Kublai Kan y el Imperio mongol (La herencia de Gengis Kan)

     Para 1215, los mongoles habían conquistado China, que era el Estado más avanzado de la época. En 1220 conquistaron el Imperio islámico jozemita, que se extendía entre el mar Caspio y lo que hoy es Pakistán. En 1270, el rey Luis IX de Francia los amenaza: “los devolveremos al Tartarus –el abismo de sufrimiento, en la mitología griega–, desde donde han venido”, y a partir de entonces los europeos comenzaron a llamarlos “tártaros”. Se quedó en palabras, Luis; por el contrario, Europa comenzó a temerles.

      En 1223 invadieron y destruyeron los principados eslavos de lo que hoy es Rusia, Ucrania y Bielorrusia. Entre masacre y masacre, Gengis Kan, que no perdía el tiempo, promueve el desarrollo de la escritura (él era analfabeto) y la tolerancia religiosa. Y menos mal que fue “tolerante”, ya que se calcula que unas 40 millones de personas murieron bajo la vehemencia mongola-tártara.

    Gengis Kan murió en 1227. El trabajo sucio estaba hecho, digamos. Había que mantener lo logrado. Hubo muchas disputas por la sucesión, pero la tendencia expansiva continuó. Para 1240 los mongoles llegaron a Polonia y Hungría, un poco más tarde a Bulgaria. Cuando estaban a las puertas de Viena, se retiraron. Había muerto Ögedei, el líder sucesor de Gengis, y los comandantes mongoles debían retornar para elegir al heredero. Si los mongoles no conquistaron Europa no fue por falta de superioridad militar; las disputas sucesorias diluyeron la prioridad por atacar a una Europa que ya estaba aterrorizada (digamos que los mongoles sacaron la invasión a Europa de “la orden del día” a considerar).

     Las cosas se mantuvieron agitadas y con muchas disputas internas durante la generación siguiente a Gengis Kan. Pero salteemos esa generación y detengámonos en Kublai Kan.

     Kublai Kan nació en septiembre de 1215. Fue el cuarto hijo de Tolui (a su vez, cuarto hijo de Gengis Kan) y el nieto preferido de Gengis Kan, que tenía muchos nietos (pero muchos, eh). Desde niño acompañó a su padre en las batallas (sin duda, un gran ámbito para la crianza de un niño mongol por entonces). Kublai era fuerte, valiente e inteligente; a los doce años ya era un hábil jinete y su reputación como guerrero iba creciendo a la vista de todos. Kublai tenía diecisiete años cuando su padre murió; en 1251, después de que su hermano Möngke se convirtiera en Gran Kan del Imperio mongol, Kublai recibió la responsabilidad de controlar los territorios chinos en la parte oriental del imperio. Kublai designó entonces un grupo de asesores chinos para introducir reformas en sus territorios, algo que los jefes de otros territorios no habían hecho hasta ese momento.

     La avidez expansionista continuaba, y en 1258 las hordas mongolas se desataron contra Bagdad, la capital del mundo islámico. Murieron casi un millón de musulmanes (los mongoles respetaron su fe religiosa, pero se ve que su vida no tanto), saquearon todo y aplastaron al último califa pisoteándolo con caballos hasta matarlo pero, como detalle, lo envolvieron antes en una alfombra para no derramar su sangre real, ya que así, pensaban, se asegurarían que sobreviviría en la siguiente vida. Chan.

   Así las cosas, Möngke, que sostenía una posición más dura que Kublai contra los chinos, fue asesinado (por los los chinos, claro) en 1259. Y en 1260, con el apoyo de los grupos “pro-chinos”, Kublai fue elegido como sucesor de Möngke. Su hermano menor, Ariq Böge, desafió esa elección y se proclamó a sí mismo Kan; eso inició una prolongada lucha de Kublai contra su hermano, a quien terminó derrotando en 1264.

     El mandato de Kublai se caracterizó por gobernar manteniendo las divisiones de los diferentes pueblos dominados por el Imperio mongol y aceptando sus diferentes religiones. Para eso, Kublai Kan dividió la población de China en cuatro “clases sociales”: los mongoles, los asiáticos centrales, los del norte de China y Corea, y los chinos del sur. Las dos primeras clases disfrutaban de amplios privilegios, la tercera clase mantuvo una posición intermedia, y los del sur de China (la clase más numerosa) fue la más postergada, tanto en sus derechos como en su participación en las oficinas estatales.

     Además, Kublai estableció tres ramas separadas en su gestión de gobierno: una para hacer frente a los asuntos civiles, otra para asuntos militares y otra para controlar y formar a los funcionarios. A raíz de esta reorganización, en 1267 se construyó una nueva capital (en lo que hoy es Pekín –o Beijing, que significa “capital del norte”–): la ciudad fue llamada inicialmente Chungtu, pero luego pasó a llamarse Ta-tu (o Daidu, “gran capital”) en 1272.

    Kublai tomó la decisión política de dejar varias instituciones y costumbres chinas sin modificarlas; fue muy inteligente su decisión de adoptar y respetar, aunque fuera parcialmente, las tradiciones políticas chinas  para ayudar a administrar un gran imperio. Sin embargo, dentro del ámbito administrativo, la influencia china fue controlada y contenida por el gran número de mongoles y asiáticos centrales. En la vida cotidiana, mientras tanto, prevalecía gran parte del estilo de vida de los mongoles, que conservaron su tradición nómade. El principal problema de su reinado fue que a medida que Kublai y sus sucesores eran permisivos con las tradiciones chinas, se generaba un creciente conflicto entre los gobernantes mongoles de China y los gobernantes de los demás khanatos dentro de la confederación mongola, que preferían mantener su propio carácter en lugar de asimilar las costumbres chinas.

     En 1271, Kublai Kan nombró a su reinado como “dinastía Yuan”. Kublai Kan era el líder incuestionable de un imperio que se extendía a través de dos continentes. Como emperador, Kublai Kan exigía lealtad y ofrendas de todos los estados que formaban el Imperio. Si algunos retaceaban el aporte, el emperador les enviaba mensajeros para exigir el pago y los atacaba si se ignoraban sus demandas. Así, en 1279, tras la conquista definitiva de China, el territorio del Imperio mongol llegó a ser de 33 millones de km2 (más del 20% de la extensión de la tierra firme del planeta), extensión en la que vivía casi el 30% de la población del planeta.

     Kublai Kan era un gran partidario del comercio, la ciencia y las artes. Desarrolló un sistema de transporte marítimo y las rutas por ríos interiores para transportar el grano desde la zona fértil de cultivo de arroz en la cuenca del río Yangtze (o Yangtsé), y mejoró la circulación por el río Amarillo hacia la capital. Bajo su administración se hizo posible la apertura del comercio entre China y Occidente, debido al control mongol de las rutas comerciales de Asia Central y al desarrollo de servicios postales eficientes. La presencia del poder mongol también permitió a muchos chinos viajar libremente dentro del imperio mongol, hacia Rusia, Persia y Mesopotamia.   

     Marco Polo fue probablemente el visitante extranjero más conocido en poner un pie en China. Se dice que pasó diecisiete años al servicio de Kublai Khan, incluyendo su servicio oficial en la administración y sus viajes a través de las provincias de Yunnan y Fujian. La precisión de sus descripciones de China fue cuestionada, pero la popularidad de su diario generó un gran interés entre los europeos, que empezaron a viajar hacia el este con más frecuencia. Hasta hubo, se dice, intercambios de misiones entre el Papa y el Kublai Khan: en 1266 Kublai habría encargado a los hermanos Polo la misión de pedir al Papa cien estudiosos y técnicos cristianos. Los Polo se habrían reunido con el Papa Gregorio X en 1269 y recibieron su bendición, pero de mandar estudiosos cristianos al Imperio mongol o a China… nones.

Marco Polo en la corte de Kublai Kan

     Por primera vez había una vía de comunicación continua y segura desde el océano Pacífico hasta el mar Mediterráneo, bajo el aura de la “Pax Mongolica”. Difícilmente Marco Polo hubiera podido hacer sus viajes sin esta pacificación (forzosa, hay que decirlo) con la que el Imperio mongol le pavimentó el camino. Bueno… eso si es que realmente los hizo, ya que aún hoy es discutible si toda la gesta de Marco Polo fue verdadera o no.

     La expansión llegó a su límite cuando el clima japonés resultó un hueso demasiado duro de roer. En 1281, la enorme flota de Kublai Kan (más de mil naves) avanzó sobre el archipiélago japonés para avasallarlo (ya lo había intentado sin éxito en 1274). Los japoneses rezaban a sus dioses para que los salvara de su inexorable destino; y se ve que los escucharon, porque un tremendo tifón marino destruyó buena parte de la flota mongola invasora, y los mongoles retrocedieron. Los japoneses llamaron a este tifón “viento divino” (kamikaze, en japonés).

     Kublai sufrió otro revés cuando no pudo conquistar el reino de Champa en Indochina (hoy Vietnam, Camboya y parte de Birmania) después de una larga guerra (1283-1287). Los mongoles invadieron su capital Thang Long (actualmente Hanoi) y se encontraron con que los indochinos ya habían evacuado la capital con anticipación. Las enfermedades, la falta de provisiones, el clima y la táctica de los indochinos de retirarse quemando los campos por los que pasaban (para evitar que el ejército invasor tuviera alimentos) terminaron con las primeras dos invasiones. En la tercera, los indochinos colocaron estacas de hierro en el lecho del río Bach Dang justo cuando la marea empezaba a bajar, destruyendo así gran parte de la flota  de los mongoles, por lo que estos tuvieron que replegarse a China.

    En 1293, cerca del final de su reinado, Kublai Kan puso en marcha una expedición naval contra el reino de Majapahit, en Java, pero las fuerzas mongoles tuvieron que retirarse después de considerables pérdidas. Se ve que las aventuras marinas no eran lo suyo, amigo Kublai.

     Kublai Kan padecía de gota, lo que le hacía tener dolores insoportables. Una vez fallecidos su esposa favorita y su heredero, Kublai cayó en una gran depresión y finalmente murió en Ta-tu el 18 de febrero de 1294,  después de un reinado glorioso de treinta y cuatro años.

  Fue un gobernante astuto y reflexivo; logró adhesión, popularidad y respeto entre los chinos, fue el fundador de la dinastía Yuan en China y sus logros lo ubican como el más grande de los emperadores mongoles después de Gengis Kan. Su sabiduría lo hizo capaz de dirigir un vasto imperio de naciones adaptando diferentes tradiciones a su propio gobierno.

     Era “un hombre que miraba más allá de su poder”.

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