Superagente 86

     –Dígame, Jefe… Esto es confidencial, ¿no?

     –Claro, Max.

     –Entonces deberíamos activar el Cono del Silencio.

El Jefe mira a Max con una expresión que mezcla desazón y hartazgo.

   –Pero Max… el Cono del Silencio no ha estado funcionando bien…

El Jefe hace un último intento por disuadir al impertérito Maxwell Smart.

    –Nuestro estatuto dice enfáticamente que en asuntos confidenciales hay que usar el Cono del Silencio…!

Después de este brevísimo diálogo, uno ya sabe que le esperan unos minutos desopilantes que lo harán reir y disfrutar de otro gag genial entre Max y El Jefe.

El Cono del Silencio

En la década del ’60, las series de espías y agentes secretos tenían gran éxito en la audiencia. “El agente de CIPOL”, con Napoleón Solo (Robert Vaughn) e Illya Kuriakin (David McCallum) en permanente lucha contra los malvados agentes de THRUSH era la serie más vista. John Steed (Patrick McNee) y Emma Peel (Diana Rigg) eran “Los vengadores”, un dúo tan británico como bizarro que resolvía entuertos intrigantes que ponían en jaque al mundo. En cine, las películas de James Bond (Sean Connery) eran máxima atracción, y las películas del inspector Clouseau (Peter Sellers) convocaban millones de espectadores.

En ese contexto, la productora Talent Associates convocó a Mel Brooks y Buck Henry, talentosísimos directores, escritores y guionistas, para crear algo atrayente, no convencional, diferente a todo, que fuera rápidamente aceptado y cuyo argumento se desarrollara dentro del mundo del espionaje pero en tono de comedia. Ambos guionistas coincidieron en el perfil que querían darle al personaje central y al nudo del argumento: un  idiota que termina resolviendo problemas de seguridad nacional.

El capítulo inicial (el “piloto”) fue presentado a la cadena ABC. Los ejecutivos de ABC dijeron que estaban conformes con el guión pero querían introducir varias modificaciones; entre ellas, pretendían que Maxwell Smart tuviera padre, madre, etc. Brooks y Henry rechazaron esto de plano y contestaron que si tanto les había gustado el guión no había razón para hacer tantos cambios, así que se negaron a hacerlos. Entonces aparecieron los de la NBC, a quienes también les gustó el guión. El actor en el que Brooks y Henry habían pensado inicialmente para el papel de Maxwell Smart (el agente secreto, personaje principal de la serie) era Tom Poston, un conocido comediante norteamericano; pero la NBC les pidió que le dieran una oportunidad para el papel a Don Adams, un comediante muy conocido al que la NBC le estaba buscando una serie propia. Así lo hicieron y resultó que los guionistas y Adams congeniaron enseguida, Adams agregó cosas de su propia cosecha y el Superagente 86 encontró definitivamente a su dueño.

Don Adams

En una difícil situación, los criminales de Kaos tienen acorralados a Max y a la 99. Max parece jugarse una carta desesperada:

   –¡Allá afuera hay 100 agentes con ametralladoras que entrarán aquí en cualquier momento a rescatarnos…!

     –Eso es imposible, no se escucha nada allá afuera –contesta el jefe de los malhechores, apuntándole a Max con una pistola–.

     –¿Me creería tres pandilleros con bates de béisbol?

     –Me es muy difícil creerte, Max.

     –¿Me creería un mocoso insolente con una honda?

Barbara Feldon

Don Adams no sólo cumplió con creces las expectativas de Brooks y Henry sino que apostó por completo al proyecto. Como no se podía prever si la serie iba a tener éxito y no podían asegurarle al actor un salario muy alto, Adams aceptó un salario bajo, a cambio de recibir un porcentaje de las ganancias que pudiera obtener la serie. Y fue una gran decisión, ya que la serie tuvo un éxito descomunal.

El piloto finalmente se filmó, la NBC lo aprobó, y arrancó la serie. En ese capítulo inicial, Maxwell Smart, agente 86 de CONTROL (una agencia gubernamental de espionaje) tenía que atrapar a Mr.Big, el jefe de KAOS (una organización criminal internacional), que amenazaba destruir con un rayo (el “Inthermo”) la Estatua de la Libertad. En ese primer capítulo Max conoce a la agente 99, y es el único capítulo en el que aparece el jefe de Kaos, Mr.Big, nombre más que curioso teniendo en cuenta que se trataba de un enano.

Para el papel de La 99 fue elegida Barbara Feldon, una belleza lánguida de la época que no se decidía entre seguir siendo modelo o transformarse en actriz; primero no quería aceptar el papel, pero finalmente firmó un contrato inicial corto y se transformó en la pareja de Max. La 99 era el sentido común y la sensatez al lado del disparate continuo del desquiciante Maxwell Smart, y la conjunción resultó sencillamente desopilante. El plantel principal se completó con Edward Platt, por entonces ya un reconocido actor, que enseguida se entusiasmó con el proyecto y pasó a ser El Jefe, de quien sólo en un capítulo se menciona su nombre de pila: Tadeo. El Jefe es un personaje maravilloso que ya nos genera empatía con sólo levantar los ojos en señal de impotencia ante los comentarios y los dislates de Max; es notable como Edward Platt puede hacer reir interpretando un personaje severo que siempre está preocupado o enojado.

El superagente 86 se transformó en un super-éxito rápidamente. El personaje de Maxwell Smart era perfecto: un impecable torpe, un idiota intachable, un atolondrado elegante que siempre salía bien parado de los desquicios que él mismo provocaba. Siempre de traje y corbata (como James Bond, como Napoleón Solo en “El agente de CIPOL”) y zapatos lustradísimos, afeitado y pulcro, con el aspecto de un hombre absolutamente común, Don Adams comenzó a crear el personaje con sus mohínes (frunciendo las comisuras de los labios, entornando sus párpados, levantando las cejas, etc) y con la entonación de su voz, que genera frases cortas, intrigantes y ridículas en un tono que no es ni alto ni bajo, sino diferente. Y gracioso, sobre todo. En este punto hay que decir que la voz doblada al español por el mexicano Jorge Arvizu (que también ha hecho el doblaje de personajes como Pedro Picapiedra, Benito Bodoque o Bugs Bunny) es muy parecida en tono e inflexiones a la voz original de Don Adams.

A partir del genial Maxwell Smart se construye entonces una serie inigualable, con un gag tras otro en los que el espectador ya se ve venir que Max se va a mandar alguna de las suyas a cada rato. En un capítulo de menos de treinta minutos se puede encontrar humor naive, humor absurdo, humor físico, humor bizarro, humor con juegos de palabras, humor mudo, humor negro, humor en varias capas en la misma escena. El zapatófono, la cabina telefónica, el sótano con muchas compuertas diferentes, la lavandería como fachada de Control, las deducciones ridículas de Max, las armas secretas desopilantes que le fabrican en el laboratorio de Control y que Max nunca aprende a manejar correctamente, las trampas en la casa de Max que nunca funcionan, el Cono del Silencio (que no funciona, o al que se le mete una abeja dentro, o que sube y baja sin control, o que hace interferencia con otros ruidos, etcetc), los latiguillos de Max (“¿me creería si le digo que…?”, “…te pedí que no me lo dijeras…”, “…el viejo truco de…”, “¡un momento Jefe…!”) y muchísimas escenas y gags hacen que esta serie sea irrepetible y única.

Maxwell Smart trabaja para CONTROL, una organización que lucha contra KAOS. Ninguna de las dos palabras es una sigla pero suelen escribirse en mayúsculas. No deja de ser gracioso el juego de palabras de las organizaciones enemigas: una es “Control”, una palabra que representaría la disciplina y el orden, y la organización contra la que lucha es “Kaos”, una palabra que es casi antónima de la anterior, que implica justamente eso: caos, desintegración, anarquía. “Control” representa supuestamente el modo de vida americano-occidental clásico (en palabras de los protagonistas, “el bien”); la organización enemiga, “Kaos”, representa “el mal”. En la serie se la identifica como extranjera; en plena época de la Guerra Fría, sus agentes más emblemáticos (Siegfried y su secuaz Shtarker, por ejemplo) hablan con acento alemán, con lo cual cabe imaginar que podrían ser una parodia de los nazis (que son anteriores a la Guerra Fría). En algunos capítulos se los ve a Siegfried y a Shtarker con gorras, chaquetas de cuero y brazaletes, lo que evoca cierta reminiscencia a ellos; y en un par de capítulos en los que Siegfried lleva uniforme se puede observar que luce la cruz de hierro en el medio del cuello del uniforme, aunque sin la esvástica en el centro de la misma. De hecho, en un diálogo en el que Siegfried le explica detalladamente a Max las características del arma X9 (arma de la que Max no tenía ni idea), Max le dice: “si lo saben todo…¿cómo es que perdieron dos guerras?”

     Los personajes secundarios son uno mejor que el otro:

   Jaime (Hymie), el robot, que fue fabricado por un científico de Kaos pero al que Max logra desactivarle sus circuitos y transformarlo en bueno, será una verdadera fuerza de choque indestructible; además, es muy gracioso cómo interpreta todo lo que se le dice de forma absolutamente literal: si Max le dice “dame una mano en esto, Jaime”… Jaime se saca su mano y se la da.

    El almirante Hargrade, el antiguo jefe de Control, es un anciano alto y flaco que no puede mantenerse en equilibrio; si saluda haciendo la venia, se inclina hacia atrás hasta caer de espaldas, y si saluda dando la mano se cae hacia adelante. Además, no entiende nada de nada.

     El agente 13 (al principio era el agente 44) es un agente secreto escondido en los lugares más insólitos, desde un tacho de basura hasta un disfraz de oso o una heladera. El tipo, que le pasa a Max la información que logra averiguar desde esos extraños lugares, vive quejándose de las condiciones insalubres de su trabajo.

     Larabee, un agente que es algo así como el secretario de El Jefe, con intervenciones que hacen pensar que es aún más tonto que Max.

   Colmillo, el perro. Uno imagina que los perros de una agencia de inteligencia deben ser perros super-entrenados, inteligentísimos; Colmillo es todo lo contrario. Es un perro que no está entrenado absolutamente para nada salvo para hacer lo que le viene en gana y a su ritmo, que es lento. Un perro que ignora cualquier orden, la antítesis del perro vivaz. Sin embargo, tanto Max como La 99 lo consideran sagaz y lo tratan como si fuera brillante. Así, los gags con Colmillo son siempre divertidos.

     Harry Suda (Joey Forman), un genial inspector hawaiano (parodia de Charlie Chan) que ayuda a Max en un par de casos. En inglés el nombre es Harry Hoo, y se prestaba a un juego de palabras entre “Hoo” y “who”. En la versión en español, el juego de palabras se mantenía:

¿Quién es él? –pregunta Max.

Suda –le contestan.

¿Tiene calor?

Harry Suda.

¿Y por qué suda?

Y así sigue una hilarante cadena de juegos de palabras.

Harry Suda

La cara y las expresiones de Harry Suda y los diálogos increíbles que mantiene con Max son parte de lo más gracioso que se ha visto. Aquí hay uno de ellos:

Maxwell Smart y Harry Suda están en una escena de un crimen. Ambos se encuentran frente a un cadáver.

     –Señor Smart, usted es un hombre de mucha perspicacia… ¿Qué ve en este cadáver? –pregunta Suda, con pronunciación oriental, como queriendo iniciar el intercambio de deducciones.

     –Que no respira –contesta Max.

   –Lo cual presenta dos posibilidades, señor Smart; una, el hombre ir a visitar ya a honorables ancestros…

     –¿Y la segunda?

     –Hombre experto en retener respiración.

Suda continúa su exposición frente al cuerpo del hombre muerto (que el  espectador no llega a ver):

     –¿Ha notado alguna otra cosa irregular, señor Smart?

     –Creo que no, Suda.

     –No suda, no respira, no se acongoja ni nada.

     –Me refería a usted, señor Suda.

    –Poner atención, señor Smart. Hombre vestido con traje de calle, saco gris, pantalón azul, zapatos negros, calcetines blancos, corbata a rayas y pisa-corbata de plata…

     –Mmm, este muerto tiene buen gusto…

    –Entonces, ¿por qué a un hombre tan elegante se le ocurre morirse sin camisa?

     –¡Vaya, Suda…!  ¡A usted no se le escapa nada…!

 Los personajes malvados también resultan inolvidables.

    Siegfried (Conrad von Siegfried es su nombre completo; Sigfrido, en español –el actor es Bernie Kopell–) es algo así como el equivalente a Max en Kaos. Su título es el de “vicepresidente del Terror” de Kaos. Es un hombre de aspecto rudo, con bigote espeso y cicatriz, y habla con marcado acento alemán. Es tan despiadado como gracioso, y sus duelos verbales y amenazantes con Max son antológicos; en el fondo se respetan y quizá hasta se aprecian, pero se matarían sin dudarlo. Eso no impide que se reúnan a negociar en un banco de plaza; luego de blanquear sus armas,  deshacerse de sus pistolas, ametralladoras, puñales y armas escondidas entre sus ropas para poder dialogar sin peligro y comentar las virtudes de sus armas personales secretas, Max muestra su última adquisición:

    −Aquí está: mi píldora suicida; este mes salió con sabor de fresa –dice Max, mientras se la ofrece a Siegfried–.

        −No, gracias –contesta Siegfried, rechazando el convite.

        −Pruébela, no tenga miedo, no crea hábito.

        −No, gracias.

    −¿Y usted cómo se suicida, Siegfried

Sigried le muestra un anillo en su mano y contesta:

    −Esta es mi sortija de bodas suicida.

Max quiere examinar el anillo, pero Siegfried lo detiene diciéndole:

   −No puedo sacármela, tengo que conservarla puesta.

   −Una sortija de bodas suicida… ¿Y cuál es el elemento mortal?

   −Mi esposa. Ella me dijo que si alguna vez me la quito, me mata.

Siegfried

     Shtarker es algo así como el secuaz o segundón de Siegfried. Es un tipo grandote con cara de malvado y expresión cómica, de ceño fruncido y con una ametralladora con la que apunta todo el tiempo mientras hace con su boca el sonido de la metralla (“prprprprprprpr…”). El tipo es una onomatopeya viviente, hace sonidos de armas varias, de motores, de aviones, etc. Siegfried lo reta (“¡en Kaos no hacemos esas cosas!” “¡para ese motor, que me estás salpicando con tu prprprprprprpr!”) y Shtarker pone cara de niño apenado y disgustado por el reto.

     La Garra es un villano que parodia al Satánico Dr. No de James Bond. En el lugar de la mano izquierda tiene un imán, y al hombre le cuesta pronunciar la letra “R” doble (justo esa), entonces él mismo cuando se presenta pronuncia “Gara” (con R suave). Los gags fonéticos con Max son imperdibles y las situaciones disparatadas que hace con el imán también.

     Simón el Agradable es otro villano genial; es un asesino despiadado pero es tan simpático y entrador que todos (incluidos Max y La 99) quedan embelesados por su atracción; es realmente muy original elegir como característica principal de un villano su empatía y su sonrisa, y Simón el Agradable lo logra hasta con el espectador.

Hay muchos otros villanos que aparecen a lo largo de las cinco temporadas de la serie: Natz, Alexis Sebastian, Red Savage, Fadofa, Jimmy Valentine, El Nudo, Hans Hunter, Octavia, Robotino, Basilio, El Gran Gorro, Camaleón, el Doctor Madre, el dr. Farkas, el Gordo Eddy, Ann Cameron, la dra. Canyon, el general Pajarito, Félix, Dietrich, De Grasse, Víctor Borgia, El Látigo y muchos más, cada uno gracioso y bizarro a su manera.

De Max no se conoce ni padre ni madre, sí se sabe que tiene una tía en Acapulco, a la que Max suele hacer referencia, y en un capítulo aparecen de visita sus tíos Berta y Adler, que creen que Max es un vendedor de postales. Su relación con La 99 derivará en casamiento y tendrán hijos, un par de gemelos. Esto ocurre hacia la última temporada, en la que la serie comienza a alternar historias familiares de Max y La 99.

La serie se emitió durante cinco temporadas, desde la ’65-’66 hasta la ’69-’70. En total fueron 138 capítulos (30 en cada una de las primeras dos temporadas, 26 en cada una de las otras tres), ganó 7 premios Emmy y otros premios individuales. Muchos actores invitados famosos participaron en capítulos de la serie, como James Caan, Barry Newman, Julie Newmar, Leonard Nimoy, Bob Hope, Carol Burnett, Ernest Borgnine, Johnny Carson, Vincent Price y César Romero, entre otros.

“Get Smart”, el título de la serie en idioma inglés, es otro juego de palabras entre el apellido de Max y la expresión mencionada, que quiere decir algo así como “avivate”, “sé inteligente”, etc. Sus creadores Mel Brooks y Buck Henry trabajaron juntos durante poco tiempo. Mel Brooks se fue después de la primera temporada, y Buck Henry se alejó después de la segunda. Otros guionistas (Leonard Stern, Arne Sultan, James Komack, Dee Caruso y otros) siguieron durante las temporadas restantes.

Max está lustrándose los zapatos en un local. Le suena el zapatófono y atiende.

     –Aquí Maxwell Smart, agente 86.

     –Repórtate al cuartel inmediatamente –contesta El Jefe, ofuscado.

     –Un momento, ¿quién es?

     –Soy tu jefe, ¿quién más te llamaría a tu zapato?

    –Bueno, no está de más ser precavido… ¿sería tan amable de darme la contraseña?

     –¡Es una emergencia, Max, no tenemos tiempo!

     –Insisto en que primero me de la contraseña.

     –¡Te lo repito, Max: soy tu jefe!!

   –Si no puede darme la contraseña, entonces dígame el número de la codificación secreta, caballero. Mi vida depende de ello.

     –¡Max, te presentas aquí inmediatamente o te despido!

     –Perfecto, ahora sí lo pude identificar, Jefe.

Max está en el laboratorio y le muestran una enorme computadora.

     –Esta es la computadora “Versión Dos”, le dicen.

     –¿Por qué “Versión Dos”? –pregunta Max.

    –La “Versión Uno” es la que te admitió como agente de CONTROL –le contesta El Jefe.

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