Arquitectura de la visión: la obra cinematográfica de Michelangelo Antonioni

Michelangelo Antonioni (29 de septiembre de 1912 – 30 de julio de 2007) es un producto típico de las llanuras suaves del norte de Italia, como los que aparecen de fondo en varias de sus películas. Siempre reservado, ha dicho que la experiencia más importante para su desarrollo como cineasta y como hombre fue su crianza en un hogar establecido, burgués y provinciano; una educación tradicional; un código de reserva y autodisciplina; y el ocio y la facilidad necesarios para una visión separada de la vida y las personas. Asistió a la escuela en Ferrara y se trasladó a la universidad en Bolonia, aunque siguió viviendo en la casa familiar. De niño, sus intereses eran la arquitectura y la pintura; en la universidad estudió a los clásicos, luego economía y comercio. También comenzó a frecuentar los cines y a escribir crítica cinematográfica para un periódico en la ciudad vecina de Padua. En 1939 decidió hacer del cine su carrera.

El lugar obvio para hacer esto fue Roma, donde Antonioni pronto se convirtió en miembro del personal de la revista Cinema; también pasó algunos meses estudiando en una escuela de cine. Su primer trabajo cinematográfico acreditado data de sus 30 años, cuando colaboró en los guiones de algunos de los principales largometrajes, uno de ellos, Pilota ritorna, de Roberto Rossellini, y se fue a Francia para ayudar al director Marcel Carné en su producción de tiempos de guerra Les Visiteurs du soir. En 1943 comenzó a dirigir su primera película, un documental corto llamado Gente del Valle del Po, pero su finalización fue interrumpida por el caos desatado tras la derrota de Italia en la Segunda Guerra Mundial. Durante un tiempo, Antonioni se ganó la vida traduciendo películas francesas; luego se convirtió en crítico de cine del periódico clandestino Italia libera (“Italia libre”) y escribió algunos guiones que no llegaron a ser producidos. Gente del Po finalmente apareció en 1947; le siguieron seis cortometrajes más y luego, en 1950, su primer largometraje, Historia de un romance, un romance bastante amargo que lo estableció inmediatamente en el centro de las miradas como un talento emergente.

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A partir de ese momento, la vida de Antonioni, al menos públicamente, consistió casi exclusivamente en la producción de películas. Su primera gran película, Le amiche (basada en una historia del escritor italiano Cesare Pavese), en 1955; y su primer gran éxito internacional, L’avventura, en 1960; su primera película en color, Deserto rosso, en 1964; su primera película de larga duración en inglés, Blow-up, en 1966; y su primera película estadounidense, Zabriskie Point, en 1970. Fue el responsable de dar forma a la carrera de la actriz Monica Vitti, cuya presencia exquisita y misteriosa proporcionó el toque cálido que aseguró el éxito de L’avventura, a pesar de su desconcertante estructura narrativa y oscuridad de motivo. Algunas mediaciones de este tipo son necesarias para las películas de Antonioni, ya que sin ellas su enfoque sería demasiado frío y abstracto para llegar a más que a un público selecto y esotérico. Los seres humanos para él se representan como partes móviles en un patrón pictóricamente exquisito de estados de ánimo y atmósferas; deambulan sin poder realizar una acción significativa, sin comunicación, perdidos en sus sueños, mientras que el mundo exterior refleja los sentimientos que nunca expresan, su alienación entre sí y de la vida a su alrededor.

Antonioni

 

 

 

 

 

 

 

 

Michelangelo Antonioni

 

 

 

 

 

 

 

 

La reputación crítica de Antonioni matuvo su punto culmine cuando el impacto de su nueva visión personal fue más inmediato, entre L’avventura en 1960 y L’eclisse en 1962, en las que una joven, interpretada por Monica Vitti, busca infructuosamente en el romance un medio para hacer frente al vacío de su vida. Sus últimas películas, The Passenger (1974) y The Mystery of Oberwald (1980), no fueron tan aclamación. Sin embargo, el lugar de Antonioni en la historia del cine y en el desarrollo de la sensibilidad del siglo XX sigue siendo vigente. En 1995 recibió un Premio de la Academia por su trayectoria.

Uno de los principales estetas del cine, Antonioni encabezó una reacción crítica y comercial contra la abrumadora aceptación, durante los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, de la realidad sin matices como un ideal cinematográfico. Bajo su dirección, la película se convirtió en una metáfora de la experiencia humana, más que en un registro de ella. Él nunca estructuró sus películas en torno a una trama tradicional o un análisis de personajes; fue más bien la imagen visual la que se convirtió en su vehículo fundamental de expresión, interactuando en el paisaje industrial moderno. La obra cinematográfica de Antonioni descubrió un nuevo tipo de belleza en la jungla mecánica de la sociedad urbana del siglo XX.

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