Los padres de Judy Garland tenían un teatro en Grand Rapids, Minnesota, donde actuaban ellos y otros artistas de vodevil. Judy comenzó a interpretar números como bailarina y cantante a los dos años de edad.
Cuando la familia se muda a las cercanías de Hollywood en 1926 comienza una intensa presión sobre Judy para convertirla en estrella de cine. Garland finalmente firma un contrato con el estudio MGM en 1935. Tenía 13 años.
En ese momento los contratos de Hollywood no ofrecían ningún tipo de cuidado a sus estrellas. Vivían los días al límite de sus posibilidades. Exigiéndoles todo, tanto de sus performances en el set de filmación como en su vida privada. Generalmente, las estrellas infantiles eran las más explotadas de todas.
Los niños artistas como Garland y Mickey Rooney trabajaban las 24 horas del día, y el inicio de un nuevo proyecto muchas veces comenzaba horas después de haber terminado el último.
Cuando el agotamiento se volvía tan intenso que les impedía seguir filmando, el estudio les proporcionaba a los actores y actrices inyecciones de adrenalina y píldoras energéticas.
Todo al servicio del sueño de convertirse en una estrella de Hollywood, un sueño que Garland finalmente realizó al ser elegida para interpretar a Dorothy en 1938 para la película El mago de Oz, cuando contaba 16 años.
El precio que Garland tuvo que pagar se tradujo en años de abuso forzado de sustancias y negligencia por parte de los ejecutivos del estudio.
Louis B Mayer, el jefe todopoderoso de MGM se refería a Garland como “Mi pequeña jorobadita”, y algunos llegaron a decir que abusaba sexualmente de la pequeña.
Para asegurarse que Judy mantuviera su peso ideal, el estudio también orquestó un régimen dietético drástico.
Además de las pastillas que la ayudarían a mantenerse despierta durante la filmación y las cosas que más tarde la harían volver a dormir, la dieta diaria de Garland consistía en sopa de pollo, café, cigarrillos supresores de apetito y pastillas para adelgazar.
Después de obtener el papel de Dorothy, la dieta de Garland se volvió más extrema. Para asegurarse de que no se desviara, Mayer hizo que los espías del estudio siguieran a la actriz de 16 años donde quiera que vaya.
Trabajó días y noches sin pausa, y lo hizo por mucho menos dinero que sus homólogos masculinos Garland ganaba en esa época unos us$500 por semana, en comparación con los us$5,000 de Mickey Rooney.
“Luego, después de cuatro horas, nos despertaban y nos volvían a dar pastillas para que podamos trabajar 72 horas seguidas”.
MGM controlaba todos los aspectos de la vida de Garland. Un romance con Tyrone Power terminó porque Mayer dijo que tenía que hacerlo.
Cuando quedó embarazada de su primer marido, David Rose, en 1942, MGM (junto con Rose) convenció a Garland para abortar y poder sostener su imagen de “niña buena”.
A principios de la década del 50, luego de varias crisis nerviosas, intentos de suicidio y entradas secretas a un hospital psiquiátrico privado, Garland abandona a MGM. O, mejor dicho, el estudio abandona a la actriz.
Garland pasaría a nuevos proyectos, sin el prohibitivo contrato que controló rigurosamente su vida durante los primeros 15 años de su carrera, pero el daño ya estaba hecho.
En 1969, poco después de cumplir 47 años, Garland murió de una sobredosis de barbitúricos. En su funeral, el coprotagonista del Mago de Oz, Ray Bolger, comentó que Garland, “simplemente se desgastó”.