Aqualung

Jethro Tull estaba formado entonces por Ian Anderson (líder y compositor de casi todos los temas de la historia del grupo y cantante del mismo, quien además toca guitarra acústica y flauta), Martin Barre (guitarrista histórico del grupo), Clive Bunker (batería, percusión), John Evan (piano, órgano, mellotron) y Jeffrey Hammond-Hammond (bajo). El disco fue producido por Ian Anderson y Terry Ellis, y David Palmer, que años después sería tecladista del grupo, hizo los arreglos para orquesta.

“Al principio el Hombre creó a Dios a su imagen y semejanza. Y el Hombre le dio a Dios multitud de nombres y lo hizo el Señor de todo sobre lo que en la Tierra había. Y al séptimo millonésimo día el Hombre descansó, se apoyó sobre su Dios y vio que éste era bueno. Y el Hombre creó a Aqualung a partir del polvo del suelo y una multitud de semejantes se le unió. Y estos hombres pobres fueron arrojados al vacío; algunos fueron quemados o apartados de su especie. Y el Hombre llegó a ser el Dios que él mismo había creado y sus milagros cubrieron la Tierra. Pero mientras todo esto pasaba, el Espíritu que hizo que el Hombre creara su Dios vivía dentro de todos los hombres, incluso dentro de Aqualung. Y el Hombre no lo vio. Pero, por el nombre de Cristo, sería mejor que empezara a mirar”. Este es el párrafo escrito en la contratapa del álbum original; un disco tremendo, diferente, oscuro, extravagante, arrollador.

El disco tiene dos partes bien diferenciadas, cada una de las cuales con su nombre: la primera, “Aqualung” y la segunda, “My God”. El lado A (“Aqualung”) habla de la parte más humana y baja del espíritu del hombre, representada por ese vagabundo que aparece en la portada, viejo y harapiento, un símbolo de los parias sociales, con una tos sibilante de la que toma su nombre. En esta parte se bucea en personajes marginales, en el lado sórdido de la vida del hombre de la calle. El lado B (“My God”) es de una temática anticlerical; una crítica a la religión organizada y hacia la iglesia, criticando su opulencia y evidenciando su hipocresía, desde una genuina perspectiva espiritual.

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El disco tiene once temas. Tres de ellos son muy breves (menos de dos minutos) aunque no por ello menos hermosos. Los otros ocho temas son contundentes, tres de ellos clásicos de todos los tiempos (“Aqualung”, “My God” y “Locomotive Breath”) y en varios de los temas hay riffs de esos que se tararean solos y que nos recuerdan enseguida de dónde vienen…

Esa mezcla exclusiva de Jethro Tull (rock, blues, folk británico y música medieval) no es lo único que los hace diferentes. La flauta inigualable de Ian Anderson en solos tan imposibles como inolvidables y su voz absolutamente irrepetible, que puede cantar en dos matices totalmente diferentes (uno áspero, cáustico, testimonial, llamativo, crítico; otro cálido, romántivo, suave, habitualmente acompañado por la guitarra acústica) terminan conformando un grupo a cuyo sonido nadie se ha acercado jamás.

Jennie Franks, estudiante de fotografía y por entonces la esposa de Ian Anderson, estaba tomando fotografías a unos vagabundos y mendigos callejeros para un proyecto de la escuela; se sentía impactada al oírles contar sus historias de cómo habían pasado de llevar una vida normal a otra en la que tenían que buscar restos de comida en los parques. Un homeless en especial le llamó la atención y ella se ofreció a obsequiarle las fotos que le tomaba. A los pocos días de esta aventura estético-social, se puso a idear una letra para unas armonías de guitarra acústica que su entonces esposo estaba creando. Según el mismo Ian Anderson, “ella fue responsable de la letra de los primeros versos… supongo que en total probablemente alrededor de la mitad de la letra eran palabras o asociaciones de palabras que tenía”. Así nació “Aqualung”, canción que ella siempre consideró como triste y que con el agregado de la impronta rockera también contiene mucho enojo, con el que Ian busca destacar el destrato humanitario que se promueve en la sociedad moderna ante los pobres y marginales.

Dice Anderson: “Aqualung trata de un personaje bastante patético, de alguien degradado socialmente. Quise ver el concepto de Dios dentro de ese contexto”. La letra habla de un mendigo, un homeless patético que se pasa los días mirando a las niñas del parque con malas intenciones y sacándose los mocos de la nariz continuamente. Esta gran apertura del disco comienza con uno de los riffs de guitarra más demoledores de la historia del rock; un riff inicial apabullante, como relámpagos infernales que abren un portal de fuego hacia lo que vendrá. El efecto del megáfono es el de un llamado (en este caso a la conciencia humana, según Ian), y el genial solo de guitarra de Barre es fuego puro y desesperación. La canción es una alternancia entre las tormentas eléctricas y los intervalos acústicos tristes, que forman un tema inigualable que sólo Jethro Tull puede tocar.

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“Cross-Eyed Mary” es también una canción acerca de clases marginales, en este caso con un toque humorístico que no hace sino aumentar el dramatismo y la pena. Es sobre una colegiala prostituta, pero no vista desde lo vulgar; la quinceañera va con viejos sucios como haciéndoles un favor, dándoles lo que los hace felices. Es un rock-pop áspero, con órgano, guitarra y bajo en ritmo sostenido hasta el final.

“Cheap Day Return” es una muy breve canción en guitarra acústica. Simple y folk, “es sobre un día en que fui a visitar a mi padre en un hospital en Blackpool; tomé un tren a las nueve, me pasé cuatro horas viajando, cuatro horas con mi padre y cuatro horas para regresar. La canción original es larga y trata esencialmente del viaje por tren, pero la parte que aparece en el disco es sobre la visita a mi padre.”

“Mother Goose” es una canción surrealista y abstracta, naive y cáustica a la vez, en la que se muestra una imagen de cien colegialas llorando al mismo tiempo y se presentan personajes delirantes como el criador de pollos o Johnny caracortada. En guitarra acústica, flauta y percusión, con la voz de Anderson en modo “amigable”.

Won’ring Aloud” es una especie de canción de amor, muy corta, con guitarra acústica; algo así como un intermezzo romántico, una balada con un toque de piano y violines al final que le dan algo más de cuerpo y, cuando parece que evoluciona hacia algo más complejo… termina.

“Up to Me” es una canción sobre el egoísmo; refleja el descaro de quien se justifica a sí mismo en su propio actuar. Tiene un riff inicial que se repite a lo largo del tema con variantes y distorsión. Mezcla blues y folk rockero, es oscura, con guitarra y percusión en primer plano.

El lado B empieza con “My God”, que no es una canción contra Dios ni contra la idea de Dios, sino contra los dioses, la iglesia hipócrita y el sistema de creencias religiosas. Dice Anderson “No me satisface que a los niños se les enseñe que sigan al mismo Dios que sus padres. Dios es una idea abstracta que el hombre elige adorar; el Dios verdadero no necesita que lo adoren. A los niños se les enseña que sean judíos, católicos o protestantes sólo por un accidente de nacimiento. Pienso que es algo presuntuoso e inmoral. La religión hace una línea divisoria entre los seres humanos y eso está mal. Pienso que está mal que nos laven el cerebro con una serie de ideas religiosas. Debería depender de ti pensar y que tomes tu propia decisión.”

Este grandioso tema podría definise como un “lamento a Dios”, un blues a Dios. Empieza con la guitarra acústica, se acerca luego el piano y llega la voz de Ian cantando el tema principal en modo “lamento áspero”; aparecen la guitarra eléctrica, la batería y finalmente la flauta, que es sobrecogedora. Se repite el tema, la guitarra aparece en el puente entre temas, llega el segundo tema y la flauta empieza un solo inigualable con matices de todo tipo. Flauta y piano se unen, vuelve el tema uno en la voz de Ian, la guitarra se distorsiona y la flauta se encarga de la agonía de este glorioso tema de siete minutos.

Si “My God” es un “blues para Dios”, “Hymn 43” es un blues para Jesús; es acerca de los “buscadores de gloria” que usan su nombre como excusa para un montón de cosas ofensivas. Con un riff inolvidable, la guitarra de Barre se luce en un hard rock blusero de alta calidad con el piano tambieen en primer plano. La letra se centra expresamente en la hipocresía, la frivolidad y el autoritarismo que reinan en el pensamiento colectivo de la comunidad cristiana moderna: “si Jesús nos salva, bueno, debería salvarse de los ensangrentados buscadores de gloria que usan su nombre en la muerte.”

Slipstream es una hermosa canción breve sobre morirse, sobre el paso al otro lado. La letra es brillante y concisa, con Anderson en guitarra acústica y un fondo de violines perfectos.

“Locomotive Breath” es una analogía de ese tren interminable que es la vida; uno no puede detenerse, “you’ve got to stagger on”. La letra, aunque abierta a distintas interpretaciones, trata sobre la triste vida de un hombre al borde del suicidio, dirigiéndose al precipicio como una locomotora sin frenos. Un hombre, Charlie, al que abandonan sus hijos y que averigua que su mujer lo engaña con su mejor amigo; un perdedor que reconoce que el “ganador de todos los tiempos” (Dios) lo tiene agarrado de las bolas.

Este impresionante tema (otro clásico imbatible) empieza con un lamento de piano creado por John Evan, seguido por una intro más jazzeada a la que finalmente se le une la guitarra de Barre para explotar en un riff atronador inolvidable que hace pensar que uno está realmente a bordo de un tren sin control. La canción es una mezcla entre hard rock y rock progresivo, es una canción de energía contenida que se acerca a un final inexorable; según Anderson, “debe tener ese aire de inminente fatalidad y explosión, sin volverse demasiado ruidoso”. Junto con la voz de dramática y fatal de Ian, el piano, la guitarra y la flauta componen un alud incontenible.

“Wind Up”, según Anderson, significa, en el caso del disco, algo así como “llegar a la conclusión”; a la vez, como “wind up” significa fraude o truco, Anderson usa ese término para indicar que no hay que engañar a Dios yendo a la iglesia los domingos pero ignorándolo el resto de la semana. La letra reclama mayor espiritualidad interior y condena con dureza el lavado de cerebros que hacen las religiones institucionalizadas. Esta canción comienza con un folk suave pero después arremete con un rock vigoroso, y son guitarra y bajo los que sostienen el tema. Finalmente, luego de la tormenta de rock, el piano nos acerca al final: “prefiero tratar de componer una mejor canción porque esa es la honesta medida de mi valor. En tu pompa y toda tu gloria, tú eres más pobre que yo.”

Aqualung

 

Aunque el álbum fue definido por la crítica como un álbum conceptual, Ian Anderson ha recalcado hasta el cansancio que no lo es. Para zanjar la discusión decidió hacer, después de “Aqualung”, un álbum conceptual, y grabó “Thick as a Brick” (“¿quieren ver qué es un álbum conceptual? Muy bien… ¡ahí tienen un álbum conceptual!” dijo), otro maravilloso álbum, pero esa es otra historia.

 

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