La llegada de Jesús a este mundo ha inspirado a los grandes artistas para reflejar el espíritu de serena alegría y profundo misterio que rodea al nacimiento del Mesías. Dios se hace carne entre nosotros, el primer gesto de esta dualidad, el hombre y Dios coexistiendo en la misma persona. José y María se habían dirigido desde Nazareth a Belén para inscribirse en el censo ordenado por el emperador Augusto. Este ordenamiento burocrático sucedió ocho años antes del momento inicial de nuestra era. ¿Fue esta una imprecisión cronológica involuntaria o un deliberado error para ajustar el nacimiento de Jesús a las profecías mesiánicas?
La fecha elegida para rememorar la Natividad por los primitivos cristianos coincidía con la celebración pagana del 25 de diciembre, el Dies Natalis invicti solis, fecha que coincide también con el solsticio de invierno. La fiesta era conocida como“Saturnalia”.
Aureliano promovió esta celebración imprimiendo monedas con las palabras “Deus sol invictus”. El mismo emperador asumió el título de Pontifex Maximus.
Asesinado Aureliano, Diocleciano tomó el gobierno no desde Roma sino desde la parte oriental del Imperio. La persecución de la que fueron objeto los cristianos bajo el reinado de Diocleciano obligó a estos a disimular sus ritos.
Durante la Saturnalia, la algarabía generalizada permitía disimular la alegría navideña de los seguidores de Cristo. Después continuaron celebrando esta festividad con ramas verdes de las que colgaban pequeñas velas. La festividad semanal del sol (The sun day o Summer Tab, el domingo para nosotros) pasó a ser el equivalente del sabbat para los hebreos, el día de descanso semanal.
También el 25 de diciembre era el cumpleaños de Constantino, el emperador que permitió la difusión del cristianismo y el cese de su hostigamiento.
La Iglesia oriental y la occidental usaban distintos almanaques. Hacia el año 256, el Papa Juan I encomendó al monje Dionisio el Exiguo, uniformar el cómputo y evitar así que las Pascuas se celebrasen en distintas fechas. Para esa época se utilizaba el calendario Diocleciano, que comenzaba paradójicamente con el inicio del mandato de este emperador considerado el perseguidor impío de la Iglesia.
Con buen criterio Dionisio decidió tomar como fecha de inicio el nacimiento de Cristo, que según sus cuentas había nacido 753 años después de la fundación de Roma. Algo mal debe de haber hecho Dionisio porque Herodes el Grande, con certeza, murió en el 750, por lo tanto Cristo debe haber nacido entre el 748 y el 749. Igualmente, y a pesar del error, es este calendario de Dionisio el que se continúa usando a la fecha.
+
Texto extraído del libro “A su imagen y semejanza” – 2012