Nenette: la Orlando* del folclore argentino

Nació en la isla Saint-Pierre-et-Miquelon (territorio francés de ultramar ubicado en la costa atlántica de Canadá), el 9 de abril de 1908, bajo el nombre de Antonietta Paule Pepin Fitzpatrick. Su padre, Emmanuel Victor Pepín, era francés, y su madre, Henriette Fitzpatrick, era canadiense de origen irlandés. Desde pequeña, su familia la llamó, cariñosamente, Nenette (diminutivo de Antonietta). Creció principalmente en París, ciudad en la cual sus progenitores se establecieron durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918), y en la que ella y su hermana mayor, Jeanne Henriette, vivenciaron sus infancias y adolescencias. Ambas estudiaron en una escuela para señoritas burguesas con orientación artística y, paralelamente, recibieron clases particulares de piano y acudieron a una academia de baile. En 1926, Jeanne, tras haber concluido su educación secundaria, se embarcó junto a una compañía de danza rumbo a Buenos Aires, donde ni bien llegó se enamoró y al poco tiempo se matrimonió en primeras nupcias. Dos años más tarde, después de Nenette haber finalizado la enseñanza media, su padre y ella emigraron a esa capital porteña rioplatense y se instalaron en la localidad de Villa Ballester. Allí, la más pequeña de las hermanas Pepin Fitzpatrick prosiguió sus estudios de piano en el Conservatorio Nacional de Música. Fueron sus profesores en composición y armonía Juan José Castro[i] y Pascual de Rogatis[ii]. También fue alumna de la pianista e investigadora folclórica Isabel Aretz[iii].

Para mediados de los 30s, Antonietta comenzó a viajar a ciudades importantes de Argentina para presentarse como concertista de piano de música clásica, asunto que se hizo cada vez más frecuente y bien reputado. Para principios de los 40s, después de haber dado un concierto junto a la Sinfónica de Buenos Aires en Tucumán, fue llevada por los organizadores a escuchar música folklórica del norte argentino y conoció a Héctor Roberto Chavero (mejor conocido como Atahualpa Yupanqui[iv]). Mantuvieron un vínculo amoroso epistolar y cuatro años después empezaron a convivir. Tuvieron un hijo, Roberto “Koya” Chavero, en 1947 (años antes de su unión civil en Montevideo y de su casamiento en México), hecho que la llevó a decidir abandonar su carrera como concertista de piano, instancia del destino que puso(la) -tanto melódica como letrísticamente- al servicio de la obra de su marido (quien desde 1945 estaba afiliado al Partido Comunista y profesaba una postura crítica contra el gobierno de Perón, por lo cual sus actuaciones en vivo y en programas radiales fueron prohibidas, y sus grabaciones se interrumpieron entre 1948 y 1953; además de haber sido detenido y encarcelado en ocho oportunidades). Nenette fue coautora de varios de los temas más conocidos de Yupanqui (están legitimadas 75 canciones de compartida autoría), que, dada la tradición machista de la época -de la que aún varias secuelas (nos) quedan-, publicó bajo el alias de Pablo del Cerro. ​Eligió ese mote por su segundo nombre (Paule) y por su amado Cerro Colorado (un reservorio de pintura rupestre y de uno de los volcanes arqueológicos más importantes de la provincia de Córdoba, en el cual los Chavero-Pepin vivieron largas temporadas, las cuales comenzaron tras la persecución político-ideológica del cantautor durante el peronismo). -Ambos tuvieron seudónimos, uno por reivindicador de las culturas originarias y ella para no tener que lidiar con el mambo jambo social de inferiorización de la mujer [la misoginia es tan vieja como el monoteísmo] y poder estar a la par de su compañero como autor(a)-. Durante esas estancias en su casa sobre tierras rojizas (actual museo – https://www.cordobaturismo.gov.ar/experiencia/museo-atahualpa-yupanqui/-), nacieron al piano las melodías de “Luna tucumana”, “El arriero va”, “El alazán”, “Indiecito dormido”, “Chacarera de las piedras”, “Vidalita tucumana”, “Zamba del otoño”, “Guitarra dímelo tú”, y tantas otras que hoy son famosas en el mundo.

Para los 60s, Nenette regresó a Francia y por muchos años (por más viajes por el globo con su compañero e hijo argentinos -lo que hacía de Argentina una patria otra[v]-) hizo de Paris su lugar en el mundo. El contexto histórico (y la renuncia del rapsoda guitarrista al Partido Comunista a finales de 1953) les permitieron volver al país rioplatense que había sido testigo del nacimiento de ese amor que duró más de medio siglo (Atahualpa y Nenette estuvieron juntos, queriéndose, acompañándose y creando incesantemente hasta el último día de vida de ella), pero la compositora recién volvió a radicarse en la patria natal de su consorte y del vástago de ambos, junto a ambos, entrada la década de los 80s (y de la democracia a la vida política argentina). Murió en Buenos Aires, el 14 de noviembre de 1990, de un paro cardíaco, rodeada de sus grandes amores: su compañero sexoafectivo y artístico creacional, su Koya, su piano y su música (miles de partituras y de bocetos de letras de canciones llenos de tachaduras y anotaciones en los márgenes). Nenette, fue una figura fundamental relegada desde siempre a la sombra del mito, una mujer extraordinaria, una artista magnífica, que alimentó al folclore argentino con sus composiciones melódicas y poética naturalista. La sociedad musical con Yupanqui sin duda le aportó a éste una nueva dimensión que luego se trasladó a nosotros a través de canciones que hoy son parte de la historia de la música occidental suramericana del siglo XX. Pero, más allá de las etiquetas, los prejuicios y las omisiones que la caprichosa historia sigue teniendo por costumbre producir, Antonietta Paule Pepin Fitzpatrick/Pablo del Cerro -“Otro sexo, pero igual identidad. La identidad está más allá del sexo y la esencia, si existe, también”, citando a Virginia Wolf en palabras del biógrafo de “Orlando”- fue un hito que dejó su impronta, la cual no solo (nos) legó una nutrida parte del cancionero folclórico argentino -algo paradójico a sabiendas de su extranjeridad-, sino que marcó la vida -y el devenir creacional- de muchísimos artistas y personas sensibles a la música y a la poesía, especialmente la de Atahualpa Yupanqui (“Tú fuiste siempre, la callada fuerza de mi camino”, escribió, tras su viudez, el celebérrimo folclorista nacido en Pergamino). Merci, Nenette, d’avoir existé et, surtout, pour la musique (Gracias, Nenette, por haber existido y, sobre todo, por la música).

Enlace de interés :

“Nenette”, del ciclo Coliseo Online. Con Soledad Pastorutti, Abel Pintos, Liliana Herrero, Jairo, Luna Sujatovich y Juan Salinas; dirigidos musicalmente por Lito Vitale y acompañados por su orquesta:

“Agua escondida”. Pablo del Cerro (mi composición favorita de Nenette)

*“Orlando” es una novela de Virginia Woolf (publicada el 11 de octubre de 1928 por la editorial Hogarth Press), una biografía ficticia y paródica a través de cuatrocientos años (desde el siglo XVI hasta el presente en el que se escribe la obra) de un ser excepcional que asiste en todo ese tiempo a los inevitables cambios sociales que comporta cada época. Dotado de una sensibilidad especial que lo lleva a vivir convulsamente diversas historias de amor y a cambiar de sexo inevitablemente a mitad de la obra, se debate ente múltiples viajes, un fuerte apego a la casa y a su tierra y el interés por adentrarse en un mundo literario satirizado. Todos estos factores están condicionados por la esencia de un ser andrógino en busca de la vida en un sentido pleno.

[i] Juan José Castro (Avellaneda, 7 de marzo de 1895 – Buenos Aires, 3 de septiembre de 1968) fue un compositor, director de orquesta, violinista y  pianista argentino de mayor prestigio de la primera mitad del siglo XX. Su talento y profesionalidad le permitieron ocupar el podio de las principales orquestas del mundo y despertar, con sus creaciones, la admiración de figuras de la talla de Stravinsky y Honegger, entre muchas otras. Su formación, llevada a cabo en Buenos Aires y en Europa, lo guio por el camino del nacionalismo de tipo romántico y las tendencias propias de la Schola Cantorum parisina. En 1929, junto a su hermano mayor José María (1892-1964), Juan Carlos Paz, Gilardo Gilardi y Jacobo Ficher, creó el Grupo Renovación, el cual le abrió paso a expresiones de vanguardia desconocidas por esa época en la Argentina, y que lo ponderó para devenir en director general del Teatro Colón.

[ii] Pascual De Rogatis (Teora [Italia], 17 de mayo de 1880 – Buenos Aires, 2 de abril de 1980) fue un compositor argentino de origen italiano (su familia emigró a la capital rioplatense cuando él tenía 3 años). Cultivó la música operística y sinfónica, y creó obras de inspiración indígena. A diferencia de los músicos de la época, De Rogatis no estudió en Europa a pesar de contar con oportunidades para hacerlo: su voluntad era formarse exclusivamente de acuerdo con la tradición argentina. Si bien se sintió influenciado en sus composiciones tanto por Richard Wagner como por Claude Debussy, tomó como tema de sus obras la leyenda o magia indígena, así como sus características musicales. A la par de su labor como compositor desarrolló una actividad intensa en la docencia en el Conservatorio de Buenos Aires y en el Conservatorio Nacional de Música y Arte Escénico, en las Cátedras de Violín y Música de Cámara.

[iii] Isabel Aretz-Thiele (Buenos Aires, 14 de abril de 1909 – San Isidro, 2 de junio de 2005) fue una compositora, investigadora, escritora y etnomusicóloga argentina nacionalizada venezolana. Dedicó gran parte de su carrera a escribir y recopilar la música de los pueblos originarios de América Latina, creando más de 25 libros sobre músicas nativas. Aretz realizó gran parte de su trabajo previo a la existencia del grabador, por lo cual desarrolló técnicas no convencionales de anotación musical para escribir sonidos, ritmos y escalas fuera de las armonías tradicionales que ella había aprendido en el conservatorio. Además, en su archivo se encuentran descripciones de bailes, análisis de instrumentos y letras de canciones populares, que hasta entonces solo existían como una tradición oral. Su labor investigativa fue/es de un valor cultural inestimable no solo para la historia etnomusicológica, sino para la humanidad toda.

[iv] Atahualpa Yupanqui, nombre artístico de Héctor Roberto Chavero​ (Pergamino, 31 de enero de 1908 – Nîmes [Francia], 23 de mayo de 1992), fue un cantautor, guitarrista, poeta y escritor argentino.

Es ampliamente considerado como el músico más importante de la historia de la música folclórica de la Argentina. Eligió el pseudónimo Atahualpa, en homenaje al último soberano Inca y, años después, le agregó el Yupanqui. La traducción de su nombre completo sería: Ata: venir; Hu: de lejos; Allpa: tierra; Yupanqui: decir, contar. Con lo cual su nombre significa: el que vino de lejanas tierras a contar.

[v] La canción EL ÁRBOL QUE TÚ OLVIDASTE, dice bastante al respecto:

El árbol que tú olvidaste
Siempre se acuerda de ti
Y le pregunta a la noche
Si serás o no feliz

El arroyo me ha contado
Que el árbol suele decir:
Quien se aleja junta quejas
En vez de quedarse aquí

Al que se va por el mundo
Suele sucederle así,
Que el corazón va con uno
Y uno tiene que sufrir
Y el árbol que tú olvidaste
Siempre se acuerda de ti

Arbolito de mi tierra
Yo te quisiera decir
Que lo que a muchos les pasa
También me ha pasado a mí

No quiero que me lo digan
Pero lo tengo que oír:
Quien se aleja junta quejas
En vez de quedarse aquí

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