Patricia Stokoe: la danza como lenguaje del ser

Nacida el 23 de septiembre de 1919 en el Hospital Británico de Buenos Aires, hija de inmigrantes ingleses, transcurrió su infancia y adolescencia en la provincia de Buenos Aires. Desde temprana edad sintió una atracción intensa por el movimiento. A los 19 años viajó a Londres para formarse en danza clásica en la Royal Academy of Dance, y en danza moderna con Agnes De Mille. Durante la Segunda Guerra Mundial integró la compañía de ballet Anglo-polaca y comenzó a dictar clases en escuelas municipales bajo el London County Council. Allí entró en contacto con las corrientes de vanguardia que exploraban nuevas formas de expresión artística, especialmente con la danza libre de Isadora Duncan, que dejó en ella una marca indeleble.

Su formación se enriqueció aún más al estudiar con dos referentes fundamentales del pensamiento corporal: Moshé Feldenkrais, de quien adoptó la conciencia del movimiento como vía de conocimiento interior, y Rudolf von Laban, cuyas investigaciones sobre el movimiento en el espacio-tiempo transformaron su concepción del cuerpo y su expresividad. Al regresar a la Argentina, Stokoe articuló todas estas influencias en una propuesta original: la Expresión Corporal-Danza, entendida como un lenguaje que permite a cada persona desarrollarse integralmente a través del cuerpo consciente.

Su objetivo no era formar bailarines tradicionales, sino acompañar a cada individuo en la búsqueda de su propia danza: una danza singular, auténtica, ligada a su historia emocional, sus ideas, su deseo. Para Stokoe, la danza no era un privilegio de los profesionales, sino un derecho humano: el lenguaje sensible del cuerpo, disponible para todos. Cada ser humano, sostenía, posee una manera única de habitar el movimiento y de construir sentido a través de él.

Desde los años 50, su visión se expandió por América Latina y otros países, influyendo en propuestas pedagógicas, artísticas y terapéuticas. En 1972, la Expresión Corporal fue incorporada a la formación musical en Cuba, y su pensamiento se difundió mediante libros, talleres, escuelas y programas de formación docente. Siempre insistió en que la danza es un lenguaje y que, a través de la Expresión Corporal, cada cuerpo puede reencontrarse con su tono, su ritmo, su forma de estar en el mundo.

Para Stokoe, la danza era una experiencia profundamente subjetiva, estética y ética. En su concepción, los elementos esenciales del movimiento danzado incluían el cuerpo humano, el espacio, el tiempo, la forma, la palabra, la música, el ritmo, el impulso, la luz, el acento, la motivación y el vínculo entre quien observa y quien participa. Cada uno de estos elementos debía ser vivido desde la sensibilidad y la conciencia, no desde la técnica impuesta.

En ese mismo 1972, luego de trabajar en Ginebra junto a Gerda Alexander —creadora de la Eutonía—, Stokoe incorporó la Sensopercepción como pilar de su propuesta: una práctica basada en la percepción interna, el goce cenestésico y el autoconocimiento como fuentes de expresión artística. En estas sesiones, la danza no era una forma exterior sino un estado de presencia: un momento de plenitud, conexión y serenidad atemporal.

Lejos de buscar un “producto” artístico final, Stokoe concebía la enseñanza como un proceso, valioso en sí mismo. Cultivar la propia danza era también cultivar una ética del cuerpo, alejada de la lógica de la competencia o la exigencia física, orientada al cuidado, la autenticidad y el placer de moverse desde la verdad de cada quien.

Con esa convicción fundó una escuela de formación para docentes y facilitadores en Expresión Corporal. Su pedagogía se centraba en la escucha, el respeto y el estímulo verbal como catalizador del movimiento subjetivo. No se trataba de reproducir modelos, sino de propiciar las condiciones para que cada estudiante elaborara una respuesta corporal propia, coherente con su sentir y su imaginario.

La ética fue un eje transversal de su pensamiento. Para Patricia, el cuerpo no era una suma de partes ni una herramienta para ser disciplinada, sino una totalidad viva donde confluyen sentidos, emociones, imágenes, pensamientos, motricidad y lenguaje. Y esa integración, sostenía, solo puede surgir de un principio ético fundamental: conocerse, aceptarse y habitarse con libertad. Solo así es posible crear vínculos genuinos con los otros, en un movimiento compartido que es también forma de relación.

Amaba citar a Shakespeare, y en especial una frase de La tempestad, cuando el rey aconseja a su hijo: «Sé fiel a ti mismo». Pero Patricia, con su humor y ternura característicos, agregaba: “Seamos fieles también a los ‘sí mismos’ que cada uno de nosotros y nuestro país puede llegar a ser, con su historia, su memoria y sus sueños de futuro desde este, nuestro presente”.

Links:

STOKOE PATRICIA Entrevista en VHS de 1882:

VIKINGA. Una película de Silvina Szperling sobre la creadora de la expresión corporal Patricia Stokoe:

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