Aquí va un breve recorrido sobre algunas películas conocidas que abordan el tema…
Ceguera (Blindness) (Fernando Meirelles, 2008). En esta película basada en el libro “Ensayo sobre la ceguera” de José Saramago, una ceguera contagiosa (“ceguera blanca”) se instala en la población como una especie de epidemia apocalíptica. Las primeras víctimas son recluidas en un hospital, sin explicación alguna; entre los recluidos allí hay una mujer que conserva la vista (Julianne Moore) pero se hace pasar por ciega para poder acompañar a su marido (Mark Ruffalo), que se ha quedado ciego. La ceguera omnipresente altera todo el orden social, los ciegos se organizan en guetos y en cada uno de ellos hay una especie de líder-dictador con su banda de violentos al mando. Aparece lo peor de la esencia humana y la violencia, el egoísmo y el abuso de poder se exacerban. Una película dura y áspera, como el libro en el que se origina.
Bailarina en la oscuridad (Lars von Trier, 2000). Selma (Björk) es una inmigrante y madre soltera que trabaja en la fábrica de un pueblo en EEUU. Su vía de escape a la rutinaria vida que lleva es su pasión por la música y el baile, en especial por las obras musicales de Hollywood. Selma se está quedando ciega y parece que lo mismo ocurrirá con su hijo, ya que ambos padecen una enfermedad visual hereditaria. Selma trabaja todo el día para conseguir el dinero necesario para operar a su hijo, algo que quizá podría evitar la ceguera definitiva del mismo. Un dramón por donde se lo mire (más allá del irónico juego de palabras), Björk es una artista tan completa que genera en esta danza de angustia una veta artística inusitada.
A primera vista (Irwin Winkler, 1999). Amy (Mira Sorvino) decide ir a un balneario de las afueras de Manhattan para relajarse. Allí conoce a Virgil (Val Kilmer), un masajista ciego del cual se enamora. Amy lo lleva a un oftalmólogo de New York para que se someta a una operación que le haga recobrar la visión. La operación da resultado y Virgil recupera visión pero adquiere una inestabilidad emocional ya que le cuesta reconocer el “nuevo mundo” al que acaba de ingresar. Un melodrama lleno de lugares comunes, con todos los ingredientes que conmueven a los de lágrima fácil. Huir de este plomazo.
Hollywood Ending (Woody Allen, 2002). Val (Woody Allen) es un director de cine neurótico y frustrado que se queda ciego en pleno rodaje de una película. La película es su oportunidad para volver a los primeros planos, así que Val decide seguir adelante con la misma sin decirle a nadie que se ha quedado ciego. Esta situación disparatada genera una sucesión de gags desopilantes de principio a fin. El mensaje de Woody (dicho por él mismo), muy a su estilo, es dejar claro que cualquiera puede dirigir una película en Hollywood… hasta un ciego.
Smoke (Cigarros) (Wayne Wang, 1995). Excelente película basada en un libro de Paul Auster. La ceguera no está presente en la trama, pero en los últimos 20 minutos, Auggie (un extraordinario Harvey Keitel) le relata a su amigo Paul (William Hurt) una historia simple y conmovedora: se ha hecho pasar por el nieto de una anciana ciega que vive en un barrio marginal y ha compartido con ella una cena de Navidad, al tiempo que le robaba una cámara de fotos, posiblemente robada a su vez. El relato de Auggie es tan cálido y humano que eso solo ya vale la película. En los títulos finales se muestra la historia contada por Auggie: son escenas simples en blanco y negro de gran belleza mientras se escucha “Innocent when you dream” cantada por Tom Waits de manera tan desgarradora que eriza la piel al tiempo que se ve a la anciana ciega feliz de compartir su Navidad con quien cree que es su nieto. “Le mentí y le robé”, dice Auggie; “pero la hiciste feliz”, contesta Paul. Imperdible.
Tommy (Alan Parker, 1975). La ópera-rock de The Who llevada al cine. Tommy (Roger Daltrey), huérfano de padre, sufre una enorme crisis psíquica que lo vuelve ciego, sordo y mudo. Los médicos no le encuentran enfermedad orgánica alguna, Tommy se transforma en una estrella mundial del pinball y eso lo hace un personaje de culto de los jóvenes en todo el mundo. Un delirio en el que la música lo es todo, un clásico de los ’70.
Sola en la oscuridad (Wait until dark) (Terence Young, 1967). En este clásico de suspenso de los ’60, Sam (Efrem Zimbalist Jr.) conoce durante un viaje en avión a una modelo que lleva una muñeca cargada de droga. Sam se lleva por error a su casa la muñeca equivocada, y poco después, tres criminales, luego de matar a la modelo, llegan al departamento de Sam para recuperar la droga (y matar a Sam y a quien haga falta, de paso). Encuentran ahí a Susy (Audrey Hepburn), la esposa de Sam, que hace poco tiempo se ha quedado ciega. Pero no sorda, ya que escucha a los asesinos y ahora lo sabe todo, así que hay que eliminarla. Así comienza una lucha por la supervivencia con Susy en gran desventaja, como es de esperar. Por supuesto, la tortilla se dará vuelta.
No respires (Fede Álvarez, 2016). Tres jóvenes ladrones planean entrar en la casa de un ciego que vive solo en una casona para robar unos cuantos dólares que, según sus datos, tiene el hombre escondidos en la casa. Pero resulta que el ciego (Stephen Lang) es una especie de rambo en tinieblas, mezca de psicópata y combatiente, que además tiene unos perros tan crueles como él y que lejos está de transformarse en la víctima de los rateros. Más aún, el hombre ciego juega al gato y el ratón con los jóvenes, que ahora lo único que quieren es lograr salir de ahí con vida.
Ciegos, sordos y locos (See no evil, hear no evil) (Arthur Hiller, 1989). Wally (Richard Pryor) es ciego y Dave (Gene Wilder) es sordo. Un hombre aparece asesinado frente a su kiosco de diarios y ellos se convierten en los principales sospechosos. Para probar su inocencia tendrán que ayudarse mutuamente, lo que no es nada fácil debido a sus limitaciones. Hay toda una trama sórdida que incluye una moneda de oro, una maleta, una femme fatale, una banda de delincuentes y una serie de desencuentros y persecuciones. Divertida y liviana, Pryor y Wilder sostienen el peso de la historia.
Daredevil (Mark Steven Johnson, 2003). El primer superhéroe ciego, Daredevil es el abogado Matt Murdock (Ben Affleck), ciego a causa de un residuo radioactivo pero con sus otros cuatro sentidos hipertrofiados, digamos. Daredevil actúa de noche, lógicamente (como para emparejar un poco las cosas), vigilando la ciudad y escarmentando a los malos de siempre. Una pavada de Marvel.
Zatoichi (Takeshi Kitano, 2003). Japón, siglo XIX. Zatoichi (Takeshi Kitano) es un vagabundo ciego que vive del juego y de dar masajes, pero es un maestro con la espada, rápido y preciso como el mejor samurai. En una ciudad en las montañas que sufre los crímenes una banda mafiosa, Zatoichi y su amigo conocen a un par de geishas que han llegado a la ciudad para vengar el asesinato de sus padres, y Zatoichi termina enfrentándose al dueño del burdel y al mafioso que lo respalda. Hay al menos cuatro películas sobre Zatoichi, la primera en 1962. Pero Kitano siempre le da un toque especial a sus personajes y a sus películas…
The book of Eli (Albert and Allen Hughes, 2010). En un futuro apocalíptico, con toda sociedad civilizada prácticamente aniquilada, unos pocos humanos sobreviven en un ambiente árido y hostil. Violencia, salvajismo y hasta canibalismo campean en ciudades destruidas en las que el más fuerte y el que posee algo de agua impone su ley. En ese contexto, Eli (Denzel Washington), un caminante-guerrero solitario, se dirige hacia el oeste con la misión de proteger un misterioso libro que lleva en su mochila, una especie de libro sagrado que puede ser la llave para salvar el mundo y que debe proteger a toda costa de los hombres que lo persiguen. Ah! Resulta que Eli es ciego, aunque no parece actuar como ciego, recita el libro de memoria (eso sí), viaja solo y recién al final se revela su condición. Bodrio sobrevalorado, pero bodrio al fin.
Desmontando a Harry (Deconsructing Harry) (Woody Allen, 1997). En la primera escena de la película, en un día de barbacoa familiar en el jardín junto a una laguna, Ken, el marido infiel (Richard Benjamin) y su cuñada (Julia Louis-Dreyfuss) hacen el amor “de parados” y a las apuradas en la casa, vigilando por la ventana por si alguien se acerca, por las dudas. Inesperadamente entra por otra puerta la abuela (Jane Hoffman), que es ciega. La cuñada la saluda con voz agitada mientras sigue su zarandeo, la abuela le pide que la acompañe a la laguna porque desde que perdió el segundo ojo no puede moverse sola, él se acerca al orgasmo y gime “oh!, oh!, oh!”, la abuela le contesta “no gimas, no es para tanto, ya me voy acostumbrando”. Ella le pregunta a la abuela, como para disimular, cómo quiere el martini; la abuela le dice que lo quiere con cebollitas y le pregunta a él “¿a ti te gusta con cebollitas, Ken?”, él grita, ya en éxtasis, “sí!, sí!, sí!”, y la abuela ciega dice “¡vaya que te gustan las cebollitas!” La escena es para descomponerse de risa.
Perfume de mujer (Profumo di donna) (Dino Risi, 1974). Con el gran Vittorio Gassman en la primera versión (Al Pacino en la versión yanqui) en el papel de un militar retirado ciego al que le asignan un joven como acompañante-guía-whatever por un corto tiempo. El tipo es, como mínimo, difícil: hosco, cínico y altivo, el recorrido de la desigual pareja incluye la intención del capitán de suicidarse. Sin embargo, el tiempo compartido por ambos resultará de gran crecimiento personal para el joven, que no olvidará al (casi) intratable compañero. Con ligeras modificaciones, la otra versión es parecida; Pacino es menos histriónico que Gassman, pero le da a su personaje más matices humanos.
Crimen por muerte (Murder by death) (Robert Moore, 1976). En esta genial película, un excéntrico anfitrión invita a los detectives más famosos del mundo a alojarse en su mansión, desafiándolos a que resuelvan un crimen. Estando todo preparado para la cena de recepción, la cocinera renuncia y el mayordomo pide a la agencia de empleos otra en reemplazo. Algo demorada, antes de la cena llega la nueva cocinera (Nancy Walker). Hasta acá, nada especial. El detalle es que el mayordomo (un brillante Alec Guinness) es ciego y la cocinera recién llegada… es sordomuda, como dice el cartel que le cuelga del cuello apenas abre la puerta el mayordomo (que por supuesto no puede leer lo que dice el cartel). La sucesión de gags desde ahí en adelante es desopilante; esta comedia de altísima calidad merece verse una y otra vez.
El poder de las tinieblas (Mario Sábato, 1979). Basada en el famoso “Informe sobre ciegos”, que siendo una de las cuatro partes de “Sobre héroes y tumbas”, de Ernesto Sábato, tiene entidad literaria propia. Fernando (Sergio Renán) es un hombre atormentado que vive alienado, sintiéndose rodeado de peligros, conspiraciones y persecuciones por parte de una secta de ciegos que, según él, controla cada aspecto del mundo y de la vida de las personas. Este terrorífico y enorme clan de ciegos planea, según Fernando, un complot a gran escala contra las personas que sí pueden ver. Denuncia corredores y túneles subterráneos en puntos claves de la ciudad (Buenos Aires) y asume que su batalla personal e incomprendida está perdida de antemano, así que escribe un extenso informe que detalla su lucha y persecución, como testimonio para que lo sobreviva a su segura muerte a manos de la nefasta secta de las tinieblas. En fin. Las tinieblas como poder omnipresente e inexorable, digamos.
Luces rojas (Poderes ocultos) (Rodrigo Cortés, 2012). Unos “descubridores de fraudes” (Sigourney Weaver y Cillian Murphy) tratan de desenmascarar al famoso ilusionista ciego Simon Silver (Robert De Niro) que dice tener poderes extrasensoriales y llena teatros con un espectáculo en el que hace de vidente, adivinador, etc. Empeñados en descubrir cuáles son los trucos que utiliza Simon, se genera un duelo entre ciencia y magia, entre lo evidente y lo incomprensible, entre lo real y lo inaccesible a los sentidos. Buen final, con vuelta de tuerca.
El joven Frankenstein (Mel Brooks, 1974). En este clásico del humor hay una escena inolvidable: el encuentro de “la criatura” (Peter Boyle, sensacional) y el ermitaño monje ciego (Gene Hackman) en la cabaña de este último, que le da albergue una noche. El torpe ciego quema a la criatura en la entrepierna al servirle la sopa hirviendo, le hace trizas el vaso de vino en el momento del brindis y al intentar encenderle su cigarro (mientras le dice “el fuego es bueno”) le prende fuego el dedo. Las expresiones faciales de Boyle son incomparables. Diversión pura.
Anatomía de una caída (Justine Triet, 2023). Ante la muerte de su padre, un chico casi ciego (Milo Machado-Graner) aparece como el único testigo “neutral” cuyo testimonio puede ayudar a llegar a la verdad de lo sucedido. La principal acusada es su madre (Sandra Hüller), que sostiene su inocencia ante evidencias que, si bien no aparecen totalmente en su contra, generan enormes dudas. La manera en que el chico aprende a desenvolverse sin la ayuda de la vista es muy interesante y la situación en la que se ve implicado lo obliga a tomar difíciles decisiones. Muy buena película, fue candidata al Oscar en 2024.
Seguramente cada uno recordará alguna otra película en particular mientras el cine muestra muchas de las caras de la ceguera y los ciegos: el costado dramático, el maligno, el insólito, hasta el cómico. Empático y humano, el arte hecho cine logra conmover otra vez.