En la medianoche del 25 de julio de 1978 nacía en el hospital de Oldham al norte de Inglaterra Louise Joy Brown, con 2,607 kilos de peso y perfecto estado de salud. Así lo informaba la ficha del hospital. Pero Louis no era una niña más, sino el llamado primer ‘bebé de probeta’.
La beba inglesa pudo ser concebida luego de que la fecundación del óvulo y el espermatozoide pudiera hacerse fuera del vientre materno y una vez fecundado colocarlo en el útero de la madre, convirtiéndose en uno de los hechos científicos más destacados del siglo XX.
Los responsables de este increíble logro denominado fecundación in vitro fueron el fisiólogo Robert Edwards -quien recibió en 2010 el premio Nobel de medicina– y el ginecólogo Patrick Steptoe.
Cuarenta años después de esta primera fertilización se estima que al menos unos 8 millones de bebés nacieron en el mundo mediante estos métodos. Louis, en tanto, logró ser madre en forma natural.
”Aquel primer nacimiento de la niña inglesa fue toda una revolución para la búsqueda de métodos reproductivos. Luego de varias experiencias los doctores Edwards y Steptoe lograron algo increíble”, señala a La Prensa la doctora especialista en técnicas de reproducción Ester Polak, directora del Instituto CER.
Polak recuerda que al conocerse la noticia en el país hubo distintas posturas. ”Hay que recordar que no había facilidades en la comunicación como hay ahora. Todo llegaba más tarde, tardaba más”.
”Estaban quienes no creían que algo así fuera cierto. Y luego estaban quienes creían en el hecho pero sostenían que era una suerte de herejía, de algo que no era correcto. Luego hubo un tercer grupo en el que me incluyo que creyó que estábamos ante un gran adelanto”, agrega la profesional.
Polak indica que hasta ese momento se habían intentado poner en práctica algunas técnicas para ayudar a las parejas a lograr el embarazo. ”Se hacían algunos tratamientos médicos para el varón y en el caso de la mujer cuando presentaba problemas en sus trompas se intentaba corregir con cirugía pero muchas veces fallaba”.
La especialista explica que en aquel tiempo había aún muchas infecciones causadas por enfermedades de transmisión sexual que también traían problemas de infertilidad.
”La inseminación dentro del útero podía traer problemas serios”. Polak señala que tuvo el privilegio de estudiar y conocer al doctor Edwards en Inglaterra a través de otro gran médico dedicado al tema, el francés Jean Cohen. ”Era una persona creativa, inteligente y con gran entusiasmo y conocimiento. Le llegó tarde el Nobel cuando ya estaba enfermo y luego de haber padecido muchos ataques. Se decía que su método iba en contra de la naturaleza, que se iban a poder crear ejércitos de gente malvada, todos delirios que no ocurrieron”.
Con el correr de los años las técnicas de fertilización fueron mejorando y obteniendo mejores resultados.
”En los comienzos un 5 por ciento de los embarazos se lograban con técnicas de fertilización. Luego se pasó a un 15 por ciento. Y hoy ya se puede hablar de un éxito de más del 40 por ciento de los casos, número que supera los embarazos por relación sexual que es entre un 15 y 20 por ciento por ciclo”.
Polak cuenta que las nuevas técnicas permiten hoy preservar embriones ampliando la posibilidad de éxito en los tratamientos. ”También está la técnica de Icsi por la cual se inyectan espermatozoides en el óvulo, permitiendo mejorar las posibilidades de embarazo”.
En la Argentina técnicas de fecundación se ponen en práctica desde hace varias décadas, aunque recién hace poco tiempo se sancionó una ley que permite dar cobertura a quienes necesitan estos tratamientos.
”Si bien la ley de fertilidad pudo ser positiva se hizo de una manera muy amplia, poco pensada. Por ejemplo recién ahora se están poniendo límites a la edad para hacer el tratamiento. Faltó regulación”, opina Polak.
”En muchos casos -continúa- el financiamiento por parte de las obras sociales y prepagas no alcanza para cubrir lo costosos que son para los institutos que los ofrecemos. Hay instituciones que no pueden manejar una tecnología tan cara”.
Para Polak en muchos casos se recomienda tratamientos para gente que lamentablemente no está en condiciones de quedar embarazada.
”Así una ley que debía favorecer a muchas familias se complicó. La tecnología termina bastardeada”. La médica, en tanto, afirma que pese a los temores nadie pide bebés ‘a medida’. ”En mi caso hacemos tratamientos de fertilidad asistida desde 1987 y de los miles de casos que atendimos a ninguna pareja se le ocurrió pedirnos que el bebé tuviera un color determinado de ojos”.
”Hoy -agrega- se habla de clonación humana y es factible. Capaz en el futuro si alguna vez se hace siempre habrá primero una cuestión ética que se analizará”.
Otros de las formas de embarazo que aún no se realizan en el país y que han generado polémica se relacionan con el vientre subrogado.
”Esto se usa en casos donde hay parejas heterosexuales donde la mujer muchas veces no tiene útero o en parejas homosexuales”, comenta Polak.
Mediante esta técnica se utiliza el útero de otra mujer, que es quien lleva el embarazo. ”Creo que no faltará mucho tiempo para que se pueda hacer esto en la Argentina con una ley adecuada. Es algo necesario. Y permitirá ahorrar altísimos costos, ya que hoy quien lo hace en Estados Unidos por ejemplo, debe pagar 250 mil dólares”.
¿Cual es el futuro para las técnicas de fertilización? Polak expresa que se experimenta con la posibilidad de crear gametas, células de espermatozoides y óvulos de forma artificial.
”Esto se relaciona con una camino hacia la clonación terapéutica que puede permitir tratar con éxito enfermedades como el cáncer o cegueras incurables”.
LOS MELLIZOS
En la Argentina los primeros ‘bebés de probeta’ fueron Eliana y Pablo Delaporte, que llevan los mismos nombres de sus padres, Eliana Beatriz y Pablo Andrés Delaporte. Este primer tratamiento fue realizado en 1985 y el nacimiento de los bebés tuvo lugar el 7 de febrero de 1986. Los padres con solo 22 años se habían casado en Tucumán en 1977.
El mayor desafío que enfrentan hoy los expertos en medicina reproductiva es dar respuesta a la maternidad cada vez más tardía. ”Sin dudas la filosofía de vida de muchas mujeres ha ido cambiando en estos últimos años. Hoy la idea es tener un título, una carrera, un futuro profesional, o simplemente retrasar la maternidad hasta más adelante. Y eso hace que si antes las mujeres llegaban a la consulta antes de los 30 años, hoy es habitual que tengan 36, 37 o 38 años cuando consultan por primera vez”, comentó el Dr. Santiago Brugo Olmedo, especialista en Medicina Reproductiva y Director Médico de Seremas, que formó parte del equipo que realizó la primera fertilización in vitro de la Argentina.
Como respuesta a quienes proyectan ser madres a edades más avanzadas, hoy la medicina ofrece a la mujer la posibilidad de congelar (vitrificar) óvulos cuando su capacidad reproductiva es óptima, para que llegado el momento en que decida ser madre cuente con óvulos que le ofrezcan la mayor chance de lograr un embarazo.