Las dos vidas de Juliet Hulme

   En 1952, Pauline Parker-Rieper tiene catorce años y estudia en una escuela secundaria para niñas en Christchurch, en la isla sur de Nueva Zelanda. Vive con sus padres Herbert y Honora; su casa sirve también como pensión y eso mejora los ingresos de esa familia de clase trabajadora.

     La vida de Pauline cambia drásticamente cuando se hace amiga de la adinerada estudiante británica Juliet Hulme, hija de un prestigioso físico, que llega a Christchurch para ocupar un cargo en la universidad. Las chicas se hacen amigas rápidamente y se vuelven inseparables. La naturaleza tranquila de Pauline se ve contrastada por el carisma y el desenfado de Juliet, que se divierte desafiando a la autoridad y hasta llega a ignorar las instrucciones de sus maestros.

     Ninguna de las dos participa en las actividades del gimnasio debido a los antecedentes de Pauline de una enfermedad ósea y de Juliet de una enfermedad pulmonar; esos momentos los aprovechan intercambiando sus gustos por la música, el arte, el cine y la literatura. En esas charlas crean un reino de fantasía al que llaman “Borovina”, sobre el cual escriben historias, crean personajes y se designan a sí mismas como rey y reina; ambas esperan algún día convertirse en actrices famosas en Estados Unidos y que se publiquen sus historias sobre Borovina.

     La familia de Juliet es disfuncional. Juliet no puede superar una sensación de abandono desde que, en su infancia, sus padres la dejaron sola en las Bahamas durante casi cinco años para que se recuperara de una prolongada enfermedad. Juliet se lo cuenta a Pauline, y eso acerca más a las amigas.

     Así las cosas, los padres de Juliet comentan que están planeando un viaje a Londres sin sus hijos. Juliet se angustia mucho y se involucra aún más en su relación con Pauline, con quien continúa construyendo una realidad alternativa de felicidad y esperanza que se vuelve cada vez más real para las dos chicas.

    Poco antes de la partida de sus padres, Juliet cae enferma de tuberculosis y es enviada a una clínica. Sin embargo, sus padres no posponen el anunciado viaje a Londres, y Juliet se siente abandonada nuevamente por ellos. Luego de pasar cuatro meses en la clínica, finalmente le permiten recibir visitas, y Juliet recibe a Pauline y su madre Honora. Las chicas están felices de volver a verse, pero Honora tiene cierta preocupación por lo que interpreta como una amistad demasiado “intensa” y cercana.

    Cuando finalmente Juliet está lo suficientemente bien como para regresar a casa, la relación entre ambas chicas crece en intensidad. Pauline ha tenido una relación con un muchacho que se aloja en su casa, pero lo ha hecho más para hacer enojar a sus padres que por interés en él, por quien no siente la menor atracción. Los padres de Juliet (que a esta altura ya habían regresado de Londres) están preocupados por el comportamiento obsesivo de las chicas y se reúnen con los padres de Pauline para hablar de eso. Aunque admiten que no han visto ningún comportamiento explícitamente inapropiado, sugieren que sería mejor que Pauline viera a un psicólogo infantil, a quien el padre de Juliet conoce. Los padres de Pauline están de acuerdo con esa sugerencia.

    Pauline se muestra hosca en la consulta con el psicólogo; el profesional le dice a Honora que es probable que Pauline esté pasando por una fase homosexual, que sin embargo podría desaparecer al madurar. Como la homosexualidad se consideraba una enfermedad mental en esa época (sin mencionar las implicaciones sociales de una comunidad mayoritariamente católica), los padres de las dos chicas están de acuerdo en que la amistad de Pauline y Juliet debe interrumpirse. Las amigas deben separarse.

     Mientras tanto, los padres de Juliet deciden divorciarse; Henry (el padre) renuncia a su puesto en la Universidad de Canterbury y planea regresar a Inglaterra. Luego de informar esto a Juliet, sus padres le dicen que la enviarán a vivir con un pariente en Sudáfrica, algo que Juliet toma como un nuevo abandono de sus padres (a esta altura, el tercero).

     Los Hulme insisten en que la mudanza es por el bien de la salud de Juliet ya que el clima cálido será más beneficioso para sus pulmones, pero Juliet está desconsolada ante la idea de separarse de Pauline. Ambos padres acuerdan que las niñas pasen tres semanas juntas antes de la mudanza, como para atenuar el golpe. Pauline le ruega a su madre que le permita ir a Sudáfrica con Juliet, pero Honora se niega siquiera a considerarlo. Pauline comienza a despreciar a su madre por su papel en la ruptura de la relación con su amiga (es quien más énfasis pone en la separación, ya que los padres de Juliet están más inmersos en su situación matrimonial), y sus pensamientos empiezan a hacerse violentos a medida que su tiempo con Juliet se va agotando.

     Después de una salida al cine, Juliet y Pauline regresan a la casa de Juliet, donde finalmente consuman sus sentimientos y hacen el amor por primera vez. Con su vínculo romántico cimentado, Juliet y Pauline pergeñan un plan bastante endeble para huir juntas a Estados Unidos, transformarse en escritoras y editar las obras que escribirían sobre Borovina; un plan adolescente y utópico que, por supuesto, fracasa. Es entonces cuando toman una terrible decisión: matarán a la madre de Pauline para eliminar lo que creen que es el principal obstáculo para su vida de fantasía. En el razonamiento de las chicas, los padres de Juliet eran “inalcanzables”; tenían su vida, se iban del país, no les importaba lo que ocurriera con Juliet; la madre de Pauline (la que realmente mandaba en casa) no permitía que su hija acompañara a Juliet a Sudáfrica, así que pensaban que sin ella de por medio, al padre de Pauline (en realidad no estaban legalmente casados) lo convencerían con facilidad… y le sacarían un peso de encima, de paso.

     En junio de 1954, Pauline y Juliet organizan una salida con Honora a Victoria Park, toman el té al paso las tres juntas y luego van a dar un paseo por el bosque. Después de caminar un rato, Juliet distrae a Honora dejando caer discretamente una piedra brillante en el camino y dirigiendo la atención de Honora hacia ella. Mientras Honora se inclina para examinar la piedra, Pauline saca de su bolso un ladrillo envuelto en una media y las dos chicas se turnan para golpear con el ladrillo en la cabeza a Honora hasta matarla. Luego corren, gritando, cubiertas de sangre, de regreso a la tienda donde habían tomado el té, donde le dicen al comerciante que Honora ha resultado “terriblemente herida” en una caída accidental.

     El relato de las chicas sobre la muerte “accidental” de la madre de Pauline es disuelto rápidamente por la policía, que encuentra el diario íntimo de Pauline, en el se que describe explícitamente el plan para asesinar a Honora.

    Siendo demasiado jóvenes para la pena de muerte, Juliet Hulme y Pauline Parker fueron condenadas por asesinato. Las chicas cumplieron cinco años de prisión y fueron liberadas a fines de 1959 con la condición de que nunca reanudaran el contacto entre ellas. Pauline permaneció en Nueva Zelanda hasta 1965, cuando partió hacia un destino desconocido.

Pauline Yvonne Parker y Juliet Marion Hulme dejan la Corte de Christchurch luego de escuchar los cargos por asesinato

     Juliet Hulme volvió a Gran Bretaña. Antes de eso pasó una temporada en Estados Unidos, donde se unió a la “Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días” (Iglesia de los Mormones), religión de la que sigue siendo devota, y empezó a escribir. “Me gusta su doctrina (la mormona), que consiste en aprender siempre y en la cual nadie es excluido ni castigado”, dice.

     Luego se mudó a Escocia con su madre, estableciéndose en el pueblo de Portmahomack. Antes de volver al Reino Unido, Juliet Hulme se cambió el nombre. Su nombre actual es Anne Perry (Perry es el apellido del segundo esposo de su madre), y es una famosísima escritora.

     En 1979, veinte años después de salir de prisión, se publicó su primera novela, “Los crímenes de Carter Street”. Anne Perry aborda con similar maestría varios géneros: la novela victoriana, la novela negra y novelas ambientadas en la primera guerra mundial.

      Su serie policial más conocida se desarrolla en la época victoriana y es protagonizada por el policía Thomas Pitt. Una segunda serie de novelas también exitosas tienen como protagonistas al investigador privado William Monk (que como característica especial es amnésico) y a su esposa Hester. La diferencia de clases, los tintes románticos y la marginalidad del Londres victoriano suelen ser escenarios para las tramas de Anne Perry.

    En 1994, la película “Criaturas celestiales”, escrita y dirigida por el famoso director neozelandés Peter Jackson, exhibió descarnadamente la historia de Juliet y Pauline. La película se filmó y presentó sin la autorización de Anne Perry, quien recibió innumerables críticas y vio disminuidas sus ventas. Desde que la película puso en evidencia el crimen de su adolescecnia, Anne Perry ha pedido públicamente a los lectores y al mundo que la conoce, en cuanta oportunidad ha tenido, que se olviden del crimen que cometió. Perry sostenía, como causas que “justificaban” el crimen cometido en su adolescencia, a la medicación experimental que tomaba para tratar su tuberculosis, a su adolescencia, a la angustia por su nuevo e inminente cambio de lugar residencia y al divorcio de sus padres.

     El clásico “todo pasa” hizo su parte, la carrera de Anne Perry siguió por el camino del éxito y hasta recibió el premio Edgar en 1999 por su cuento “Héroes”.

    Anne Perry sigue activa, habiendo editado su último libro en 2020. Hasta hoy ha publicado más de 80 novelas, destacándose la serie de Thomas Pitt (23 novelas) y de William Monk (32 novelas).

     Pauline y Juliet nunca volvieron a verse.

     Al menos eso sostiene Anne.

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