Arturo Frondizi nació en Paso de los Libres el 28 de octubre de 1908 y falleció en Buenos Aires el 18 de abril de 1995.
Graduado como abogado con diploma de honor en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires en 1930, en ese momento se vuelca de lleno a la actividad política afiliándose a la UCR casi en simultáneo con el golpe cívico militar que derrocó al presidente Hipólito Yrigoyen. Desde entonces se destaca su militancia yrigoyenista en la Capital Federal, siendo electo delegado al Comité Capita por la Circunscripción 6″ (Caballito). Se casó con Elena Faggionato con quien tuvieron una hija, Elena Frondizi.
Fue abogado y fundador de la Liga por los Derechos del Hombre defendiendo presos políticos durante la Década Infame. Formó parte de los grupos que renovaron al radicalismo a comienzos de la década de los “40 y combatió a la dictadura surgida del golpe del 4 de junio de 1943. Junto a Moisés Lebensohn, Ricardo Balbín y otros conformaron el Movimiento de Intransigencia y Renovación de la UCR y fue uno de los redactores del mítico programa de Avellaneda en 1945.
Al año siguiente fue electo diputado nacional por la Capital Federal e integró el legendario Bloque de los 44 diputados radicales que lucharon contra el autoritarismo peronista. Allí desplegó una notable labor legislativa y uno de los opositores más inteligentes y temibles. Cuando la mayoría peronista destituyó a Balbín que presidía la bancada radical, lo reemplazó en la conducción y asumió su defensa judicial junto con Amílcar Mercader.
En 1951 la UCR oficializó la fórmula presidencial Balbín-Frondizi que fue derrotada en las urnas por Perón, pero consagró en el imaginario popular los nombres de ambos políticos como seguros futuros líderes de la democracia argentina. Pocos años después Frondizi fue elegido presidente del Comité Nacional de la UCR. Luego de la Revolución Libertadora, que puso fin al gobierno peronista, el radicalismo se dividió en la Convención de Tucumán de 1956. Allí se proclamó el binomio Arturo Frondizi-Alejandro Gómez asumiendo desde entonces la denominación UCR Intransigente, en contraposición a la UCR del Pueblo liderada por Balbín, Larralde y Sabattini.
PRESIDENTE DE LA NACION
Por entonces Frondizi conoció a Rogelio Frigerio con quien trabó amistad y juntos comenzaron a explorar otros rumbos políticos que se diferenciaron de la orientación doctrinaria tradicional del radicalismo. Merced a un pacto entonces secreto con Perón exiliado y proscrito, el movimiento volcó sus votos hacia Frondizi en las elecciones de febrero de 1958 consagrándolo presidente por amplia mayoría.
El nuevo presidente designó un gabinete de personalidades de renombre y prestigio de larga trayectoria en el radicalismo. Pero sus políticas fueron bien diferenciadas. Su gobierno soportó el acoso de las facciones militares descontentas por el apoyo electoral peronista, y debió ceder a las presiones castrenses cambiando ministros y mutando políticas públicas anteriormente defendidas por él en un viraje ideológico que le mereció fuertes cuestionamientos.
En materia socioeconómica, petrolera y educativa fue motivo de alta conflictividad y terminó imponiendo el plan represivo denominado Conintes. En materia internacional apostó a una inserción argentina en el mundo moderno que también produjo reacciones adversas de sectores nacionalistas y sobre todo anticomunistas en un escenario dominado por el conflicto Este-Oeste.
De todos modos y analizado en perspectiva histórica sin que implique justificar acciones contrarias a principios morales que deben regir la conducta de los hombres de Estado, Frondizi tuvo la virtud de plantear anticipadamente cuestiones estratégicas apuntando a la modernización del Estado y de las estructuras económicas argentinas.
La debilidad de su gobierno, además sometido a planteos militares y la acción de la oposición política y sindical, lo condujo a su fin por un confuso golpe militar el 29 de marzo de 1962 que no llegó a constituirse en dictadura por la hábil maniobra de un ministro de la Corte Suprema, el joven Julio Oyhanarte que convenció al presidente provisional del Senado José María Guido a asumir el Poder Ejecutivo en virtud de la ley de acefalía. No obstante Frondizi fue detenido y alojado en la Isla Martín García y luego en Bariloche.
Desde la oposición Frondizi avanzó en sus acuerdos con el peronismo, que condujeron a la participación de su partido, ya definitivamente separado de la UCR, el Movimiento de Integración y Desarrollo MID en el Frejuli organizado por Perón desde el exilio y que triunfó en los comicios de 1973, los primeros realizados sin la proscripción peronista.
Tras la muerte de Perón y el abrupto final de la gestión de su viuda, Frondizi y el MID abandonaron el Frejuli. Instalada la dictadura militar Frondizi y Frigerio hicieron públicas críticas al plan económico de Martínez de Hoz. Sin embargo aceptaron la participación de funcionarios civiles de su confianza e intimidad en la administración dictatorial, aunque el MID fue parte de la Multipartidaria convocada por Balbín, la UCR y el peronismo para exigir el fin del gobierno de facto y la realización de elecciones libres. Ello no fue obstáculo para que junto con Raúl Alfonsín, Frondizi fuera de los escasos dirigentes de primera línea que se manifestaron abierta y sinceramente en contra de la aventura militar en la guerra de las Islas Malvinas.
ULTIMOS AÑOS
Los últimos años de vida del ex presidente ofrecen aristas complejas. El apoyo a la transición democrática encabezada por el presidente Alfonsín, se combinaba con críticas furibundas a diversos aspectos de la gestión socioeconómica al tiempo que mantenía contactos con grupos y sectores nítidamente antidemocráticos como los lideres de los levantamientos militares carapintadas. Arturo Frondizi fue un político inteligente y sagaz, quizá uno de los presidentes con mayor formación académica e intelectual. Sin embargo su dualidad permanente a partir de su asunción como presidente y su posterior derrotero político le valieron críticas y la pérdida de credibilidad de amplias franjas de la sociedad y el alejamiento de gran parte de sus compañeros políticos. No obstante se le reconoce su patriotismo y una honradez personal inquebrantable.