Disney popularizó a muchos personajes del pasado, aunque no siempre fue fiel a su verdadera historia, hayan sido estos reales o productos de la literatura. Pinocho fue la creación de Carlo Collodi (1826-1890), quien contó la historia de una marioneta embustera, violenta y marginal, no la dulce criatura de Disney a la que le crece la nariz con cada mentira. Cenicienta fue creada por Jacob Grimm (1785-1863) y su hermano Wilhelm (1786-1859), quienes describieron las aventuras de una bella joven, reducida a la servidumbre por su familia política que no teme vengarse de su madrastra a la que mata poniéndole planchas hirviendo en los pies y cuyas hermanastras no dudan en cortarse los dedos para tratar de calzarse el dichoso zapatito. Disney no teme almibarar a los cuentos y la historia para crear un mundo de fantasías.
Pocahontas no es una excepción a esta costumbre. Para comenzar, ese no era su verdadero nombre, sino un apodo que quiere decir “traviesa”. Se llamaba Matoaka (“flor entre dos corrientes”) y era la hija del jefe Powhatan, líder de una confederación de habla algonquina. Ser la hija de un jefe y aun siendo la preferida de su padre, no la convertía exactamente en una princesa, jerarquía a la que Disney insiste en elevarla, ya que ella trabajaba a la par de las otras mujeres de la tribu.
Cuando los ingleses llegaron a Virginia, Matoaka tenía diez años y en el momento en que John Smith cuenta que ella intercede por su vida ante Powhatan cuando éste tenía la intención de reventarle la cabeza, apenas tenía doce y no era la adolescente enamorada pintada en el dibujo animado.
Pocahontas asistió al acercamiento entre indios y colonos a punto de evitar una emboscada que hubiese puesto fin a la aventura inglesa en tierras americanas. Sin embargo, este gesto no fue obstáculo para que la joven fuese capturada por un oficial británico cuando tenía 16 años. Para entonces, Pocahontas se había casado con otro aborigen llamado Kocoum, con quien, probablemente, tuvo una hija cuyo destino se desconoce.
Como decíamos, el capitán Samuel Argall la secuestró en 1613 engañando a los Patawomekes para que la llevaran a un barco donde terminó recluida. Argall propuso a su padre cambiarla por siete prisioneros ingleses, cosa a la que éste accedió. Sin embargo, Pocahontas no fue devuelta a su pueblo porque durante su cautiverio conoció a John Rolfe quien la introdujo en el cristianismo, la bautizó con el nombre de Rebecca y la pidió en matrimonio, petición a la que Powhatan accedió gustoso pero que llevó bastante más tiempo y burocracia para que este vínculo interracial fuese aceptado por las autoridades británicas. La boda se llevó a cabo el 5 de abril de 1614.
El matrimonio viajó a Inglaterra con su hijo Thomas, ya que los miembros de la Compañía de Virginia querían mostrarle a las autoridades su tarea evangelizadora. Allí, Pocahontas volvió a encontrar a John Smith a quien creía muerto. Éste contó la historia de su salvación gracias a la niña , gesto que asistió a que fuese recibida por el rey James I como miembro de la realeza de una nación amiga.
La versión de John Smith es altamente improbable; según algunos estudiosos lo más factible es que fuese un invento de Smith o que haya malinterpretado la intención de los aborígenes… pero es la versión que se popularizó y terminó tergiversada como una historia de amor…
Lo único cierto es que Pocahontas murió en Inglaterra a poco de volver al Nuevo Mundo. Probablemente, alguna de las enfermedades que diezmaban a la población europea –viruela, disentería o tuberculosis– haya puesto fin a la vida de Pocahontas, cuando contaba con poco más de 21 años (otras versiones sostienen que fue envenenada porque su muerte fue muy repentina).
Aquí comienza el mito, la conversión de Pocahontas en un símbolo de vida armónica entre culturas distintas, resemantizada en cada época de acuerdo a las distintas perspectivas históricas.
La pintura de John Gadsby Chapman sobre su bautismo refuerza la figura del cristianismo como arma civilizadora propia del siglo XIX.
Los retratos de Pocahontas reflejan los ideales estéticos de la cultura europea pero Disney recupera su belleza étnica tal como se la ve en la película de 1995.
Durante la Guerra Civil norteamericana cada bando en pugna esgrimió la historia de Pocahontas según su perspectiva ideológica. Para los abolicionistas se convirtió en el símbolo de una posible convivencia multirracial, mientras que, para los sureños, el hijo de Pocahontas y Rolfe sería el progenitor de la aristocracia del Sur, una versión alternativa a la de los Padres Fundadores que sostenían los norteños.
Pocahontas terminó como Malinche, Sacagawea y las miles de aborígenes olvidadas que construyeron los puentes del mestizaje, favoreciendo la colonización europea que despreció su cultura y, a la larga, favoreció su exterminio, pero que hoy vuelven idealizadas como “intermediarias culturales”.
En el caso de Pocahontas, su padre murió de tristeza por la defunción de su hija y la tribu fue destruida durante las guerras que mantuvieron con los británicos .
De haber conocido el final de su pueblo, Pocahontas ¿habría salvado la cabeza de John Smith?