167 años sin Vicente López y Planes

Vicente Fidel López había escrito a su padre los días 20 y 22 de septiembre de 1856. El martes 23, don Vicente narraba a su hijo sobre “el mal período de mi enfermedad, que me ha durado desde el domingo a la noche hasta hoy a las doce, en que para descansar, he recibido una lavativa bien narcotizada”. A pesar de sus dolencias, se encontraba dispuesto a trabajar “en el bufete”.[1]

El sábado 27 de septiembre resultó “uno de los días penosos” de su mal. Fuerte y voluntarioso, recibió al día siguiente a varios visitantes: el doctor Navarro Viola, Bernardino Gutierrez y su hijo Pancho y Ezequiel Ramos Mejía. Con el amigo Lafone habló de actualidad política. El lunes 29 escribió sobre su nieto Fidelito, pequeño de tres años, vivaz y amable, “que tenía una afición particular” de “cerrar bien las puertas, de cuya propiedad infería que habría de ser muy trabajador”. López decía a su hijo que el mal tiempo soportado en Buenos Aires en nada favorecía su curación, pero con la llegada de una mejor estación y un ejercicio regular y sostenido, bien podría “adelantar algo”.[2]

El 3 de octubre el ilustre poeta se hallaba grave. El 4, José María Lozano pudo asegurar a Vicente Fidel que don Vicente seguía “muy mejorado, habiendo amanecido hoy bastante despejada su cabeza”.[3]

“Aquí hemos tenido tanto o más días de lluvia que el Diluvio”, le expresaba Juan María Gutiérrez a Vicente Fidel López. Juan María y Gorostiaga habían visitado a López, aún convaleciente. “Tenía rastros inequívocos de decadencia física en comparación de lo que estaba el día que pasó Ud. en Buenos Aires. Su espíritu sano, recto, su carácter angelical, me han hecho sufrir y gozar”. [4]

La carta del doctor Manuel Blancas a Vicente Fidel, fechada el 7 de octubre, no dejaban dudas de que la situación del “distinguido enfermo” no ofrecía un porvenir halagüeño. El médico empleaba “el tratamiento más enérgico posible” y se había rodeado del consejo de algunos colegas, quien aprobaron las medidas adoptadas.

En la tarde del jueves 9 de octubre sobrevino a Vicente López un ataque que duró treinta y tantas horas. Los síntomas referidos por Vicente Fidel al doctor José María Ramos Mejía indicaban una afección a la médula con ramificaciones en el cerebro, conocida como esclerosis múltiple o en placas, enfermedad que ocasiona trastornos sensoriales y del control muscular. El enfermo deliraba, pero de manera tranquila y suave, sin determinaciones motrices. “Sentado al lado de su cama -relata Ramos Mejía-, conversaba consigo mismo de muchos y variados asuntos, y en un tono solemne y grave recitaba trozos enteros de las poesías de Horacio, su poeta favorito”. La memoria le refería acontecimientos que no recordaba, personajes que habían vivido en los primeros años de su vida y cuya fisonomía refería al detalle.[5] Quienes rodeaban su lecho le oyeron balbucear las palabras “Patria” y “Republica Argentina”.[6]

El viernes 10 la prensa porteña dio cuenta del “peligroso estado en que se halla la salud de este respetable ciudadano”, postrado desde hacía largo tiempo por “una larga enfermedad”.[7]

El doctor Blanes, que recogió de López el último suspiro, confió tiempo después que el ilustre enfermo decía en su agonía versos clásicos y españoles, y también Las tristes de Ovidio, “recordando aquella triste noche en que el poeta se vio obligado a emigrar de Roma, en medio de las desgracias que asolaban a la ciudad”. [8]

El doctor Vicente López murió en su casa de la calle Perú, la casa que lo vio nacer, el sábado 11 de octubre de 1856 a las tres de la mañana. Tenía 72 años. El Nacional escribió en la edición de ese mismo día:

El nombre del Dr. López está ligado a los más nobles sucesos de la revolución de Mayo de 1810. Era entonces un joven lleno de talentos y de entusiasmo patrio, que consagró a la revolución del 25 de Mayo, con sus virtudes y la elocuente palabra del orador y del poeta.

Entre los grandes servicios, le debe la Patria de los Argentinos, la Canción Nacional “Oíd, mortales, el grito sagrado”, canto solemne que conmueve al que lleva sangre argentina en sus venas.[9]

El Orden, al dar noticia de su muerte, lo recordó como “el consejero prudente en las asambleas populares”, el “amigo discreto de los gobernantes de la República2 y, desde luego, “el poeta inspirado, que levantaba el acento a la altura de la gloria adquirida, o rasgaba los velos de un magnifico porvenir”. Su Himno Nacional, que animó las fiestas y las batallas, “repetido en medio del estruendo de las armas, pudo conmover las tumbas de los Incas”.[10]

Las exequias, celebradas al día siguiente de su deceso, resultaron imponentes. En su edición del 13 de octubre, El Nacional aseguró que el fúnebre convoy, “lujoso en extremo”, se componía de más de cincuenta “lucidos carruajes” que seguían al féretro, “y las personas que los ocupaban eran de lo más notable de nuestra sociedad”.[11]

En el cementerio de la recoleta pronunciaron discursos José Francisco López, redactor de El Constitucional; Mariano Varela y Juan María Gutiérrez, el verbo más notable de los tres. Se hallaban presentes en la triste ceremonia las damas de la Sociedad de Beneficencia, entre ellas Mariquita Sánchez, en cuyo célebre salón la tradición asegura que se entonó por ver primera la Canción patriótica de don Vicente.[12]

El entrañable Gutiérrez lloró al cantor de Mayo. Lo llamó “nuestro compatriota por excelencia”.

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[1] Carta de Vicente López a Vicente Fidel López, Buenos Aires, 23 de septiembre de 1856, AGN, Archivo y colección “Los López”, legajo 2356, documento 2560.

[2] Carta de Vicente López a Vicente Fidel López, Buenos Aires, 29 de septiembre

[3] Carta de José María Lozano a Vicente Fidel López, Buenos Aires, 4 de octubre de 1856, ibídem, legajo 2370, documento 4585.

[4] Carta de Juan María Gutierrez a Vicente Fidel López, 5 de octubre de 1856, AGN, Archivo y colección “Los López”, legajo 2370, documento 4586.

[5] José María Ramos Mejía, Las neurosis de los hombres célebres en la historia argentina, primera parte, Buenos Aires, Martín Biedma, 1878, pp.80-81.

[6] El Nacional, Buenos Aires, 11 de octubre de 1856.

[7] La Tribuna, Buenos Aires, 10 de octubre de 1856.

[8] Palabras del ministro Lucio Vicente López. Diario de sesiones de la Cámara de Diputados, sesión del 14 de julio de 1893, op. Cit., pp. 248 y 256.

[9] El Nacional, Buenos Aires, 11 de octubre de 1856. También fue dada la noticias de su muerte en El Nacional Argentino, de Paraná, sábado 18 de octubre de 1856.

[10] El Orden, Buenos Aires, 12 de octubre de 1856.

[11] El Nacional, Buenos Aires, 13 de octubre de 1856.

[12] El Orden, Buenos Aires, 16 de octubre de 1856.

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