El 4 de junio de 1940, el recién electo ministro Winston Churchill se dirigió a la Cámara de los Comunes con un discurso sobre el éxito de la Operación Dinamo, la evacuación del ejército expedicionario británico sitiado en la ciudad de Dunkerque. En su alocución convertía en victoria la desastrosa campaña contra la arrolladora Blitzkrieg nazi que en pocos días sobrepasó a la “infranqueable” línea Maginot, la estrategia defensiva planeada por al alto mando francés para contener el avance alemán .
Lo que no habían entendido los generales franceses –hecha la excepción de Charles de Gaulle – era que la guerra había cambiado de un plano estático a una acción dinámica de tanques y aviones. El mismo Churchill había caído en esta tentación y el gobierno ingles invirtió una suma considerable para crear una “excavadora de trincheras” conocida como Mark I –aunque la llamaban cariñosamente Nellie .
Cuando el proyecto demostró ser un fracaso, Churchill declaró: “Soy responsable pero impenitente”, es decir, sin remordimiento ni vergüenza de la decisión que había tomado … que las tácticas de guerras cambiasen no era su culpa.
El 13 de mayo, ante el fracaso de la gestión de Chamberlain y la derrota del ejército anglo-francés, Churchill había pronunciado su más famoso discurso, “Sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor” –expresión prestada de Lord Byron en su obra La Edad de Bronce (1823)– . En ese discurso apeló al sentido patriótico y la esperanza de una victoria –“por más largo y duro que sea el camino”–
El 4 de junio, gracias a la ingeniosa idea de evacuar a los soldados con naves deportivas y comerciales, había salvado al ejército británico del exterminio pero sentía que era su deber advertir al pueblo sobre el futuro que los esperaba instándolos a pelear “en las playas, en las colinas, en los campos, en las calles”, sin rendirse jamás. El discurso arrancó lágrimas hasta entre sus más encarnizados opositores políticos.
El 18 de junio, ante el comienzo de las agresiones aéreas de la Luftwaffe y la heroica defensa de la RAF, proclamó que esta sería la hora más gloriosa para Gran Bretaña.
¿Quién será el Churchill en los tiempos que se avecinan? ¿Quién será el que inste a derramar sangre y lágrimas? ¿Biden o Trump? La campaña electoral será el punto de mayor fragilidad en la conducción norteamericana. ¿Habrá algún líder europeo a la altura de las circunstancias ante la amenaza ruso-china ?
El mundo está cambiando las modalidades comerciales que nacieron después de la Segunda Guerra y le dieron un impulso a la economía pocas veces visto en la historia de la humanidad. Sin embargo, el dólar, la moneda de referencia mundial, comienza a mostrar signos de debilidad como los que sufrió la libra antes de la contienda.
Las sanciones económicas, como las impuestas a Rusia, son mucho más frecuentes que antes de la década del 90. Recientemente, Estados Unidos impuso sanciones a 300 entidades chinas y turcas por apoyar a Putin.
El miedo de una avalancha de productos chinos (especialmente de autos eléctricos) preocupa a varias economías mundiales, más aún si Trump accede al poder o China cumple con su aspiración de anexar Taiwán.
Ante un mundo en el que ve comprometida la paz, ¿quién estará dispuesto a reconocer la obsolescencia de tácticas bélicas y sentirse impenitente ante los cambios de estrategia? El comercio internacional no crece desde la pandemia. Cada vez hay más trabas comerciales o medidas punitivas. Hace casi dos siglos el economista francés Frédéric Bastiat (1801-1850): declaró “Donde entra el mercado no entran las balas” … Pero si el mercado colapsa ¿Dónde van las balas?
+
Este texto fue publicado en CLARÍN
Ante un mundo en el que ve comprometida la paz, ¿quién estará dispuesto a reconocer la obsolescencia de tácticas bélicas y sentirse impenitente ante los cambios de estrategia? El comercio internacional no crece desde la pandemia. Cada vez hay más trabas comerciales o medidas punitivas. Hace casi dos siglos el economista francés Frédéric Bastiat (1801-1850): declaró “Donde entra el mercado no entran las balas” … Pero si el mercado colapsa ¿Dónde van las balas?