Algunas modas son inocuas, otras no lo son tanto. En 1913 Sir William Arbuthnot-Lane comenzó a reflexionar sobre el sentido evolutivo del intestino, una bolsa de basura, un acúmulo de detritus, una cámara séptica en nuestro abdomen.
Nada bueno podía salir de este depósito de porquerías, que solo aseguraba la multiplicación exponencial de bacterias. Sir Lane comenzó a remover porciones crecientes del intestino, a fin de acelerar el tránsito y deshacerse de esta bolsa de residuos que todos llevamos dentro.
Sus teorías encontraron sustento “científico” en Elie Metchnikoff, un premio Nobel de Medicina que sostenía que los intestinos estaban destinados a desaparecer gracias a la evolución de las especies (Darwin, también da para todo). Como ejemplo, Metchnikoff mostraba cómo los loros tienen intestinos cortos y, sin embargo, gozaban de felices existencias.
La clave de la salud, según Sir Lane, radicaba en la velocidad del tránsito intestinal. El enemigo que nos acecha es la constipación, fuente de todos los males. Sir Lane, en su cruzada por la salud y el bienestar de la humanidad, removió el intestino en su totalidad, no de uno, sino de mil de sus pacientes. Los resultados de esta colectomía total eran, según una revista médica, “no solo brillantes sino casi milagrosos”. Un colega decía de Sir Lane: “Ojalá yo estuviese tan seguro de algo como él lo está de todo”.
Enseguida, Sir Lane fue convocado a distintos congresos médicos para iluminar a sus colegas sobre las ventajas de andar por el mundo sin intestinos (siempre y cuando hubiese un retrete cerca). Fue justamente esta aceleración del tránsito la que condenó la brillante idea de Sir Lane al fracaso, quien, en 1926, abandonó esta práctica para promover el ejercicio y una dieta equilibrada a fin de asegurar la “pulcritud” intestinal que tanto promocionaba.
NUEVAS TECNOLOGIAS
Cada vez que aparece una nueva tecnología, existe una tendencia al sobreuso, con finalidades que no siempre son exitosas. Los rayos X del Dr. Wilhelm Roentgen no fueron una excepción a esta regla. En 1927, el doctor Jacob Lowe postuló que los rayos x podían asistir a las personas en la elección correcta de los zapatos y, a tal fin, desarrolló el Pie-O-Scopio, tecnología que asistía a evitar deformaciones del pie y lograr un preciso acoplamiento entre el calzado y la extremidad podálica. Por primera vez, los niños estaban deseosos de ir a las zapaterías, que se habían convertido en lugares de precisión científica gracias a la tecnología. Atrás habían quedado imprecisiones como el “me aprietan los zapatos” o “me molesta al caminar”, ahora existía una prueba palmaria (quizás sería mejor decir plantaria) sobre el dónde y por qué apretaba el calzado.
Sin embargo no todas las buenas ideas son tan buenas, ni inocuas, porque estos equipos de Rayos X diseminaban “generosamente” radiaciones perjudiciales para la salud de los clientes y de los vendedores. ¿Alguien alguna vez averiguó de qué murió esta gente? Mejor seguir probándose zapatos sin tanta asistencia …
TEORIAS HOLISTICAS
No acaba acá la saga de disparates médicos, que han llenado y que continuarán rellenando libros (más en estos días de pandemias). A muchos grandes profesionales, no solo de estos tiempos, les encanta encontrar teorías holísticas, es decir encontrar una causa generalizada a nuestros males. El origen de nuestras afecciones está en las estrellas, en los tumores, en el intestino o en nuestros dientes… ¡Sí! Los dientes. El Dr. Henry Cotton (1876-1933) del Trenton Psychiatric Hospital, expuso su teoría sobre las enfermedades psiquiátricas y su origen en las afecciones odontológicas. Estas infecciones locales dentarias eran causa de depresión, esquizofrenia y psicosis y así lo pudo comprobar en las personas internadas en hospicios psiquiátricos. Los locos tenían problemas con sus dientes ¡He allí el problema! Con la convicción de un cruzado, Cotton y su equipo comenzó a extraer piezas odontológicas en mal estado, “confirmando sus observaciones” que estaban distorsionadas por sus preconceptos, y sin embargo, el mundo continuó extrayendo dientes, ya que no solo “mejoraban” a los pacientes psiquiátricos, sino otras afecciones, como la uveítis (proceso inflamatorio intraocular).
Hasta no hace muchos años, estaba contraindicada la cirugía de cataratas en pacientes con infecciones dentales y en otras partes del cuerpo. Así fue como muchos pacientes sacrificaron sus dientes (y otras vísceras ya que Cotton extendió sus teorías a otros órganos) en búsqueda de la salud perdida Al morir el doctor Cotton, el American Journal of Psychiatry lo recordó como una de “las figuras más notables de su generación”, aunque en la era preantibiótica la extracción de dientes y otros órganos era peligrosa y muchos de estos pacientes murieron en el “proceso de curarse”, pero fueron excluidos de las estadísticas (cuando los incluyó a instancias de una comisión investigadora, las muertes llegaban al 40%). Cotton murió de un ataque cardíaco y muchos medios alabaron su gesta científica y dedicación.
Estos son solo algunos casos de errores conceptuales que se han impuesto como modas, sin cuestionamientos profundos ni autocrítica, avalados por estadísticas falaces que ocultan intereses lucrativos (las más de las veces), cuando no inconfesables (vanidad, envidia, celos). Los éxitos iniciales obnubilan al (los) investigador (es) que sueña (n) con gloria y fortuna.
El halago de la fama es el canto de las sirenas que conducen a la perdición de los médicos y, peor aún, a sus pacientes.