La verdadera historia de Mambrú, el pariente lejano de Lady Di que fue a la guerra y pudo volver como héroe

Sin saber las razones por las que Mambrú se fue a la guerra, pasamos nuestra infancia asegurando que desconocíamos si volvería de esa contienda. Mambrú es la versión española del primer duque de Marlborough, John Churchill, quien gracias a sus fluidas conexiones en la Corte británica (su esposa, Sarah, fue por décadas amiga, confidente y consejera de la reina Ana) y sus dotes como estratega, fue jefe de la coalición que peleó contra los ejércitos de Luis XIV de Francia.

A lo largo de la llamada Guerra de Sucesión Española (el trono había quedado vacante tras la muerte de Carlos II, conocido como “el Hechizado”), las potencias europeas se disputaron el gobierno del inmenso imperio.

Mambrú y la guerra

Durante la batalla de Malplaquet (11 de septiembre de 1709), los franceses creyeron haber ultimado al duque, circunstancia que celebraron con una canción que decía “Marlborough s’en va-t-en guerre”, canto que pasó al español como “Mambrú se fue a la guerra”.

Sin embargo, Marlborough no murió en esa ni en las muchas batallas que jalonaron la contienda, cuyos resultados tuvieron consecuencias a lo largo y ancho del mundo, aún en un pequeño poblado a orillas de un inmenso río que llamaban de la Plata.

Quién fue Mambrú

John Churchill había ingresado como alférez de la Guardia Real a los 17 años, en 1667. Peleó en África y distintos países de Europa, ganando fama de buen estratega.

Ochos años más tarde, se casó con Sarah Jennings, quien, mientras trabajaba en la casa del duque de York conoció a su hija menor Ana. En ese entonces, nadie pensaba que Ana podría acceder al trono y nada le impedía cultivar esta amistad con una joven a su servicio que parecía lúcida y bien intencionada.

John y Sarah se convirtieron en una pareja de trepadores en la compleja aristocracia británica, aunque no siempre salían favorecidos en estas intrigas palaciegas. Por una falsa acusación, John fue expulsado de Inglaterra y hasta pasó unas semanas preso en la Torre de Londres. En 1702, con el acceso de Ana a la corona, el matrimonio volvió a brillar y Churchill fue puesto al mando de las coalición de tropas británicas, austríacas, neerlandesas y alemanas que luchaban contra las pretensiones de los Borbones al trono vacante de España.

En 1704, llegó su momento más glorioso cuando, a orillas del Danubio derrotó a las tropas francesas, matando y tomando prisioneros a más de la mitad del ejército comandado por Hostin de la Baume. Esta espectacular victoria afianzó el poder de Churchill, quien fue gratificado con el ducado de Marlborough, donde construyó un magnífico castillo que llevó el nombre de la batalla de Blenheim.

Una de sus nietas, llamada Diana Spencer, fue festejada por Federico, el entonces príncipe de Gales, sin llegar a concretar el matrimonio. Otra de sus descendientes, también llamada Diana Spencer llegó a convertirse en princesa de Gales, pero todos conocemos su trágico final.

Marlborough volvió de la guerra victorioso, pero un conflicto entre Sarah y la reina Ana los volvió a alejar del favor real, acusados de malversación de fondos. Al final, pudieron retornar a la corte cuando asumió Jorge I .

John Churchill lo asistió a reprimir a los rebeldes jacobitas y pudo terminar el espléndido palacio donde el duque y su esposa fueron enterrados. En ese mismo palacio, nació sir Winston Churchill, el gran héroe de la Segunda Guerra.

Después de más de 600.000 muertes, concluyó la Sucesión Española con la firma del tratado de Utrecht y el ascenso al trono de un nieto de Luis XlV, como Felipe V de España. Sin embargo, no pudieron anexarse ambos reinos para mantener cierto balance en la conflictiva relación entre las cortes europeas.

Los ingleses obtuvieron ventajas comerciales, entre las que se incluía el monopolio de tráfico de esclavos con las colonias españolas, razón por la cual la Compañía del Mar del Sur se asentó en el puerto de Santa María del Buen Ayre, por donde entraban los esclavos que eran conducidos a Lima y Potosí, las ciudades más ricas del continente.

Pocos eran los hombres de color que quedaban en este pueblo a orillas de un río marrón, donde sus niños jugaban a ser guerreros mientras cantaban, sin saber bien por qué, la canción en la que un tal Mambrú se fue a la guerra.

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Esta nota fue publicada en TN

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