Evaristo Carriego nació en Paraná (Prov. de Entre Ríos) el 7 de mayo de 1883. Era hijo de Nicanor Evaristo Carriego Ramírez y María de los Ángeles Giorello. Su abuelo paterno, José Evaristo Carriego de la Torre, fue periodista y legislador. Jorge Luis Borges nos cuenta que: “Cuando la legislación del Paraná resolvió levantarle a Justo José de Urquiza una estatua en vida, el único diputado que protestó fue el doctor Carriego”. Llegó a Buenos Aires a los cuatro años. Se dice que quiso ingresar en el Colegio Militar, pero por ser corto de vista fue rechazado.
Vivió en el barrio de Palermo (barrio de compadritos) junto a su familia, en la calle Honduras entre Bulnes y Mario Bravo. Pasó su juventud dentro de la atmósfera alucinada de principios de siglo, cuando los cafés porteños convocaban reuniones nocturnas de tertulias, prolongando los debates de las redacciones de La Nación y Última Hora. En cafés como el Royer Keller, Luzio, La Brasileña y Los Inmortales, en los que gravitaba Rubén Darío, Carriego recibió su influjo y también el de Almafuerte.
Evaristo Carriego hizo sus primeras armas literarias en La Protesta, donde conoció a Juan Más y Pi, quien, junto con Marcelo del Mazo, fue un amigo cercano y comprensivo. La Protesta, era un diario anarquista, donde se privilegiaba más la literatura que la acracia, donde importaba más una bella frase que las aseveraciones de Kropotkin o de Jean Grave. Publicó en ese diario muchos sueltos y realizó reportajes a poetas y escritores que luego fueron sus amigos.
Fue asiduo colaborador de Caras y Caretas desde 1906 hasta el año de su fallecimiento. Colaboró en el fugaz Papel y tinta, en Ideas y Figuras, de Alberto Ghiraldo, y hasta sus últimos días en L. C. (Ladrón Conocido), publicación policíaca, en la que aparecieron sus poesías arrabaleras. Algunas de ellas firmadas con el pseudónimo de El Barretero.
Carriego, además de poesía, escribió una serie de cuentos y notas breves en las que pinta la vida del suburbio, publicados en principio en Caras y Caretas. Esos cuentos fueron reunidos por la editorial Tor, que los editó en 1927, en un tomo con el título de Flor de arrabal.
El 3 de julio de 1906 se inició como masón en la Logia Esperanza N° 111 junto con Florencio Sánchez, autor de M’hijo el dotor, el mismo que bautizó “Canillitas” a los vendedores de diarios.
Tan solo un libro se editó estando Evaristo en vida Misas herejes (verso), en 1908. Poemas como Las manos, El alma del suburbio, la viejecita, Residuo de fábrica, Los perros del barrio, y los que se agrupan bajo el subtítulo de Intimas, alcanzaron gran popularidad cuando el poeta ya no estaba. El resto de su obra fue publicada después de su muerte, en un tomo titulado Poemas póstumos.
El poeta murió tísico (al igual que su amigo Florencio Sánchez), a los 29 años, el 13 de octubre de 1912.
Sus restos fueron sepultados en el Cementerio del Oeste, donde pronunciaron sentidos discursos de despedida Juan Mas y Pi, Marcelino del Mazo y Charles de Soussens.
El 16 de noviembre de 1912, apenas un mes después de su muerte, se estrenó su obra Los que pasan en el Teatro Nacional.
Borges encontró en Carriego (que vivió no muy lejos de donde Jorge Luis pasó su infancia, en la calle Honduras del barrio de Palermo) la inspiración de malevos, cachafaces y percantas que desfilan por sus libros, evocando la Buenos Aires del arrabal cuando Palermo era una pampa surcada por un arroyo, casas y quintas codeándose con la ciudad.