y descripciones de viaje.
Años después, el ACA Argentino adquirió las primeras máquinas viales, para el mantenimiento de rutas distribuyéndolas entre las delegaciones del interior donde en los caminos solían encontrarse profundas huellas de carros y abundantes pantanos.
Comenzaron así a instalarse las primeras casillas camineras que prestaron gran utilidad a los ocasionales automovilistas pues contaban con abastecimiento, servicio mecánico y en su mayoría con teléfono. La número 1 se instaló entre Lezama y Guerrero en la ruta a Mar del Plata y la número 2 en Morón sobre el camino a Luján.
En 1936 el gran impulso
1936 marca una etapa importantísima para el ACA. Ese año se realizó un acuerdo con Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) para un plan de instalación de estaciones de servicio. El acuerdo de espíritu netamente patriótico predominó en la concertación del convenio aunando esfuerzos y montando una perfecta organización que facilitaba la provisión de los productos nacionales a los automovilistas. Se realizó entonces un concurso abierto para la construcción, con características uniformes, de las primeras estaciones.
En 116 años el Automóvil Club Argentino ha desarrollado una intensa obra en todo el país. Numerosas dependencias hoteleras, recreos, campamentos, unidades serviciales, seguros de automotor, vida, accidentes personales, embarcaciones, incendio y del hogar, trámite para la obtención y renovación del registro de conducir, turismo nacional e internacional, cartografía y educación vial.
Dalmiro Varela Castex (nieto de Florencio Varela), fue el pionero del automóvil en Argentina. Trajo de Europa el primer auto y fue el primero en tener el registro de conducir. Estando en París, se cruzó con los primeros automóviles que circulaban por la calle. En 1887, embarcó en Francia un vehículo a vapor que llegó a Buenos Aires tras dos meses de viaje. Se trataba de un triciclo con propulsión a vapor De Dion-Bouton, especialmente realizado para él. Debido a la gran caldera presente en su parte posterior, el automóvil fue bautizado por los porteños como “Cacerola”, apodo que se hizo extensivo a su dueño. En 1895, introdujo un Benz, que se convirtió en el primer vehículo patentado oficialmente en Argentina. A comienzos de 1904, Ángel de Alvear se reunió con Varela Castex con el objeto de llegar a una solución que les permitiera proteger los intereses de los propietarios de los automóviles y mejorar la vialidad en el país. Como consecuencia de esta reunión, y gracias a la iniciativa de Varela y del barón Antonio De Marchi, se fundó el Automóvil Club Argentino (ACA). Lógicamente, Varela Castex fue su primer presidente y socio número 1. Asimismo, fue el impulsor de la norma que instauró el carnet de conductor para la ciudad de Buenos Aires. El 14 de febrero de 1906, Dalmiro Varela Castex, obtuvo el registro de conductor número 1. Cuatro años después, comenzó a confeccionarse la primera chapa patente (era de hierro enlozado, color negro y con el número en blanco). Ese mismo año, 1910, Joaquín de Anchorena, intendente de Buenos Aires, consideró que la primera patente de la ciudad le correspondía a él debido a su cargo. Como el fundador del ACA se opuso, alegando que le correspondía a él, fue necesaria la intervención del entonces presidente Roque Sáenz Peña, quien resolvió que la patente número 1 le correspondía al auto del intendente.