La sangrienta rebelión antibritánica que dio origen al nombre de una emblemática boite porteña

En realidad, los rebeldes africanos no se llamaban MauMau sino Muingi (“El movimiento”) o Muigwithania (“El entendedor”), o Muma wa Uiguano (“El juramento de unidad”) o, simplemente, “El KCA”. Los soldados del movimiento se autodenominaban “El ejército de la tierra y la libertad”. Lo de Mau Mau fue una simplificación fonética peyorativa de los ingleses que menospreciaban a los rebeldes.

El origen del conflicto

Los llamados Mau Mau pertenecían a la etnia kikuyu, con algunas otras tribus como los embu y meru. El enfrentamiento entre colonos europeos y los locales fue por una zona conocida como «White Highlands».

Originalmente, era una fértil zona agrícola ganadera que pertenecía a los kikuyu. Los británicos les permitieron continuar trabajando en esas tierras, pero sin derecho a ser dueños. Desde 1936, los europeos aumentaron las restricciones de acceso, haciendo que los kikuyu abandonasen sus tierras y se afincasen en Nairobi, la capital colonial de Kenia. Pronto, la pobreza, el hambre y el desempleo desencadenaron una protesta iniciada por Jomo Kenyatta, cuyo nombre original era Kamau wa Ngengi (1897-1978).

El secretario de la asociación de veteranos de Mau Mau, Gitu wa Kahengeri (archivo 2022 REUTERS/Monicah Mwangi)

Con los años, Kenyatta sería presidente de la nación africana a la que dio su nombre, aunque también fue acusado de usurpar grandes extensiones de tierra que convirtieron a su familia en la mayor terrateniente del país.

Ngengi cambió su apellido por Kenyatta debido al uso de un cinturón de cuentas conocido popularmente con ese nombre. En 1924, se incorporó a la KCA y, como representante de esta institución, viajó a Londres, donde estudió economía y estrechó lazos con el Partido Comunista de Gran Bretaña. Cuando volvió a su país, después de la Segunda Guerra, fundó la Pan-African Federation.

Su retorno coincidió con el de soldados africanos que habían peleado en Europa, pero cuyos servicios no habían sido reconocidos. Comenzaron a amenazar a los colonos blancos y a organizar huelgas. El 16 de mayo de 1950, después de que el gobierno colonial apresase a varios líderes sindicales, se inició una huelga general que paralizó al país por nueve días.

La represión

Entre 1952 y 1961, los británicos organizaron una severa represión contra los kikuyu y sus aliados. Los británicos usaron la táctica de dividir para conquistar y lograron que tribus enemigas se sumaran a la lucha favoreciendo a los británicos quienes debieron enviar varios miles de soldados para sostener la represión. Entre los africanos reclutados para pelear contra los kikuyu, estaba quien sería el presidente de Uganda, el excéntrico Idi Amin, sangriento dictador acusado de enriquecerse a cuenta del erario público, de violentas matanzas y hasta de canibalismo.

Los rebeldes recurrieron a tácticas de guerrilla, usando armas primitivas que fabricaban con caños de irrigación. En 1953, atacaron al pueblo Lari, donde murieron 75 civiles. La represión británica contra los Mau Mau fue feroz.

Entre las medidas tomadas por los ingleses se reubicó a los kikuyu en lugares semejantes a los campos de concentración que habían usado para luchar contra los bóers, a las que llamaron “villas de emergencia”.

La superioridad numérica y tecnológica de los británicos finalmente se impuso. Muchos miembros de los Mau Mau se entregaron, entre ellos su líder Dedan Kimathi, quien fue ejecutado.

Los prisioneros fueron torturados y usados como mano de obra esclava, los ingleses querían una sanción ejemplificadora para que no se volviese a repetir otra rebelión, a muchos cautivos, hubiesen o no luchado contra ellos, los mataban a golpes como trascendió en 1959.

La guerra de los Mau Mau fue una victoria británica en el campo de batalla pero insostenible políticamente. En 1963, Kenia se independizó bajo el liderazgo de Jomo Kenyatta, quien gobernó bajo el dogma de “Olvidemos el pasado”, algo que no fue bien recibido por gran parte de la población, víctima de una violencia que no había respetado los más básicos derechos humanos. Recién en el 2011, el gobierno británico reconoció sus culpas.

Después de esta historia, Mau Mau dejó de ser solo una lujosa boîte con un nombre exótico y nos recuerda que una represión violenta y despiadada difícilmente se olvida y deja heridas que no son fáciles de olvidar.

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Nota publicada en TN

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