Impostores de película

Son muchísimos los casos de actuaciones cinematográficas que personifican a personalidades trascendentes de la historia. En estas líneas nos detendremos en algunos de esos innumerables ejemplos, aclarando que se expondrán aquellos casos en los que hay una clara referencia física o gestual (ya se trate de fotos, videos o documentación gráfica) de la personalidad en cuestión. No vamos a citar aquí caracterizaciones de personajes míticos como Moisés o históricos como Cleopatra o Gengis Kan, ya que no sabemos cómo eran; los imaginamos por algunos trazos o retratos en libros de historia, pero no nos consta su apariencia física y gestual (bueno, algunas excepciones habrá, ya se verá más adelante). En estas líneas, entonces, nos remitiremos a aquellas actuaciones que han recreado personajes conocidos de cierta actualidad. Ahí vamos.

Si bien muchos personajes de la política internacional han sido llevados al cine, la actuación de Gary Oldman personificando a Winston Churchill (“The darkest hour”, de Joe Wright) es superadora. Oldman ganó el Oscar por ese trabajo, y bien ganado lo tuvo. También ganó el Oscar Ben Kingsley por un trabajo memorable personificando a Gandhi (“Gandhi”, de Richard Attenborough). Bruno Ganz hizo una gran interpretación de Adolf Hitler (“La caída”, de Oliver Hirschbiegel), pero Kenneth Brannagh fue quizá muy aséptico, aunque no excepto de cinismo, en su personaje de Reinhardt Heydrich (“Conspiracy”, de Frank Pierson). George C. Scott ganó el Oscar como el general George Patton (“Patton”, de Frank Schaffner) y fue arrollador como Mussolini (“Mussolini, the untold story”), en una personificación bastante diferente a la versión romántica-intelectual de Il Duce que hizo Filipo Timi (“Vincere”, de Marco Belocchio).

Gary Oldman como Churchill en “The darkest hour”

Bob Hoskins es un caso especial: hizo de Mussolini, de Nikita Krushchev, de Manuel Noriega, de Winston Churchill y de J.Edgar Hoover; todos pesos pesados, digamos.

Nelson Mandela fue interpretado en cine varias veces, destacándose Morgan Freeman (“Invictus”, de Clint Eastwood) por encima de Idris Elba (“Mandela: long way to freedom”, de Justin Chadwick), Danny Glover y Sidney Poitier, que lo interpretaron en dos películas para televisión. Denzel Washington hizo una composición maravillosa de Malcolm X (“Malcolm X”, de Spike Lee), y merecía el Oscar para el que fue nominado.

Meryl Streep sí ganó el Oscar personificando a Margaret Thatcher (“La dama de hierro”, de Phyllida Loyd) en una actuación correcta –para lo que suelen ser los trabajos de esa gran actriz– y no mucho más, dentro de una película flojita, y Helen Mirren lo ganó merecidamente por su papel como la reina Isabel de Inglaterra (“The queen”, de Stephen Frears), con Michael Sheen como Tony Blair en otra buena actuación.

Leonardo Di Caprio sorprendió con una extraordinaria actuación como J.Edgar Hoover (“J.Edgar”, de Clint Eastwood) que merecía más reconocimiento, y Jeremy Irons estuvo –como siempre– muy bien como Neville Chamberlain (“Munich: the edge of war”, de Christian Schwochow).

Leonardo Di Caprio como J. Edgar Hoover en “J.Edgar”

Los presidentes norteamericanos han sido recreados muchas veces por su propio cine: la interpretación de Frank Langella del presidente Richard Nixon fue brillante y conmovedora  (“Frost-Nixon”, de Ron Howard), y fue nominado al Oscar; Anthony Hopkins (“Nixon”, de Oliver Stone), también fue nominado por el mismo papel. Daniel Day Lewis fue demoledor –bien a su estilo– con Lincoln (“Lincoln”, de Steven Spielberg) y ganó el Oscar, aunque su personaje parecía tener más bronce histórico que sangre. Charlton Heston interpretó a Andrew Jackson (“The buccaneer”, de Anthony Quinn), Josh Brolin hizo un gran papel como George W. Bush (“W.”, de Oliver Stone) y James Cromwell como George H.W. Bush en la misma película; Dennis Quaid maso como Bill Clinton (película para TV), Alan Rickman correcto como Ronald Reagan (“The butler”, de Lee Daniels) y a James Marsden nadie le creyó como JFKennedy en esa misma película.

Forest Whitaker fue Desmond Tutu (“The forgiven”, de Roland Joffé), y ganó el Oscar como Idi Amín (“The last king of Scotland”, de Kevin Macdonald) en una actuación inolvidable.

Forest Whitaker como Desmond Tutu en “The forgiven”

Francisco Franco ha sido interpretado por muchos actores, siendo la más destacada la de Juan Echanove (“Madregilda”, de Francisco Guerrero).  En “¡Che!”, de Richard Fleischer, Fidel Castro fue interpretado por Jack Palance y el Che Guevara por Omar Sharif (sí, como se lee). Y en “Che”, de Steven Soderberg, Fidel es Demián Bichir y el Che Guevara es Benicio del Toro. El mexicano Gael García Bernal también hizo del Che (“Diarios de motocicleta”, de Walter Salles). Hugo Chávez, mientras tanto, fue interpretado por el colombiano Andrés Parra (“El comandante, serie de TV), que también interpretó al narco Pablo Escobar en “El patrón del mal”. Pablo Escobar también fue interpretado por Wagner Moura (“Narcos”), un gran actor pero… nadie puede creer en un narco de Medellín hablando con acento brasileño.

En el ámbito de la música, es magistral la interpretación de Val Kilmer como Jim Morrison (“The Doors”, de Oliver Stone) y suprema la actuación de Rami Malek como Freddy Mercury (“Bohemian Rapsody”, de Bryan Singer), que le valió un Oscar. También es excelente Taron Eegrton como Elton John (“Rocketman”, de Dexter Fletcher) y ni hablar de Don Cheadle interpretando al gran Miles Davis (“Miles ahead”, del mismo Don Cheadle). También es buena la actuación de Joaquin Phoenix como Johnny Cash (“Waking the line”, de James Mangold) y la de Ed Harris interpretando nada menos que a Ludwig Van Beethoven (“Coping Beethoven”, de Agnieszka Holland).

Don Cheadle como Miles Davis en “Miles ahead”

Nicole Kidman ganó un Oscar por su personaje de la escritora Virginia Woolf (“Las horas”, de Stephen Daldry), aunque pareció un poco mucho; Salma Hayek fue Frida Khalo (“Frida”, de Julie Taymor), Anthony Hopkins fue Pablo Picasso (“Surviving Picasso”, de James Marfil), Stellan Skarsgard fue Francisco Goya (“Los fantasmas de Goya”, de Milos Forman) y Alfred Hitchcock (“Hitchcock”, de Sacha Gervasi), Kirk Douglas y Anthony Quinn fueron Vincent van Gogh y Paul Gauguin en “Lust for life”, de Vincent Minnelli.

Entre los mafiosos, recordamos el algo exagerado papel de Robert De Niro como Al Capone (“The Untouchables”, de Brian De palma), la muy buena la actuación de Jack Nicholson como Jimmy Hoffa (“Hoffa”, de Danny De Vito) y también la de Warren Beatty como Bugsy Siegel (“Bugsy”, de Barry Levinson).

Jack Nicholson como Jimmy Hoffa en “Hoffa”

Eddie Redmaine ganó el Oscar por su interpretación de Stephen Hawking (“La teoría del todo”, de James Marsh) y Benedict Cumberbatch personificó a Alan Turing (“The imitation game”, de Morten Tyldum). Ashton Kutcher no encajó del todo con Steve Jobs (“Jobs”, de Joshua M. Stern) aunque el parecido físico es notable; Michael Fassbender se acercó más a Jobs (“Steve Jobs”, de Danny Boyle), pero no se parecía físicamente.

Will Smith fue nominado al Oscar por su personificación de Muhammad Ali (“Ali”, de Michael Mann), y Robert De Niro ganó el Oscar por el inolvidable papel de Jake la Mota (“Raging Bull”, de Martin Scorsese). Tobey Maguire no acertó del todo con la personalidad de Bobby Fischer (“Pawn sacrifice”, de Edward Zwick).

Acá llegamos al lugar de algunas excepciones: personajes de la literatura de los que todos conocemos (o creemos conocer) su aspecto físico y su personalidad. Repasando algunos pocos casos, es indudable que Robin Williams “es” Peter Pan y que Dustin Hoffman es Garfio (“Hook, de Steven Spielberg). Peter Cushing es Sherlock Holmes (“The hound of Baskervilles”, de Terence Fischer), pero Robert Downey Jr. no le pasa ni cerca (“Sherlock Holmes”, de Guy Ritchie) y Gerard Depardieux es más bizarro que el Obelix que interpreta (“Asterix et Obelix”, de Laurent Tirard). Gabriel Byrne, Jeremy Irons, Gerard Depardieu y John Malkovich dan más o menos con D’Artagnan y los tres mosqueteros, pero los aceptamos (“The man in the iron mask”, de Randall Wallace), como también aceptamos a los mosqueteros de Gene Kelly, Van Heflin, Gig Young y Robert Coote (“The three musketeers”, de George Sidney), y ningún Tarzán nos convence (ni Johnny Weissmüller, ni Lex Barker, ni Ron Ely, ni Alexander Skargard).

“The man in the iron mask”

Pero en lo que no hay discusión es en el hecho de que, si bien Christopher Lee ha compuesto de manera magnífica al conde de los Cárpatos y Gary Oldman ha hecho una interpretación que busca darle un matiz diferente y más exótico aún a su personaje… Vlad, el conde Drácula, “es” Bela Lugosi. O Bela Lugosi es Drácula, como se prefiera (“Dracula”, de Tod Browning).

Veamos algunas personalidades trascendentes argentinas llevadas a la pantalla. El general San Martín fue interpretado por Alfredo Alcón (“El santo de la espada”, de Leopoldo Torre Nilson) y por Rodrigo de la Serna (“Revolución: el cruce de Los Andes”, de Leandro Ipiña). Manuel Belgrano fue personificado por Pablo Rago (“Belgrano”, de Sebastián Pivotto), Juan Manuel de Rosas por Rodolfo Bebán (“Rosas”, de Manuel Antín), Domingo Faustino Sarmiento por Enrique Muiño (“Su mejor alumno”, de Lucas Demare).

Rodrigo de la Serna como San Martín en “Revolución: el cruce de Los Andes”

Juan Perón fue personificado por Jonathan Price (“Evita”, de Oliver Stone), de manera mediocre. En esa misma película, Madonna hace de Eva Perón y Antonio Banderas del Che Guevara; difícil elegir peor. Osmar Núñez y Julieta Díaz (“Juan y Eva”, de Paula De Luque) tampoco aciertan; Víctor Laplace y Esther Goris (“Eva Perón”, de Juan Carlos De Sanzo)… y, tampoco.

Jorge Luis Borges fue interpretado por Jean Pierre Noher (“Un amor de Borges”, de Javier Torre), el Mono Gatica por Edgardo Nieva (“Gatica”, de Leonardo Favio), y el inefable Julio Grondona fue interpretado de manera realmente brillante por Luis Margani (“El presidente”, miniserie, de Armando Bo). Son muchas las películas y series sobre Diego Maradona; enunciarlas llevaría un artículo entero y cada uno tendrá sus favoritas. Pero la brevísima composición de Roly Serrano (no dice ni una palabra) de un desmejorado Maradona en un spa en Suiza que se ve en la película “Juventude”, de Paolo Sorrentino, es extraordinaria.

Finalmente, una nueva excepción: Jesucristo. A quien tampoco conocimos, por más que su aspecto nos resulta familiar a través de innumerables imágenes, la mayoría (por no decir todas) bastante occidentalizadas si se tiene en cuenta el lugar geográfico (Palestina, medio oriente) en el que la Biblia ubica su vida. Son muchos los actores que han interpretado el papel del hijo de Dios: un lívido Max von Sydow (“La más grande historia jamás contada”, de George Stevens), Brian Deacon, en una actuación que superó las expectativas (“La vida pública de Jesús”, de John Kirsh), el galán Jeffrey Hunter (“Rey de reyes”, de Nicholas Rey), el piadoso y flemático Robert Powell (“Jesús de Nazareth”, de Franco Zeffirelli), Ted Neeley (“Jesucristo Superstar”, de Norman Jewison), Willem Dafoe, el polémico Jesús de “La última tentación de Cristo”, de Martin Scorsese, el polifacético y severo Christian Bale (“María, madre de Jesús”, de Kevin Connor), Joaquin Phoenix (“María Magdalena”, de Garth Davis) y Jim Caviezel, el torturadísimo Jesús azotado de principio a fin en la tremenda película de Mel Gibson “La pasión de Cristo”, en la que se muestran las últimas horas de la vida de Jesucristo, en la que habla muy poco y sufre mucho, muchísimo. Ah! Todos estos actores tienen ojos claros… algo bastante poco lógico encontrar en alguien nacido en Palestina, como Jesucristo. Se ve que el casting no le dio mucha importancia a ese detalle.

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