Nina Simone[1] aprendió a tocar el piano en la iglesia Metodista de su pueblo de origen (Tryon, Carolina del Norte), donde su madre, Mary Kate Waymon, era predicadora. Tenía 3 años la primera vez que se acercó a ese instrumento que la acompañaría por el resto de su vida, y 7 cuando se presentó por primera vez en público tocando junto al coro de esa iglesia. En su hogar todos cantaban y tocaban algún instrumento (todos habían aprendido los unos de los otros, mirando y escuchando, desprovistos de formación académica alguna -la educación institucional para norteamericanos afrodescendientes fue recién instituida a finales del siglo XIX[2], pero recién igualitaria gracias al presidente Dwight Eisenhower en 1957[3]-), solo que ella tuvo una suerte que sus consanguíneos no tuvieron: además de un virtuosismo connatural (realmente fue una niña prodigio), contó con la ventura del madrinazgo prosélito de la señora Mazzanovich, una reconocida profesora de música (blanca), que admirada del excepcional talento de la niña (después de haberla escuchado en ese primer recital que dio a los 7) quiso ayudarla a desarrollarlo y durante cinco años la instruyó a través de clásicos como Chopin, Brahms y Johann Sebastian Bach (su compositor clásico favorito), y que recaudó los fondos necesarios para que pudiera ir a estudiar a la prestigiosa Escuela de Música Juilliard en Nueva York. “Todos los fines de semana cruzaba las vías del tren para llegar a casa de la Sra. Mazzanovich. Esas vías servían para dividir a blancos y negros, así era antes y yo estaba muerta de miedo. La Sra. Mazzanovich me asustaba porque era blanca, de un modo que yo nunca había visto, me resultaba extraña, su pelo blanco, las peinetas, la amabilidad que tenía y todo eso me encantaba”, contó la artista años más tarde.
Su sueño era convertirse en la primera pianista negra que interpretara música clásica en el Carnegie Hall de los Estados Unidos, anhelo que fue frustrado después de su intento de conseguir una beca en el Instituto de Música Curtis de Filadelfia (considerado el mejor Conservatorio de USA y una de las mejores instituciones musicales del mundo), el cual, a pesar de sus méritos, la rechazó diplomáticamente, por ser negra. Debido a esta decepción y para ayudar económicamente a su familia, en 1954, decidió abandonar la música clásica y mudarse a Atlantic City (una ciudad turística de la costa del Atlántico de Nueva Jersey, famosa por sus casinos, grandes playas y su emblemático paseo marítimo), donde comenzó a trabajar en un club nocturno como pianista y cantante de blues y de jazz. Consciente de que su madre consideraría impío su bregar, cambió su nombre a Nina Simone (seudónimo que sobrevino de “niña”, un cariñoso apodo que un chico hispano con el que salía tenía la costumbre de llamarla, y Simone en homenaje a la actriz francesa Simone Signoret, protagonista en 1952, de la película “Casque d’Or”) impetrando que nunca se enterara (instancia que más que claro está que no sucedió, la fama que alcanzó sobrepasó sus posibilidades de mantener el secreto, y su progenitora condenó de sacrílego hasta el día de su muerte). Tenía 21 años cuando improvisó una versión de “I loves you Porgy” (de George Gershwin) y su carrera en el mundo de la música y del espectáculo realmente comenzó. Su característico timbre grave y su forma de interpretar, y los arreglos innovadores que imprimía a viejas canciones, siempre acompañándolas ella misma al piano, la posicionaron en lo más alto.
Los grandes compositores de la historia de la música clásica estuvieron presentes en su consciencia compositiva hasta antes que la de sus ancestros -el romanticismo y la heteropatriarcalidad también-. En más de varias ocasiones se la calificó de “arrogante” y “altanera” por haber luchado por la libertad de su arte y su identidad como afroamericana -de haber nacido varón y caucásico se hubiera dicho en su nombre: “la humildad de orgullo es una necesidad” (Borges dixit)-. Sus composiciones fueron -y siguen siendo- exquisitas y sus liricas poéticas hasta la medula. En un principio, su temática principal era el amor romántico, pero con el tiempo devinieron, mayoritariamente, de protesta y demanda de miramiento (sabía qué ameritaba y lo hacía valer -razón substancial por la que fue tildada de “difícil”-). Nina se hizo valorar y respetar en un ámbito completamente hostil, misógino y racista. Fue apodada High Priestess of Soul (Alta Sacerdotisa del soul). Recibió 15 nominaciones a los Premio Grammy y el Grame Hall Of Fame en 2000. Dos días antes de morir, el 19 de abril de 2003, se le concedió un diploma honorario en el Instituto Curtis (la academia de Filadelfia que la rechazó cuando tenía 19 años por negra. -La hipocresía en nombre de lo “políticamente correcto” no tiene límites-). Su talento nato, coraje substancial y extrema sensibilidad poética, llevaron a Nina [4] a morir de tristeza. [5]– La hipersensibilidad puede llegar a ser una suerte de crucifixión… “De qué vale el arte sino puede encontrar la belleza en la más profunda tristeza”, expresó en una oportunidad la talentosa música y bien plasmó es su tema “Isn´t it a Pity”. Toda su existencia fue pura y neta valentía -y como toda unicidad el más común de los ejemplos de soledad y agonía-. “La libertad es solo un sentimiento. ¿Cómo le explicas a alguien que nunca se enamoró lo que se siente estar enamorado? No podrías hacerlo, aunque se te vaya la vida en ello”, aseguró en una entrevista. Todas las blasfemias en su nombre enzarzadas valieron cada una de las palabras en ellas (mal) empleadas, porque terminaron asistiendo a aquilatarla al punto que hoy es un ícono invaluable no solo dentro de la historia de la música occidental del siglo XX, sino también de la lucha por los derechos humanos. Bendita su existencia, su sensibilidad, su supra capacidad artística, su ímpetu e imponderable coraje, gracias a los cuales el mundo devino, al menos mínimamente, un lugar mejor.
Link de interés:
[1] Eunice Kathleen Waymon (Tryon, Carolina del Norte, 21 de febrero de 1933–Carry-le-Rouet, Francia, 21 de abril de 2003), más conocida por su nombre artístico Nina Simone, fue una cantante, compositora y pianista estadounidense de jazz, blues, rhythm and blues y soul.
[2] Las escuelas para negros (Black schools) aparecieron producto de la segregación legal en el sur de Estados Unidos luego de la Guerra Civil y la política pública de la era de la Reconstrucción en los estados sureños de mantener a las razas separadas y mantener la supremacía blanca. En Estados Unidos la oposición blanca al progreso de los afrodescendientes dio lugar a que los niños afronorteamericanos tuvieran disponibles escuelas muy rudimentarias y fueron necesarias varias décadas para que se crearan escuelas públicas secundarias. Sin embargo maestros y estudiantes negros crearon escuelas secundarias de singular calidad, tales como la Dunbar High School en Washington, D.C.; la Dudley High School en Greensboro (Carolina del Norte) y la Paul Laurence Dunbar Junior and Senior High School en Little Rock (Arkansas).
[3] En 1954, la doctrina “separados pero iguales” fue considerada inconstitucional por el Tribunal Supremo al dictaminar que violaba los principios de la 14ª Enmienda en el juicio que enfrentó a Brown contra el Consejo de Educación – https://www.uscourts.gov/educational-resources/educational-activities/history-brown-v-board-education-re-enactment -. La decisión unánime del tribunal se fundamentó en el hecho de que las escuelas separadas eran, por definición, desiguales de manera inherente. La decisión fue un jarro de agua fría para los estados del sur y hubo lugares en los que llevar a cabo la medida resultó complejo por las desavenencias de la población. Sin embargo, el presidente Dwight Eisenhower despejó todas las dudas en 1957 al poner en práctica el ejemplo. Orval Faubus, Gobernador de Arkansas, movilizó a la Guardia Nacional para evitar que nueve estudiantes afroamericanas entrasen en la escuela. Las cámaras grabaron ese momento y la imagen de la resistencia digna y pacífica, junto a la voluntad de las “Nueve de Little Rock” de ejercer su derecho a la educación, calaron hondo en la sociedad. El presidente Eisenhower federalizó la Guardia Nacional de Arkansas y envió a un millar de soldados de la Armada, tomando el control de la situación por encima de la autoridad de Faubus y asegurando que la integración en las escuelas norteamericanas era efectiva en la práctica y no solo en la teoría. Las estudiantes accedieron a la escuela escoltadas, lo que supuso un hito: era una de las pocas veces desde la reconstrucción tras la guerra que las tropas federales ofrecían su protección a los afroamericanos. Faubus tomó la determinación de cerrar las escuelas, pero un tribunal anuló finalmente su decisión.
[4] así como a la cantante y compositora inglesa Amy Whinehouse (Londres, 14 de septiembre de 1983-ibidem, 23 de julio de 2011). Hay algunos conciertos que las hermanan a un nivel indescriptible:
[5] Ambas murieron mientras dormían (sueño eterno farmacológicamente inducido).